El piano es primero y ella le sigue. O tal vez lo que fue primero es la poesía. Ana Morales ha elegido estos elementos: el piano, la poesía, el baile para reflexionar sobre La fragilidad en una pieza de una hora de duración que presentó este domingo en Madrid, en el marco del festival Miradas Flamenkas que se desarrolla en la capital. Los tres elementos dialogan en equilibrio, una obra que partió de un encargo y ha ido creciendo.
La fragilidad se concibió para La Noche del Patrimonio de 2023. A Morales le propusieron bailar en Ávila y ella eligió al pianista malagueño José Carra, un artista que transita entre la clásica, el jazz y el flamenco, que compone además de interpretar, para improvisar sobre unas piezas que su madre, que en tiempos fue también bailaora, interpretó acompañada del piano. Morales y Carra hicieron una residencia técnica de cinco días y armaron una estructura para esa cita única.
Pero ya Morales contaba entonces con la idea de armar una pequeña obra más completa, que es lo que se pudo ver en el Centro Cultural Pilar Miró de Santa Eugenia, en Madrid. Además de las dos partituras que su madre bailó y que ahora ella ha reinterpretado con su propia impronta, aquí también se escucharon composiciones de Carra, coreografiadas por la Premio Nacional de Danza 2022 y entre las que intercaló con la lectura de algunos poemas.
«Unos brazos que aletean, que dibujan figuras geométricas daban paso a unas formas enérgicas, un zapateado muy aplaudido, unas figuras que juegan con un sombrero goyesco o una hermosa canción en la que el protagonista es el mantón. Giros, vuelos y pases. También desaparecer bajo el mantón y dejar que la música tome el protagonismo más absoluto»
“Tal vez el poema”. La bailaora entró en escena desde el fondo del patio de butacas leyendo uno de los textos que intercalaría entre sus bailes. Poemas de Antonio Agredano y Silvia Amigo que reflexionaban sobre los recuerdos, la intimidad o la fragilidad. Vestida de azul y negro, con un vestido-casaca que dejaba asomar unos pantalones que fue transformando y con el que fue dialogando también a lo largo de la obra, Morales recitaba caminando hacia el escenario, con el texto en un atril junto al piano de cola, acariciándola o con la cabeza casi rozando las cuerdas. La bailaora fue añadiendo palabras a lo que su cuerpo iba contando siguiendo al piano.
Una coreografía precisa, en perfecta sincronía con la música, fue Ana poniéndole el cuerpo a las notas musicales, transitando los diferentes estados de ánimo que estas sugerían. Unos brazos que aletean, que dibujan figuras geométricas daban paso a unas formas enérgicas, un zapateado muy aplaudido, unas figuras que juegan con un sombrero goyesco o una hermosa canción en la que el protagonista es el mantón. Giros, vuelos y pases. También desaparecer bajo el mantón y dejar que la música tome el protagonismo más absoluto.
La sala, llena, respondía con un silencio reverencial, apenas interrumpido con algún ole en las primeras canciones más cortitas y juguetonas. Reservaba el calor para el final. Un final en el que la intensidad fue subiendo con una Ana Morales abrazada al piano recitando un poema casi transformado en mantra.
“Las cosas se rompen. Romperse es un talento”.
Ficha artística
Fragilidades (* Variaciones íntimas), de Ana Morales
Festival Miradas Flamenkas
Centro Cultural Pilar Miró, Madrid
24 de noviembre de 2024
Baile: Ana Morales
Piano: José Carra