Fue un día de celebraciones y de hermanamiento. Las peñas flamencas La Bambera y Torres Macarena se unieron para conmemorar un año del nacimiento de la primera y los cincuenta de la otra. Hubo un guiso de papas con chocos, buena compañía, tertulia, cante y toque desde el mediodía hasta la noche. Se cerró con el recital del excelente cantaor manchego, que agradeció que lo llamaran y se mostró entregadísimo desde que pisó los maderos del ensolerado templo del flamenco de Sevilla.
Explicó cada cante antes de comenzarlo, citando las variantes. «No cuesta nada» y ayuda al conocimiento, algo en lo que va sobrado Ricardo Fernández del Moral, como se evidenció durante su recital.
Abrió por farruca. Luego el polo, principiando con la soleá de Joaniquí y abrochando con la apolá. Después alegrías, petenera y malagueña de El Mellizo con entrada por granaína. Prosiguió por soleá, paseándose por Alcalá y la Triana de La Andonda y El Machango para arribar a Cádiz de nuevo con El Mellizo. Remató por Paquirrí. Solemne en las seguiriyas de El Nitri y Joaquín Lacherna que coronó con la cabal de Silverio. Y echó el cerrojo con Limosna de amores y bambineando el Corazón loco en los cuplés por bulerías con guiño a Jerez en una letrilla.
«Ricardo estuvo intachable. Con la complejidad que supone acompañarse a la guitarra a sí mismo. (…) En cualquiera de las dos facetas le da un repaso a una gran nómina de cantaores y tocaores. Recibió el arrope y los oles por lo que hizo. Su actuación fue correcta, didáctica y peculiar. Clásica, ‘pura’»
Ricardo estuvo intachable. Con la complejidad que supone acompañarse a la guitarra a sí mismo. En detrimento de la incertidumbre y la inspiración que provoca que sea otro quien responda en el diálogo. En cualquiera de las dos facetas le da un repaso a una gran nómina de cantaores y tocaores. Recibió el arrope y los oles por lo que hizo. Su actuación fue correcta, didáctica y peculiar. Clásica, ‘pura’. Pero no se movió del tibio canon de la ortodoxia. Previsible en cada tercio. De voz potente, gorda, rotunda y recia, descolló en los altos y envites valientes, costándole algo más dominar los medios y bajos, donde no supo mecerse con dulzura. Aquí no dijo demasiado. Cantó vocalizando, se quejó donde hay que dolerse y podría servir como ejemplo referencial o libro de instrucciones. No dio un recital de pellizcos. No estuvo frío. Pero tampoco caliente. Quizás algo nervioso o cargado de responsabilidad. Plano, de cualquier forma.
Hay que aplaudirle la proeza, la singularidad de tocarse y la dificultad que entraña. Además de lo bien que ejecutó los cantes y la elección del repertorio. A pesar de la entrega y que quiso a su guitarra, como bien me dijo un amigo aficionao, «cuando hay uno es amor propio pero dos hacen el amor». Y no es lo mismo.
Ficha artística
Recital de Ricardo Fernández del Moral
Peña Flamenca Torres Macarena, Sevilla
18 de enero de 2024
Cante y guitarra: Ricardo Fernández del Moral