Hay cantaoras que te levantan la piel a bocaos. Otras lo hacen con la templanza y el conocimiento. No busquen en Raquel Salas arañones afilaos, sino elegancia y sabiduría. Recorre las esquinas del cante a ciegas. Porque las conoce y transita con holgura. Afina, pronuncia, respira y mece los tercios con profesionalidad y gusto. Dándole a cada palo lo que requiere, pero escarbando con sensibilidad en los extraordinarios recursos de los que está dotada. Pasea entre la dulzura y el desgarro contenido con una voz clara. No pega voces. Sabe aguantar los bajos y apretar arriba valiente, sin estridencias. Sin dejar de ser jonda y flamenca, todo en ella es bello, pulcro, sentido, fino.
La guitarra de Mané Ortega la paladea, la lleva en volandas a razón de rasgueos definidos y un pulgar gordo, de falsetas de enjundia cuajás de guiños al clasicismo, metiendo el Himno de Andalucía por alegrías o pasajes del Concierto de Aranjuez en la granaína. Solemne, puro y de pulsación fuerte, Mané abrazó con sus cuerdas la garganta bien timbrada y exquisita de Raquel en un diálogo intenso de caricias y arremetías.
«No busquen en Raquel Salas arañones afilaos, sino elegancia y sabiduría. Recorre las esquinas del cante a ciegas. Porque las conoce y transita con holgura. Afina, pronuncia, respira y mece los tercios con profesionalidad y gusto»

La Peña Flamenca La Toná de Sevilla, llena hasta en los rincones, enmudeció en los primeros compases de la mariana que nos llevó a La Puebla de Meneses y Moreno Galván. Raquel la hilvanó despacio, templándose. Supo recogerse gustosa recortando la sal de Cádiz por alegrías. Vibró por soleá con las fatigas de Talega, tronando en la de La Andonda, tocando otras variantes y rematando con poderío y doló en la de Paquirrí según Fernanda de Utrera. Abrió los tangos preludiándolos con la Nana del Caballo Grande sin remedos a Camarón, acordándose después de Juana la del Revuelo persiguiendo los ecos canasteros del bamboleo de esta gitana. Engarzó por malagueñas Mané lo que le dio la gana en un solo de guitarra limpio y original. Y Raquel resurgió por seguiriya vistiendo de luto el cante, sobria e hiriente, rascándose los centros con el reniego trianero, embistiendo con la de Paco La Luz, siempre emparentada con la de Tío José de Paula y coronando el lamento bordando el macho de Manuel Molina. Después tejió las sedas que evocan las hechuras de Vallejo por granaína y media granaína, escrupulosamente perfecta, almibarada. Quiso despedirse con un puñao de fandangos de Huelva y otro de Caracol sabroso ya mezclándose entre el público, pero la ovación obligaba al bis que regaló por bulerías, mirando a Jerez, a Luis de La Pica y al soniquete de tierras albarizas.
Raquel es de esas cantaoras que sin revolcarte, gusta. Decir solo que estuvo correcta no sería justo. En el flamenco hoy día no todo es dolor, pellizcos retorcíos y negrura. Cantaoras como ella hacen falta. Y no hay muchas. Cada vez se escapa más del corsé de los concurseros y viene pidiendo con fuerza su sitio en las peñas y circuitos. Ábranse las puertas.
Ficha artística
Recital de Cante de Raquel Salas
Empeñados por Sevilla
Unión de Peñas Flamencas de Sevilla
Peña Flamenca La Toná, Sevilla
22 de marzo de 2025
Cante: Raquel Salas
Guitarra: Mané Ortega


