Jesús Corbacho es un cantaor profesional, con conocimientos, muy inteligente. Sabe lo que le viene bien a sus facultades. También es necesario. Porque hay pocos de su corte y que se atrevan con un repertorio del calibre que ofreció en la Peña Flamenca Torres Macarena (Sevilla), sin recurrir a burdas imitaciones, sino imprimiendo su sello en cada tercio, haciéndolos suyos.
Conoce el paño. Solo aquellos que chanelan por dónde van pueden permitirse parar en los rincones del arte y trenzar los melismas del pentagrama a voluntad de la inspiración. Corbacho se entregó sin guardarse nada en el bolsillo. Lo dio todo hasta dejarse la piel y la voz. Domina los bajos y medios. Su garganta no es de apretones y aún así echó las higaíllas cuando hizo falta. Te gusta o no te gusta, porque no es cantaor de puñalás y zamarreones, pero levanta el vello con las caricias laínas.
Dicen que el cante de verdad hiere, que hay que ponerse feo cantando y que el flamenco duele. Y en ello se pierden muchos remedando en la impostura lo que no tienen ni se acercan a copiar. Corbacho es todo verdad. Su voz es seda infinita y no emociona con el pellizco sino con la suavidad del cante bonito, arrancando oles y erizando la piel a cada rato porque modula, mastica y paladea el cante paseándolo desde el corazón al gañote y de la nuez a la boca de la que rebosaron imposibles florituras de caramelo.
No todos los oídos son capaces de encajar semejante subidón de azúcar y se aburren o empalagan, pero este crítico le puede poner pocas pegas porque es goloso y lo mismo disfruta con el arañón de Fernanda que con el almíbar de Marchena, a quien Corbacho tributó con cuatro salpicones en su recital sin falsificarlo.
«Corbacho se entregó sin guardarse nada en el bolsillo. Lo dio todo hasta dejarse la piel y la voz. Domina los bajos y medios. Su garganta no es de apretones y aún así echó las higaíllas cuando hizo falta. Te gusta o no te gusta, porque no es cantaor de puñalás y zamarreones, pero levanta el vello con las caricias laínas»
«Unos no llegan y otros se pasan», dijeron entre el público. Porque se alargó en algunos palos. Pero no vi ni un atisbo de ostentación, sino la intención legítima de gustar y desnudarse ante los cabales de una peña a la que acudía con responsabilidad, gratitud absoluta y un recital surtido de cositas que pocos hacen de esa manera. Jesús ofreció una actuación extraordinaria arropado por un público cuajao de artistas y buenos aficionaos que agradecieron sus hechuras y humildad.
Del camerino salió a la llamada de la guitarra melodiosa y rica de David Caro, que fue de menos a más con las imprecisiones pero siempre flamenco, original y llevando en volandas al cantaor, que decidió principiar engarzando una ristra de pregones como el de las moras, el de las uvas o el de las flores. Luego revalidó la Lámpara Minera con un cartucho de cantes por Levante demostrando maestría y experiencia en la alternancia de tarantos y tarantas, entre las que bordó las que interpretaba Vallejo —el sombrero lorquino—. Se rebuscó después por seguiriya. En el primer cuerpo la letra llevaba a El Marruro y la música a la particularísima cadencia del Chacho Bastián de Lebrija. Se acordó de la versión de Tío José de Paula, rindió honores al cante gitano y Tomás, llegando al macho de Enrique El Mellizo estrujándose las asaúras. Escarbó en la pena insondable para liberar el negro lamento en sus quejíos encontrando el alivio por cantiñas, donde se lució dando un repaso al ramillete de estrofas que eligió con originalidad, ligándolas en ocasiones en un juego certero con el compás y el buen gusto. Incluso aquí evocó a Marchena, no mejor que en la guajira, donde hizo encajes de bolillos con la afinación, los volúmenes, tiempos y silencios. Pero antes suavizó la solemnidad de la mariana de Menese acomodándola con su impronta, preñándola de detalles hermosos. En la soleá entró y salió de Alcalá y Triana con el preciosismo entre sus labios, con vueltecita a Jerez por Frijones y a El Mellizo por Cádiz según El Carbonerillo. Homenaje a Manuela Carrasco en una de las letras. De nuevo respirando los ecos de El Arenero, El Sordillo y Pinea cerró la tanda de pastelería fina. El Alianda de La Paquera abrió la bulería, donde sisó detallitos a Marina Heredia, Manuel Molina o Caracol y derramó halagos a su mujer y sus hijos, allí presentes. Abrochó con un puñao de fandangos. De Vallejo, de El Sevillano, Marchena y otros tantos por Huelva donde echó el pestillo en Alosno con el valiente de Toronjo. Con el público en pie correspondiéndole con su ovación al recital, se llevó el respeto de la peña y la afición un chorreón de melaza con regustos de jondura.
Ficha artística
Recital de Jesús Corbacho
Ciclo de Lámparas Mineras en Torres Macarena
Peña Flamenca Torres Macarena, Sevilla
11 de enero de 2025
Cante: Jesús Corbacho
Guitarra: David Caro