Sacudiéndome las mijitas de los polvorones y empachao de zambombas, palillos y panderos cambié de feligresía tirándome de cabeza, con muchas ganas, al templo del flamenco en Sevilla. La Peña Flamenca Torres Macarena descorchó el año reanudando sus recitales con El Choro, que se arropó con las mieles de dos gargantas rotundas y la mejor guitarra de acompañamiento al baile que saben istinguí mis oídos. Jonathan Reyes se lució como nunca, rebosante de gusto e inspiración moviéndose en los medios sin estridencias ni gritos y Juan de la María revalidó su escaño entre los cantaores que pegan pellizcos desde atrás. Con una sinfónica de jondura y sensibilidad en el pecho, Juan Campallo derramó la exquisitez de su sonanta. Fue una noche redonda para el gozo de la afición que llenó la sala, repleta de cabales y artistas.
Nunca me había gustado tanto el baile de El Choro hasta que me clavó su verdad en las distancias cortas. O tuvo un buen día. O lo tuve yo. El caso es que me contagié llenando mi boca de nuevos oles para estrenarlos en esta bendita casa.
«El Choro inundó el silencio con sus chasquíos y la percusión de sus pies, bien definidos, que apuntillaron los maderos de la peña quejándose por seguiriya con todo el luto del cuerpo. Dibujó con su figura recia y varonil la negrura de un lamento. Sin concesiones de vanguardia, bailando por derecho»
Abrió un solo de la bajañí de Campallo tejiendo las sedas con la pulcritud de sus trémolos. Después Juan de la María se acordó de La Juanaca al principiar las cantiñas, Jonathan de las de Córdoba ligás con finura. Y no faltaron las de Pinini. El tono de la guitarra dio pie a la nuez de Juan, que templó la toná chica por los olivaritos del valle y Jonathan encajó en esos aires letrillas del Romance de la otra. El Choro inundó el silencio con sus chasquíos y la percusión de sus pies, bien definidos, que apuntillaron los maderos de la peña quejándose por seguiriya con todo el luto del cuerpo. Dibujó con su figura recia y varonil la negrura de un lamento. Sin concesiones de vanguardia, bailando por derecho. Olvidándose de ostentaciones de tacón a pesar de tener unos pinreles vertiginosos y potentes. Pero supo pararse, arrastrarlos, bailarle al silencio y a la pena del macho de El Tuerto de La Peña con el que atajó el de la María su dolor.
Mecieron la malagueña de El Mellizo engarzada con una tanda de abandolaos que inció la rondeña deleitando al respetable. Y una ristra de letras de soleá por bulerías llevaron en volandas a El Choro que le bailó al cante domeñando el compás, redoblando los cierres, con variedad de desplantes, escobillas y llamadas poderosas. Se gustó e hizo disfrutar a un público que no paró de jalearlo acurrucándolo mejor que en brazos. Porque El Choro se entregó entero con un atrás de categoría suprema que echó los restos en el remate por bulerías.
Y de postre un fin de fiesta impagable marca de la casa al que se unieron las bailaoras Marina Valiente —en estado de gracia—, Lucía La Piñona y Mercedes de Córdoba, además de El Petete y El Frasco. ¡Qué derroche de gitanería y flamencura! Pa pegarse chocazos.
Ficha artística
Recital de baile de El Choro
Peña Flamenca Torres Macarena, Sevilla
8 de enero de 2025
Baile: El Choro
Cante: Jonathan Reyes y Juan de la María
Guitarra: Juan Campallo