Comienza el año 2025 y la temporada flamenca de la Peña La Platería (Granada) con noticias tristes. El pesar por el fallecimiento de hasta cuatro artistas flamencos en los pocos días que llevamos de este año es un varapalo importante para quienes amamos este arte. No hace tres días que falleció casi inesperadamente el guitarrista Miguel Ochando, uno de los mejores en activo y con una sensibilidad en su toque difícil de superar. Granada queda huérfana de una de las guitarras de esta generación, aunque por suerte hay relevo y de altura. De ahí que todos los artistas que subieron al emblemático escenario de la peña tuvieran unas sentidas palabras para él.
El público, cabal y respetuoso, antes del comienzo del espectáculo, guardó un sentido minuto de silencio in memoriam.
Yendo al grano, La Platería, en su programación, dedica cada trimestre un espacio a los grandes artistas que están por llegar, aquellos jóvenes que inician sus carreras y ya despuntan por sus buenas maneras. Así, el jovencísimo malagueño Matías Campos ha iniciado la programación trimestral y el nuevo año. Curiosamente se juntaron en el escenario tres Campos. Campos de apellido pero sin vinculación familiar alguna: Matías Campos, el protagonista de la noche, Rubén Campos, guitarrista granadino, y Abraham Campos, cantaor también de la tierra con un eco especial y flamenco donde los haya.
Matías es un bailaor tremendamente joven, con aptitudes y entregado al baile por el baile. Su escuela es innegablemente granaína, a pesar de curtirse en Málaga. Es de figura recta, varonil, baile en hombre, que sentenciaría Vicente Escudero en su decálogo del baile.
Se le notan maneras y hechuras de bailaor disconforme, con ganas de aprender y de aportar. Se encuentra en fase de formación y es obvio que sus referentes afloran en cada uno de sus movimientos por encima de una personalidad propia. Aún así, comienza a tener personalidad a pesar de agarrarse a una estética fácilmente reconocible de la escuela granaína: Manolete. A partir de aquí, es fácil entender que los herederos naturales de las formas de Manolete, sus sobrinos Juan Andrés Maya e Iván Vargas, fundamenten el presente y el futuro de esta escuela sacromontana. Para con el caso de Matías, hay que añadir que es un mini Juan Andrés, dicho en el mejor de los sentidos. De él se nota que ha absorbido la pose, el temperamento en el escenario, los pasos, la mirada, los remates y hasta la posición de las muñecas, el uso de elementos escénicos como la silla que usara Manolete y su saga, para anticipar un sello personal.
«Matías Campos es un bailaor tremendamente joven, con aptitudes y entregado al baile por el baile. Su escuela es innegablemente granaína, a pesar de curtirse en Málaga. Es de figura recta, varonil, baile en hombre, que sentenciaría Vicente Escudero en su decálogo del baile»
En la bulería con la que comenzó, corta pero expositiva, ya se apreciaron los matices de sus maestros: fuerza en los pies, y verticalidad. Fueron cortas, pero mejor así, que si no se hacen tediosas.
Rubén Campos se quedó solo en el escenario para dedicar unas palabras al maestro Ochando y terciar una intro personal que dio paso a la farruca Punta y tacón de Sabicas, en una versión particular en el remate final propia del tocaor plamplonica en sus directos.
Por alegrías, Matías hizo acopio de una silla, acordándose de Manolete y de Iván Vargas, no sólo en la estampa visual sino en la templanza con que éstos bailaban esta pieza. Fue rápido en los movimientos, cuadriculado en la técnica y sin apenas silencio ni escobilla, ya que la bulería por Cádiz vino sin pensarlo a modo de coda para retomar cierres de pies y una figura muy versátil en el comportamiento rítmico, uno de los fuertes de este bailaor.
En la transición al cambio de vestuario, mejorable, Abraham Campos cantó por tarantas de Pepe Marchena y taranto de corte camaronero –Se pelean en mi mente– que en algún directo hemos escuchado al gran Morente antaño. En la guitarra, sobresaliente Rubén Campos con guiños continuos a Ramón Montoya.
El final del espectáculo vendría por soleá, en términos similares a las alegrías, aunque cumpliendo los preceptos de las partes. Volvemos a identificar claramente a Juan Andrés Maya en toda la coreografía, en todos los gestos, incluso hasta algún guiño a Mario Maya. Asoma la patita cuál es el referente de Matías, al que por personal y joven es necesario pedirle que amplíe sus conocimientos y escuelas para convertirse en el gran bailaor que anticipa que será. Remataron con un bis por bulerías con falseta de Rubén reivindicando a Diego del Gastor.
Acompañó al cuadro Miguel El Cheyenne, siempre acertado en el marcaje del compás en el cajón y secundando al resto de compañeros en su justa medida. Más como él son necesarios.
Ficha artística
Matías Campos
Peña La Platería, Granada
11 de enero de 2025.
Baile: Matías Campos
Cante: Abraham Campos
Guitarra: Rubén Campos
Percusión: Miguel El Cheyenne