Fue por casualidad. En un día de esos que uno está pa perderse, le falta el aire y busca el flamenco que lo alivia. Ni por obligación ni de pensamiento. No iba a ir. Que no tenía yo idea de acabar otra vez preso de la magia que rezuman cada tres por dos los muros de la Peña Flamenca Torres Macarena de Sevilla, donde entran ganas de quedarse a vivir. Es más: no había visto nunca a Abel Harana sobre las tablas. Y se rifó con el cuadro los papeles al cante, el toque y el baile trocando lo que iba a ser un recital en una juerga improvisá pa emborracharse de arte.
Abel, El Galli, El Pechuguita y la guitarra briosa de Rubén Romero trajeron el gozo, el age, la gracia y el desparpajo a los maderos de la ensolerada peña, que se convirtió en un cuartito de cabales donde todo el que pisó el escenario hizo lo que le dio la gana: cantar, bailar o tocar con indiferencia de que el cartel los anunciara a cada uno en su faceta.
Salió el bailaor desde el camerino endiñando los primeros pellizcos por tonás. Cantando. Sorprendiendo al respetable. Porque lo hace muy bien y sabe dolerse. Lo secundó la voz gorda, plomiza y bronceada de El Pechuguita untando las mieles de su garganta. Y coronó El Galli rajando su nuez de alfileritos hirientes. El baile se puso serio en la figura de Harana, que auguró en sus primeros dibujos el deleite que vino después. De pose sobria, recia y tradicional, pero cuajao de frescura. La bulería copó el solo de guitarra de Rubén, que calentó sus dedos para mojar en el guiso. Prosiguió El Galli con la taranta minera de Chacón y El Pechuguita con la levantica de El Cojo de Málaga. Pero donde llegó el colmo del sabor fue en el remate por tangos. Abel bailó guasón, irreverente, flamenco y colmao de enjundia y naturalidad. Respiró el baile sin pensarlo. Solo sentía y disfrutaba como un niño de una reunión de verdaderos aficionaos que les apasiona el veneno que el flamenco les jinca. Así culminó la primera parte.
«Y no solo demostró Abel Harana que tiene buenos pies, sino que giró con garbo, elevaba los brazos con gallardía, gesticuló lo que pedía el cante, redoblaba los desplantes, pintó de renaceres las escobillas y parió el baile con espontaneidad a cada momento, bailando así porque sabe, lo tiene, puede y quiere, tributando con su cuerpo al cante y a la guitarra»
En la segunda tanda los nudillos sobre la mesa hicieron compás de soleá por bulería con la guitarra redonda de El Pechuguita —habéis leído bien—, a quien se la robó El Galli espurreando la cal —seguís leyendo bien—. Y cantaron los tres pa pegarse chocazos por las esquinas. Abel se lució ligando unos cuantos tercios de música y letra propias cabalgando entre los aires de Utrera, Lebrija y Jerez, regados con manzanilla de Sanlúcar, de donde es este polifacético flamenco que despertó la envidia cochina de mi afición por tener tantísimo paladar y talento. ¡Ole, joé! Luego bailó por alegrías sobrao de compás, con figuras completas sacadas de otros tiempos pero tamizadas por un conocimiento tremendo que se transparentó en su baile, quintaesencia de muchos bailaores en un mismo discurso dancístico que aprovechó a su manera dejando la impronta de una particularísima personalidad. Espontáneo y jondo, sabio, antiguo y nuevo. Y no solo demostró que tiene buenos pies, sino que giró con garbo, elevaba los brazos con gallardía, gesticuló lo que pedía el cante, redoblaba los desplantes, pintó de renaceres las escobillas y parió el baile con espontaneidad a cada momento, bailando así porque sabe, lo tiene, puede y quiere, tributando con su cuerpo al cante y a la guitarra, paseando cuando hay que pasear y parándose en el segundo justo. Pestañeaba y le brotaba el flamenco. Salpicó sal del tacón al flequillo. Junto al cuadro de categoría que lo acompañó, hizo disfrutar a la peña de lo lindo porque ellos lo pasaron de lujo en este bendito entarimao.
De postre un fin de fiesta por bulerías al que se sumaron el tocaor Daniel Mejía El Carqui, el bailaor Pablo Egea y la jovencísima y arrebatadoramente flamenca Yaiza Trigo. Y así me robaron las penas estos canallas, tatuándome en la talega de mis desvelos la juerga de Abel Harana o el age del cante y el baile, que es lo mismo.
Ficha artística
Recital de baile de Abel Harana
Peña Flamenca Torres Macarena, Sevilla
22 de enero de 2024
Baile: Abel Harana
Cante: El Galli y El Pechuguita
Guitarra: Rubén Romero