Su majestad Aurora Vargas
Apoteósico recital de la veterana cantaora en el ciclo Flamenco viene del Sur (Teatro Central, Sevilla). La bailaora Alba Heredia cosechó también un merecido triunfo.
Por Luis Pérez. Expoflamenco. Sevilla 6/3/2019. Fotos: Quico Pérez-Ventana
Al que no le guste esto, que vaya al médico. El taco. Ha formao el taco. Porque esas formas, esa maestría, ya no se ven. Y mi Diego, que es para comérselo, cómo ha tocado, qué bien. Y la muchacha, Alba Heredia, baila pero que muy requetebién. El grupo de ella no me ha gustado tanto, mucho ruido y tanta prisa. Si es que se creen que el cante hay que ponerlo al servicio del baile para que este luzca. Y no es así. Que sí, tienes razón, que se ha hecho de esa forma toda la vida. Pero te digo yo que no hace falta gritar tanto ni tocar las palmas tan fuertes. Te invito a una copita.
La cuarta función sevillana del ciclo Flamenco viene del Sur, organizado por el Instituto Andaluz de Flamenco, prometía al público menos avezado una combinación insólita: Aurora Vargas y Alba Heredia. Juntas, en el mismo escenario. Qué va, mujer. Esto ya se está convirtiendo en una tradición. Toman dos figuras, de cante y baile, por ejemplo, y les dan cuarenta y cinco minutos a cada una en el mismo espectáculo. Sin ninguna relación, sin ningún hilo conductor o estructura compartida. Pues yo no lo veo mal, pues yo sí.
Alba Heredia nació hace veinticuatro años en Granada, en el mítico arrabal del Sacromonte. Se echó en brazos del baile de pequeñita, en la cueva de su abuela La Rocío, y desde entonces no se ha bajado de los escenarios. Bueno, lo hizo anoche, en medio de una soleá inolvidable. Se puso a bailar en el proscenio y, de pronto, comenzó a subir los escalones del Teatro Central. Con su elegante vestido negro y su larga melena recogida, su mirada de fuego y lágrimas, de gitana abandonada por su amante. Alba bailó por to lo jondo y por derecho. Buscaba y no hallaba. Es la soleá, el cante del desasosiego, el del amor perdido. Incluso se sentó junto a un espectador, creyendo encontrar a su amado. No era él, lo mismito que le pasó a Penélope en su banco de pino verde. Bajó bailando de nuevo hasta caer rendida a los pies de la guitarra, en busca de un hombro amable de ciprés que la consolara.
Nos encantó también por alegrías, por su gracia, su donaire, y porque demostró un dominio fantástico del braceo y de la bata de cola. Mira cómo barre las tablas, que parece que no tuviera pies. Y las manos, como palomas, que tiraban pellizquitos al aire de Sevilla para luego recoger la cola en su cintura. Es ahora una hermosa gaditana pregonando las flores de su canasto. En la cartagenera clásica que siguió a una larguísima introde guitarra, la granadina sacó su parte más íntima, su baile de dentro.
Diez minutos de ambigú y volvemos al graderío. Ya suben el telón. Cuando el público vislumbra a Aurora Vargas (Sevilla, 1956), grita, patalea y hace retumbar el suelo. Parece que hay una estrella en escena, ¿no? Ni siquiera ha abierto la boca, pero brilla con luz propia ahí sentada, con su vestido blanco, su pañuelo a juego y su sobretodo gris con brillos y flecos. Mírala qué guapa, se parece a una Virgen que hay en la Macarena.
No comenzó bien, son los nervios, no está centrada. Alegrías de Cádiz y cantiñas de las Mirris para el olvido. Ahora, con vuestro permiso, os voy a dar las buenas noches, pero voy a beber agüita para el susto. Susto no, lo siguiente. Yo voy a intentar poner toda la carne en el asador, que estoy loca por una barbacoa. Ya tiene al público a sus pies.
Voy a cantar un poquito por soleá. La guitarra de Diego del Morao suena limpia, cálida, siempre pendiente de la cantaora. Con el mismo temple Aurora se templa, la voz se aclara. Ya están aquí los sonios negros, el cante de pellizco. Se acuerda de Manuel Torre, de La Serneta y de La Andonda. Pero tiene tanta personalidad y tanta sabiduría que no se parece a nadie.
Tientos clásicos y tangos memorables. Por primera vez se levanta de la silla y sus brazos se elevan para bailarle a su propio cante. Ese es el baile gitano, el de la picardía, el arte y el desparpajo. Un minuto y medio, de reloj, de ovación en pie.
Mira, le espeta al respetable, que ustedes ahí estáis muy a gusto. Qué ángel. Ay, qué me gusta reírme, me vais a perdonar, pero es que me gusta mucho reírme. Y tras dedicarle la seguiriya al maestro José de la Tomasa, cambió por completo el rictus amable por el de la tragedia. Abajito del puente me parió mi mare. No se puede tener más gusto en una queja, ni más regusto al rematar un tercio.
Espera, que viene la Aurora festera, la gracia flamenca hecha mujer. Media hora por bulerías, de todas las clases y fuentes. Y su baile. Porque ella es bailaora además de cantaora. Su garganta y sus pies son incansables. Es la reina del cante gitano. Y si no, mira las pupilas de los aficionados. Dime por qué no pueden dejar de aplaudir. Al cronista aún le duelen las manos.
Ficha artística
Espectáculo: Aurora Vargas y Alba Heredia
Ciclo: Flamenco viene del Sur
Lugar y fecha: Teatro Central de Sevilla. 6/3/2019
Primera parte:
Al baile: Alba Heredia
Cuadro de cante y palmas: Juan Ángel Tirado, Rafi Heredia y Roberto Peralta
A la guitarra: Luis Mariano Renedo
Segunda parte:
Al cante: Aurora Vargas
A la guitarra: Diego del Morao
Palmas: Chicharito de Jerez y Rafa de Jerez
Carmelo Camino Camino 7 marzo, 2019
No vi el espectáculo, pero como te conozco y sé lo cabal que eres… El espectáculo tuvo que ser como cuentas. Gracias por hacernos sentir eh el Teatro. Un abrazo Luisito, a ver si nos vemos pronto.
José Cerna 5 diciembre, 2020
Te pasaste (como decimos en mi tierra, el Perú), maestro Luis: tu crónica, llena de agudeza y vida, y qué bien escrita, un homenaje a esa mujer maravillosa, mujer mujer que es Aurora Vargas, de la que, como sabes, todos vivimos enamorados. De flamenco sé poco, como entendido, pero lo vivo, como se vive la «cosa» «popular» en todo el mundo, cuando se es «de adentro». No estuve en ese espectáculo pero después de leer tu texto puedo decir que he estado…
Luis Pérez 6 diciembre, 2020
Muchas gracias por tus palabras, José. Me llegan muy adentro. En estos días tan duros, es reconfortante saber que siempre hay gente amiga leyendo al otro lado.
Recibe un saludo flamenco,
Luis Pérez