Farruquito y Remache salvaron un Potaje soso
El LXVII Potaje Gitano de Utrera, decano de los festivales flamencos, se dedicó la noche del sábado 24 de junio con notable acierto a Aurora Vargas y a su marido, el recientemente fallecido Pansequito, que cumplía este 2023 sesenta años de carrera. Brillaron Farruquito y Remache.
Lo protocolariamente respetuoso hubiera sido mencionar en lo impreso el ofrecimiento a la ilustrísima Fernanda de Utrera con motivo de los cien años de su nacimiento. No viviremos otro centenario para desaprovechar así la ocasión. Pero aunque no apareciera rotulado, la organización, el presentador y los artistas tuvieron la deferencia de honrarla durante toda la noche con algún vídeo, la palabra y el cante.
El decano de los festivales flamencos se dedicó la noche del sábado 24 de junio con notable acierto a Aurora Vargas y a su marido, el recientemente fallecido Pansequito, que cumplía este 2023 sesenta años de carrera.
Todo el papel vendido. Se abarrotó el patio del Colegio de los Salesianos. No se recordaba esa taquilla desde aquella edición, hace ya casi dos décadas, en la que se homenajeó a Alejandro Sanz como reclamo para recaudar. No olvidemos que este certamen tiene el objetivo de llenar las arcas de la Hermandad de los Gitanos de Utrera para su labor social de ayuda a los desfavorecidos. Solo de esta manera se explica el señuelo del cantaor Israel Fernández encabezando la cartelería por encima de Juanito Villar, a quien le correspondería sin duda ese sitio. Es curioso que en los carteles que anunciaban el festival pegados por las paredes sí figuraba así, pero no en el diseño que circula por los medios y redes.
Se agradece el trato y las atenciones a la prensa en las mesas presidenciales, pero esto no obliga a la condescendencia ni a una crítica que acaricie el lomo, como no lo será esta, ya que asistimos a la velada en la que Farruquito y Remache salvaron un Potaje soso. Hasta el que comimos. Desde que murió Pepe Méndez… Disfrutamos de algunas cositas buenas pero hubo poco que festejar.
Juan Garrido fue el maestro de ceremonias. Llevó con dinamismo, naturalidad y soltura una magnífica presentación. Su presencia es garantía de calidad. Los conocimientos y el desparpajo se dan la mano en su persona. Y puede olvidarse de los papeles.
«Asistimos a la velada en la que Farruquito y Remache salvaron un Potaje soso. Hasta el que comimos. Desde que murió Pepe Méndez… Disfrutamos de algunas cositas buenas, pero hubo poco que festejar»
Rafael de Utrera
La prenda torera sobre el respaldo de la silla auguraba el cante de Rafael de Utrera. Fue el encargado de abrir el día de los Juanes con el compás de Javi Peña y Diego Montoya. El Perla a la guitarra descolló en el acompañamiento ofreciendo una servidumbre de categoría. Rafael comenzó paseando la soleá trianera jugando con su amplitud de registro. Pretendía el lucimiento en los bajos y perfilar hasta el límite de la estridencia los altos en los que arremete como pocos. Amasó en su garganta las variantes apolás y esa en la que la gitana enciende la luz o aquella que evocó a Camarón cuando se miraba en el espejo de José Lorente. Después por Levante le cambió como de costumbre el nombre a la taranta de La Gabriela por Carmela y lo remató con La Tarara ora susurrando ora tocando la octava alta. Entró por los cañaverales en las cantiñas, se arromeró y camaroneó de nuevo. Se acercó al romance para principiar la seguiriya en la que deambulaba por florituras innecesarias. La abrochó arrimándose a las formas cabales de la toná liviana de Diego El Lebrijano. En las bulerías empezó con la manida letrilla de un pan, dos pan, tres pan, medio pan, una rosca y un pico , queriendo luego encandilar con su versión del Señorita de Enrique Montoya. Rafael cantó bien pero dijo poco. Calcó el catálogo de estilos y letras de otros recitales. Y aunque le puso ganas, resultó tibio.
Juanito Villar
Desde La Caleta vino Juanito Villar con la sonanta chiclanera de Nono Reyes. A la merma que le imponen los años hubo que empujarla con el recuerdo, poniendo de nuestra memoria los zamarreones que endiñaba en aquellos tiempos en los que estaba en plenitud de facultades. La tos no lo dejó, pero hizo lo que pudo con la dignidad de un maestro por soleá, tangos y bulerías, oliendo a la sal de Cádiz y abrazándose a las hechuras de Alfonso de Gaspar. Quien tuvo el sabor dejó al menos regusto. 76 años que calza y aún es capaz de arañar un poquito. Los veteranos deben estar en los festivales, incluso si su cante roza el ocaso. Juan le echó reaños al asunto, demostrando valentía y paladar.
Farruquito
Garrido dijo de Farruquito que «entendió el concepto del baile desde la sangre», definiéndolo en pocas palabras. Acompañaron al bailaor la voz dulce y frágil de Ezequiel Montoya, su inseparable Mari Vizárraga e Ismael El Bola, que cantó pa reventá brillando en el cuadro que completaban la guitarra pulcra y coloreá de Manuel Valencia y la extraordinaria percusión de Paquito Vega. Juan bailó para enmudecer al público. Fue el único que se ganó el silencio. Pintó con elegancia el canon del baile gitano, embistiendo al dolor en la seguiriya hiriente. Arrastró el lamento al entarimao y lo cosió con sus tacones. Llamadas, desplantes y zapateaos de locura arribaron en el cambio de Manuel Molina con el que cerró Vizárraga. Después se mostró muy flamenca pero gritona en los tangos. Las cantiñas arrojaron de nuevo a Farruquito al escenario pleno de gracia y coraje. Bailaba al cante regocijándose en cada uno de los tercios a los que correspondía con los pies, el torso, los brazos y esa cara morena que transparentaba el alma flamenca de un gitano de verdá. Agarró la guitarra señalando su virtuosismo al toque con el instrumento para acompañar un fin de fiesta por bulerías con pataítas de Valencia y Mari, además de la suya propia sin soltar la bajañí en los quiebros que coronaron una actuación que salvó el Potaje de la quema.
«Farruquito fue el único que se ganó el silencio. Pintó con elegancia el canon del baile gitano, embistiendo al dolor en la seguiriya hiriente. Arrastró el lamento al entarimao y lo cosió con sus tacones. Llamadas, desplantes y zapateaos de locura»
Reconocimiento a Pansequito y Aurora Vargas
Llegó la hora del reconocimiento con un vídeo que repasó la trayectoria y cualidades inimitables de Pansequito, un cantaor que ligaba los tercios como nadie con una creatividad sin parangón en el panorama del flamenco de su época, y Aurora Vargas, que junto a su hijo lo miraba con los ojos cargados de lágrimas, compungida por la pérdida. Esta arrebatadora gitana, «fuerza de la naturaleza», subió a los maderos con las autoridades, patrocinadores, artistas y Antonio Fernández, cardiólogo de Panseco y mantenedor del acto. Antonio cuajó de sentimiento una disertación muy emotiva en la que alternó la palabra con los cantes de Pansequito. «Cuando el corazón habla al corazón llega». Resumió la admiración que profesaba desde niño a su ídolo y cómo se convirtió en su médico y amigo. Se deshizo en elogios para este matrimonio de jondura en unos instantes de sensibilidad exquisita. Aurora se lo dedicó a Panseco y el de Panseco a Curro Romero, allí presente. Pero no quiero aburrirles con los detalles que pueden ver en el resumen audiovisual adjunto a estas líneas, si gustan, gracias a la gentil cesión de Media Directo, de Juanlu Galán, que realizó la retransmisión en vivo y la grabación de esta pieza.
Israel Fernández
Con las palmas de Marquitos Carpio y El Pirulo y Diego del Morao a la guitarra, salió a las tablas Israel Fernández. En la bulería por soleá recorrió variantes que bordaban Fernanda o Perrate, como La Andonda y esa letrilla que revelaba que esa gitana camela cositas que no están en orden. Aunque también se acordó del eco de Agujetas en la de Juan Ramírez o de La Jilica de Marchena. Repitió como siempre los versos de Bécquer en los que trocaba por una mirada un mundo. Y al echar el cerrojo al primer cante soltó un gallo difícil de disimular. Después se alivió por tangos e hizo lo mismo en las bulerías. Dos fandangos que buscaron le emoción en las letras y poco más. Israel ha dejado de sorprender por su velocidad en la voz y la afinación. Se ha acomodao en un repertorio repetido que aburre, porque más allá del amplio conocimiento y casi la perfección vocal, solo transmite la frialdad de la copia. Diego no estuvo especialmente fino en algunas partes del acompañamiento, algo raro en él, aunque pocos le hacen sombra en el soniquete y la impronta jerezana que marca con su sonanta. Genial por bulerías.
Esencia y compás
Para ponerle el broche al Potaje se armó un fin de fiesta por bulerías con Esencia y compás, un cuadro salpicado por artistas de distintas partes de la geografía flamenca. Y removió más que muchos. Las guitarras de Ismael Heredia y Vicente Santiago se fundieron para arroparlo. Inició Maela Jarrita con age en los cuplés derramando gitanería de la vieja. «La esperanza del cante de Utrera» se hizo piñonate en la voz de Manuela del Moya. En Utrera yo nací, yo casi nunca lo digo, no me gusta presumí. Esta niña cantó bonito. El Berenjeno tronó con su sonío recio en las formas cortitas de Jerez calando con peso. Remedios Reyes fue la que mejor se templó por Utrera tributando a Bernarda, Gaspar y Enrique Montoya, a más de bailar con flamencura y entregarse por completo. Luego fue el turno poco afortunado de Manuel Fernández El Borrico. Y antes de que Macarena de Jerez le pusiera entusiasmo a la cosa y la intervención improvisá, fuera de carta, del torrente con gusto de Angelita Montoya que quiso regalar un ratito de cante para echarle el pestillo al festival, en solo unos minutitos Remache de Málaga dio un revolcón de arte al Potaje con su baile y el cante por Gaspar que me birló los oles que traía de vuelta a casa.
* La Hermandad de los Gitanos de Utrera está rediseñando la web de El Potaje a cuya versión en pruebas se puede acceder en www.potajegitano.com
Ficha artística
LXVII Potaje Gitano de Utrera
Homenaje a Pansequito y Aurora Vargas
24 de junio de 2023, Colegio de los Salesianos, Utrera (Sevilla)
Cante: Juanito Villar
Guitarra: Nono Reyes
Cante: Rafael de Utrera
Guitarra: El Perla
Palmas: Diego Montoya y Javi Peña
Cante: Israel Fernández
Guitarra: Diego del Morao
Palmas: Marquitos Carpio y El Pirulo
Baile: Farruquito
Cante: Ismael El Bola, Ezequiel Montoya y Mari Vizárraga
Guitarra: Manuel Valencia
Percusión: Paquito Vega
Esencia y compás
Cante: Maela Jarrita, Manuela del Moya, El Berenjeno, Remedios Reyes, Manuel Fernádez El Borrico, Remache de Málaga, Macarena de Jerez y Angelita Montoya
Guitarras: Ismael Heredia y Vicente Santiago
Palmas: Tate Núñez
Iván M 25 junio, 2023
Está claro que el flamenco debe ser ágil, vivo y profundo a la vez y que no es fácil dejar huella con solo talento frío.
Es la magia y a la vez la dificultad de este arte.
Nuestras noches calurosas andaluzas, con su caló y cielos estrellados, tienen sus citas necesarias cada año, pero para presenciar esa jondura misteriosa, que es la clave inigualable del flamenco, no son los mejores lugares ni momentos.
Eso sí, que muy pocos tienen tanto conocimiento como quien hace esta crónica, como para afínar en tantos matices.
Gracias Kiko.
Dejas escrito para quien quiera y pueda recoger lo que rodea a esta cultura en nuestra época.