Paymogo celebra el nacimiento de su peña y Huelva, el aniversario de la femenina
En septiembre, la provincia de Huelva ha visto nacer a la Peña Flamenca El Contrabando, de Paymogo. También se viste de gala para celebrar el cuarenta aniversario de una de las peñas flamencas más singulares de toda la geografía nacional e internacional, la Peña Cultural Flamenca Femenina de Huelva.
Amar el Flamenco no es solo decirlo, vivirlo, disfrutarlo y respetarlo, que ya es mucho y bueno. El Flamenco necesita unión, divulgación, promoción, búsqueda e investigación. Y cómo no, provocar momentos que al día siguiente o con el paso de los días, de los meses y los años, queden en el recuerdo individual y en el colectivo. Para ello el concurso necesario de las peñas y asociaciones flamencas desde algo más allá de mediados del siglo XX hasta hoy ha sido importantísimo. Yo diría, sin temor a equivocarme, fundamental. Desde mi propia vivencia no concibo el flamenco sin las peñas.
Por todo lo dicho, cada vez que se da a luz una entidad flamenca, o una de ellas cumple una efeméride importante, debemos ser conscientes del trabajo que hay detrás de ello, pero de un trabajo altruista que hace engrandecer el arte del que somos seguidores. El flamenco, tantas y tantas veces vilipendiado, mofado y dejado a la deriva, ha encontrado en estos reductos de aficionados y aficionadas su particular cueva donde custodiar su tesoro, el tesoro de la afición y del respeto, donde se sabe escuchar, dialogar y preservar este legado musical, social y cultural.
En septiembre, la provincia de Huelva ha visto nacer a la Peña Flamenca El Contrabando, de Paymogo. También se viste de gala para celebrar en estos días y en los venideros de octubre el cuarenta aniversario de una de las peñas flamencas más singulares de toda la geografía nacional e internacional, la Peña Cultural Flamenca Femenina de Huelva.
La localidad del Andévalo noroeste onubense, situada en la ribera del río Chanza, debe su nombre a la influencia portuguesa. No en vano es límite fronterizo con el país vecino (Pagus = aldea en latín; Mogo = señal que delimita un terreno, del portugués). Esta cercanía y cohabitación en épocas pasadas con Portugal nos llevan a entender el nombre de El Contrabando en la Peña Flamenca que ahora se funda. Junto a la actividad pirítica, agrícola, ganadera y apicultora del pueblo, otra es la cinegética, caza mayor y menor, actuando con gran importancia en ello la Peña La Montera que comparte su sede con la recientemente creada Peña Flamenca.
«El acto de valentía que significa echarse a la espalda la responsabilidad de velar por un arte intergeneracional y promover la afición al flamenco es lo que más me enorgullece. Las estructuras humanas que componen la Peña Flamenca El Contrabando (Paymogo) me hacen ser optimista en un horizonte de éxito compartido»
Paymogo es una localidad con fuerte raigambre flamenca donde, como no puede ser de otra manera, el fandango tiene un sello personal. De Paymogo fue el cantaor José María Martín Infantes (1914 – 1965), más conocido como el Moreno de Paymogo. En la actualidad no nos podemos referir a este municipio, en lo que a flamenco se refiere, sin hacer mención especial a la labor que Manolo Sierra lleva a cabo con su escuela flamenca, en la que jóvenes valores como la lugareña Consuelo Haldón están siendo una realidad del actual panorama flamenco. A futuro, es indudable hablar de Ana y Cristina Sierra o Carmen Moreno, entre otros. En parte, esta labor de los últimos años, así como la afición autóctona, es la que ha terminado por poner la semilla necesaria para la constitución de una nueva peña flamenca. El acto de valentía que significa echarse a la espalda la responsabilidad de velar por un arte intergeneracional y promover la afición al flamenco, que es lo que debe encerrar la apertura de puertas de esta peña, como la de todas, es lo que como aficionado más me enorgullece. Las estructuras humanas que componen esta nueva andadura me hacen ser optimista en un prometedor futuro y un horizonte de éxito compartido.
Y en la misma ilusión que me provoca la nacencia de una peña, también me encuentro cuando hay que celebrar un aniversario de auténtica madurez como son los cuatro decenios de una de las instituciones más señeras y de defensa del flamenco como es la Peña Cultural Flamenca Femenina de Huelva. Fue en 1983 cuando un grupo de mujeres desafiaron las estructuras sociales y decidieron ser parte activa de un arte para el que no importa el sexo, y sí, mucho, el sentir.
A base de tesón y trabajo durante estos cuarenta años han ido creciendo y siendo uno de los referentes más importantes del Flamenco en Huelva y provincia, llevando el nombre y la divulgación del fandango a toda la geografía española y en parte del mundo.
Hace poco más de un año, compartí mesa redonda con la actual vicepresidenta, Trinidad Navarro, y ella expuso: «Mi peña me ha proporcionado la oportunidad no solo de amar al flamenco y sentirme flamenca, sino de realizarme como persona. Hubiera sido difícil conocer otros lugares y otras culturas, así como personas de relieve de dentro y fuera del flamenco, sin el concurso en esta entidad». Igual que a ella, también a otras compañeras. El papel socializador que han tenido estas entidades quizás nunca se haya valorado lo suficiente.
Nada en el flamenco onubense sería lo mismo sin el concurso de esta entidad flamenca. Sin temor a equivocarme, puedo decir que sus primeros dos discos significaron, junto a los históricos trabajos discográficos de la Peña Flamenca de Huelva, aproximadamente una década antes, un espejo donde disfrutar y aprender el fandango, bandera indiscutible de la peña.
«Pocos artistas de cada momento, desde octubre de 1983 a hoy, no han pasado por el escenario de la Peña Flamenca de Huelva, representado por el arco del fandango, arco de la soleá y arco de los tientos-tangos. Cada jueves peñero se convierte en una cajita de esencias»
Pocos artistas de cada momento, desde octubre de 1983 a hoy, no han pasado por su escenario, representado por el arco del fandango, arco de la soleá y arco de los tientos-tangos. Cada jueves peñero se convierte en una cajita de esencias de las que disfrutamos todos los asistentes, sin las restricciones que sus fundadoras tuvieron que soportar en aquellos tiempos anteriores a su constitución como asociación flamenca.
El jueves 28 de septiembre vivimos el acto de apertura del nuevo curso y de los actos conmemorativos del cuadragésimo aniversario. Subió al escenario la doctora en Comunicación Ángeles Cruzado Rodríguez, quien nos habló y reivindicó sobre la lucha de las mujeres por ser parte activa de un espacio tan universal como el flamenco. Su capacidad comunicadora y su valentía me cautivaron. Acto seguido, no podía faltar, subió Ramón Arroyo Parazuelo. Sin duda una de las voces más acreditadas para disertar sobre la historia de una entidad que por sí misma es historia de una provincia. Nos trajo su propio testimonio, así como el de aquellos que ayudaron y empujaron a la peña a arrancar hacia el bello futuro que han construido. Y como broche final de esta primera jornada de celebración, la actuación de Antonio Reyes y la guitarra de Nono Reyes.
Probablemente, cuando Onofre López a mediados de los ochenta del siglo pasado compuso aquel tema De Mujer a Mujer, que abría el primer disco de la peña de las mujeres, como se decía, y aún se escucha en el argot cotidiano onubense, tuvo una visión premonitoria de lo que significarían a futuro. Este tema lo cantaba Maruja Rengel y decía: De mujer a mujer / en la copla va un mensaje / pa’ quien lo quiera entender / …Que las dos puertas de mi peña / están abiertas para el arte / porque con el arte sueñan. El sueño se cumplió y ahora solo queda mantener encendida la llama de aquel germen, siguiendo activamente con las puertas y ventanas abiertas al arte. Mismo sueño que también tienen en su mano los aficionados y aficionadas de Paymogo y que tendrán que hacer crecer con arrojo, valor y trabajo.
Imagen superior: Carmen Moreno, Ana Sierra, Manolo Sierra y Mario García. Peña Flamenca El Contrabando, Paymogo. Foto: Jesús Naranjo