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Un recuerdo de Nochebuena con Enrique Montoya - Archivo Expoflamenco
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Un recuerdo de Nochebuena con Enrique Montoya

A menudo se dice que lo que más han tenido en común los cantaores de Utrera es que todos han tenido personalidades artísticas bien diferenciadas. De hecho, la voz cristalina y el decir limpio de Enrique tenía poco que ver con la Fernanda o la Bernarda, Perrate, Turronero, Gaspar, las dos Pepas, la de Benito y la de Utrera, Manuel


Hace unos sesenta años, más o menos cuando descubrí a Sabicas y las bellas imágenes que pintaba con su guitarra, estaba sorprendida, y algo molesta, al descubrir que había comprado una grabación suya en la que aportaba su magnífica música a la voz de un cantaor, a saber, la de Enrique Montoya (Utrera 1928-1993). Aún no habían inventado la grabadora de cassette de doble pletina… De hecho, no había siquiera cintas cassettes, todavía trabajábamos con los carretes grandes, así que con dos grabadoras Grundig que pedí prestadas de amigos, meticulosamente eliminé todo rastro de voz con el botón de pausa/grabar para confeccionar mi propia versión del disco…sin cante. Y hasta el día de hoy, lamento profundamente haber cometido semejante estupidez.

Una década más tarde, cuando vivía en Utrera, Diego Chamona (hermano de Bambino), Manuel Marquesito y otros amigos flamencos me llevaron a una fiesta de Nochebuena en las afueras en un antiguo almacén con suelo de tierra, bombillas colgando desde el techo y cero calefacción, el típico lugar para este tipo de reunión a primeros de los años setenta. No daba crédito a mis ojos cuando reconocí a Enrique Montoya entre los presentes, un artista tan conocido en tan humilde lugar.

A menudo se dice que lo que más han tenido en común los cantaores de Utrera es que todos han tenido personalidades artísticas bien diferenciadas. De hecho, la voz cristalina y el decir limpio de Enrique tenía poco que ver con la Fernanda o la Bernarda, Perrate, Turronero, Gaspar, las dos Pepas, la de Benito y la de Utrera, Manuel de Angustias y otros. Aquella noche, cuando este hombre cogió la guitarra y empezó a cantar y bailar –simultáneamente– con un compás infalible, ese brillo en la voz y trabalenguas dignos de Antonio el Chaqueta, me quedé boquiabierta. Y no fue por la velocidad, sino la soltura. Para Enrique fue tan natural como el respirar, y hacía todo bien, un gran profesional con dominio absoluto. Y con todo eso, también tenía el sonido de Utrera por soleá y otros cantes, una forma inconfundible de viajar por el compás, relajado dentro de la intensidad.

Nacido y criado en la flamenquísima ciudad de Utrera, Enrique se movía en el círculo de los cantaores Curro de Utrera y el Perrate, con los que adquirió profundos conocimientos del cante flamenco más tradicional. Cantaba desde su niñez y a lo largo de la Guerra Civil, y como ocurría mucho en aquellos años, aprendió a tocar la guitarra en una barbería. Estos tres hombres compartieron aventuras en sus años mozos. Curro estaba lleno de anécdotas cuando lo visité en su casa en La Guijarrosa (Córdoba) hace unos años. Recordó un espectáculo con Pastora Pavón, ya una señora mayor a la que le costaba recordar los versos de su repertorio. Según Curro, sólo Enrique Montoya era capaz de hacerla cantar con su acompañamiento de guitarra, ayudándola con las letras.

Años más tarde, mientras trabajaba en La Habana, Cuba, aprendió la canción Esperanza que le aportaría fama internacional, y otra canción, Señorita, sería su mayor éxito discográfico, pero el cante siempre estaba cerca de su corazón. Además del disco con Sabicas, Enrique Montoya también grabó con Manolo Sanlúcar y Paco de Lucía, más que nada canciones, pero siempre algo de cante. Según el estudioso del flamenco Manuel Peña Narváez, en el Potaje Gitano de Utrera de 1964, Enrique cantó los cantes de Juan Talega y Antonio Mairena, “capaz y profundo en el acompañamiento de su propio cante que destilaba pureza, eco y son de las entrañas mismas en las que sin duda se fraguó siempre el buen cante”

Enrique Montoya falleció el 29 de julio de 1993 a la edad de 64 años. En la Plaza de la Constitución de Utrera hay un monumento de cuerpo entero a este subestimado artista. 

 


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Jerezana de adopción. Cantaora, guitarrista, bailaora y escritora. Flamenca por los cuatro costados. Sus artículos han sido publicados en numerosas revistas especializadas y es conferenciante bilingüe en Europa, Estados Unidos y Canadá.

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