Miguel Ángel Heredia: «Estar en el equipo de Manuel Liñán es lo mejor que me ha pasado en mi vida artística»
El bailaor jerezano triunfó en el reciente Festival de Jerez con los espectáculos de Manuel Liñán –'¡Viva!'– y Saray García –'El sentir de un pueblo'–. «El confinamiento me está sirviendo para leer, escuchar y descubrir a otros artistas que me inspiran a reinventarme».
El salto artístico de Miguel Ángel Heredia parece haberse consumado con su participación en el espectáculo ¡Viva! de Manuel Liñán. El bailaor jerezano cuenta con una trayectoria intensa y dinámica, destacando su presencia en solitario en el Festival de Jerez de 2018, presentando un montaje con el que obtuvo un gran resultado por parte del público y la crítica. Su participación en esta edición de la muestra internacional de baile no solo ha sido junto a Liñán, sino que, además, ha asumido la dirección artística del estreno de Saray García, otra gran bailaora de su tierra.
– La primera cuestión es obligada. ¿Qué tal lleva el confinamiento?
– He ido por etapas. Me pilló todo en Sevilla, dando un curso en la academia de Manuel Betanzos y, al conocer lo que se nos venía, volví a Jerez para pasar el confinamiento. No me podía creer lo que estaba ocurriendo y los primeros días me vine muy abajo, me desanimó el hecho de saber que no me subiría al escenario hasta dentro de un tiempo… El baile es mi vida y, como es lógico, me afectó bastante. Ya he ido acostumbrándome y aprovecho para leer, estudiar, descubrir a otros artistas para conseguir reinventarme y sacar otras versiones de mi baile.
– Y comenzaron a suspenderse galas y giras…
– Lo primero que se suspendió fue el Flamenco Festival de New York, luego Miami… Esa gira que era para mí como un regalo, como un caramelo que te lo dan y luego te lo quitan. Pero bueno, hablé con Manuel (Liñán) por teléfono y él me ayudó a superar ese momento de bloqueo. Me aconsejó que no viera noticias, y así sigo.
– ¿Cómo se lleva eso de no bailar todos los días?
– Yo en casa no tengo espacio para poder ensayar. Además, tengo vecinos abajo y no puedo colocarme las botas porque haría un ruido molesto para ellos. Empleo más el tiempo en la teoría, o sea, escucho mucho cante y a muy diferentes nombres. Por supuesto, veo muchos vídeos de bailaores y bailaoras que me inspiran y en el poco espacio que tengo pues marco y voy practicando, pero movimientos o gestos. No estoy haciendo suficiente ejercicio, lo reconozco (risas).
«Cuando el espectáculo ¡Viva! se estrenó en Madrid dudaba de si el mensaje sería bien acogido, pero tenía claro que pasaría a la historia. Esa adrenalina es fantástica»
– Hablemos del Festival de Jerez que concluyó antes de la pandemia mundial. ¡Viva! resultó ser una revolución y, siendo su tierra, imaginamos que para usted fue mucho más intenso si cabe.
– Era la primera vez que yo bailaba en el Teatro Villamarta con un espectáculo de esta envergadura. Sí he estado en otras ocasiones, no demasiadas, bailando por bulerías en alguna colaboración pero no en este tipo de formato. El público respondió de una manera brillante y para mí fue un sueño cumplido. Llegar a tu tierra con un espectáculo así, y junto a quienes iba… pues no se puede pedir más.
– Muchos no conocían su faceta cantaora. ¿Cómo le convence Liñán?
– A mí cuando Manuel me llama me dice claramente que tengo que cantar y bailar, que era fundamental porque lo tenía más que visualizado. Él me había escuchado cantiñear en algunos sitios íntimos y en reunión, pero a mí me ha costado porque nunca había cantado en público de esa manera. Es cierto que cuando me presenté en solitario en 2018 en Sala Paúl hice un guiño al cante, y él se quedó con la copla. Al principio de los ensayos me costaba hasta coger tono por la timidez… Y sí, algo de pudor me da todavía cantar y recitar en el escenario, pero forma parte del espectáculo.
– ¿Qué ha aprendido junto a Manuel?
– Formar parte del equipo de Manuel Liñán es lo mejor que me ha pasado en mi vida artística. He aprendido de él su humildad, el cariño que nos da a cada uno de nosotros, y, por supuesto, saber cómo desarrollar un espectáculo de principio a fin con todo lo que ello conlleva. Destaco de él su inteligencia al saber rodearse de gente de confianza y sacar lo mejor de cada uno de nosotros, que no es nada fácil. Él lo consigue confiando en su equipo y exigiéndonos lo máximo, pues no nos ve como rivales sino como parte crucial del éxito. Manuel es muy especial, cuida todo al detalle. Él analiza a cada personaje y le asigna su papel, y cada uno defiende su estilo. Y no olvidemos su nivel como bailaor.
– El mensaje de la obra es brutal, entiendo que le ha removido muchos sentimientos.
– Claro que sí. Desde pequeño he visto cómo las mujeres también pasaban por ese filtro de la transformación a la hora de salir al escenario. Peinarse, maquillarse, vestirse… Cuando era más joven, veía en los tablaos cómo las mujeres sufrían esa metamorfosis antes de salir al escenario y ahora lo estamos viviendo nosotros. Mi baile sigue siendo el mismo, pero sí me inspira más al acordarme de las bailaoras que han sido referentes para mí desde mis inicios. Prefiero que del mensaje hable el público, que de eso se trata.
– La valentía de Manuel y la vuestra queda latente, por supuesto.
– Yo creo que sí. Cuando se estrenó en Madrid, hace más de un año, dudaba de si el mensaje sería bien acogido. No sé, tenía mis dudas. Pero lo que tenía claro es que este espectáculo pasaría a la historia, y esa adrenalina es fantástica.
– ¿Qué tal la experiencia como director artístico de una propuesta ajena, la de Saray García?
– Me ha encantado. No había realizado nunca una función como esta, pero tengo que reconocer que he disfrutado. Me he estrenado con quien tenía que ser, porque nos une una relación de toda una vida y es una gran bailaora. Vi bailar a Saray mejor que nunca a pesar de desconocer el escenario, que ya se habló en su momento sobre la dificultad de estrenar una sala como los Claustros de Santo Domingo sin apenas haberla probado.
«Como tengo vecinos abajo y no puedo colocarme las botas, empleo más el tiempo en la teoría, o sea, escucho mucho cante y veo muchos vídeos de bailaores y bailaoras que me inspiran»
– ¿Es difícil ese cambio de roll?
Yo diría que es muy positivo, porque amplías tu visión hasta el momento. Ya no te enfrentas al escenario con tu baile, sino que tienes que hacer que otra persona triunfe con tus ideas o con tu guion. He disfrutado y creo que el resultado fue bastante bueno.
– Qué pena que su montaje Sentío cabal. Bailando pa cantá no tuviera mayor recorrido tras su estreno en 2018…
Bueno, tampoco para tanto. Uno ya es consciente cuando estrena algo de este tipo que no va a tener demasiado recorrido. Con que se hiciera ya me siento satisfecho, porque al hacerlo me conocí más y me sirvió para aprender. Está propuesto para Albuquerque y en mayo se iba a hacer en Granada, pero se ha aplazado hasta nueva fecha. También reconozco que no lo he movido demasiado, así que nadie tiene la culpa.
– ¿Cómo ve Miguel Ángel Heredia el futuro?
– En primer lugar esperar a que esto pase y retomar el trabajo junto a Manuel. La verdad es que no sé qué irá pasando, pero bueno, poco a poco. Tengo también un proyecto en mente en el que poder aplicar todo lo que he aprendido en estos años. No sé aun cuándo, pero sí, presentar una propuesta en solitario bien definida.