Saira Malena, voz de cristalitos de miel, y el sabor de La Macanita
En el Teatro Municipal Enrique de la Cuadra (Utrera, Sevilla), Jerez rindió honores a Fernanda y Bernarda. Saira Malena y La Macanita escarbaron en sus gargantas a fin de reencontarse con el recuerdo de Las Niñas de Utrera. Una lució su arrolladora juventud de cante rancio pero a la vez fresco. La otra procuró mantenerse, tambaleándose entre un pasado glorioso.
Jerez rindió honores a Fernanda y Bernarda. Saira Malena y La Macanita escarbaron en sus gargantas a fin de reencontarse con el recuerdo de Las Niñas de Utrera. Una lució su arrolladora juventud de cante rancio pero a la vez fresco. La otra procuró mantenerse, tambaleándose entre un pasado glorioso y el presente crudo que no hace justicia a su reputación.
Tan solo con la salía arromerá por la Maestranza de Sevilla en las cantiñas descubrió Saira su voz de cristalitos de miel. Desde ahí todo fue una algarabía que trenzó la extraordinaria osadía manceba con el gusto flamenco de una casa cantaora. Paseó a placer por la fuente vieja de Pinini preguntándose por dónde van los colegiales, enreando sus cabellos con los míos por los vallaos. Acunó el cante recortando el compás a tiempo, aportándole su impronta sin buscar el remedo. Lebrija y Utrera se asomaron a los melismas de esta gitana guapa. Empezó luego el lamento por soleá. Paladeó la queja dulce. Se envalentonaba con reaños en los apretones de la de Machango o en La Andonda, evocando a Fernanda con una dignidad flamenca encomiable en una cantaora de corta edad. Demostró dominio, mesura y arrojo desde el temple al remate de Paquirrí en el que lloró el doló de mare mía que lleva tatuado el flamenco por el gañafón de la utrerana. Así entró después en la seguiriya empujándola desde las tripas, rebuscando en la espesura negra de un sufrimiento que abrochó enjundiosa con la cabal de El Pena. Brilló por bulerías metiéndose en los montes de Armenia, pidiéndole a Dios un favó. ¡Ay cuando se entere el sultán! Se acordó también trayéndose al compás el taranto de Manuel Torre que Bernarda sabía bordar cuando lo que había en aquel barril tapao era vino amontillao. La pataíta de rigor lacró una intervención de categoría, mermada levemente en ocasiones por una afinación semitonada, detalle sin importancia alguna ante la espuerta de virtudes que atesora esta niña. Saira Malena abrió la noche para haberla cerrao. Mi oído se quedó con hambre de sus quejíos para restregármelos por el pecho.
La guitarra de Antonio Malena hijo estuvo a la altura. Regaló el soniquete en el que Saira se movió. Resolutivo en las respuestas, acertado en los acordes de tránsito y la intensidad de la pulsación. Limpio, potente, muy flamenco. Una sonanta con age.
El compás lo pusieron Diego el Malena, Javi Peña y la filarmónica del son: Chicharito y Macano, dos habituales en el arrope de La Macanita. La jerezana principió como de costumbre y con la misma letra por malagueñas, buscando la flor que amaba. Tiempo ha tenío de encontrarla. A estas alturas ya no confundimos la seña de identidad de un flamenco con su acomodo. Aunque estuvo especialmente emotiva en las mecidas de algunos tercios. Dobló en la que arremetía Bernarda engarzándola por bulerías (en mi balcón…) registrando el adorno en los bajos. Con brío continuó en los tientos tangos saliendo airosa antes de entroncar la soleá. Le puso más intenciones que efecto, siempre desde la entrega absoluta en tributo a Fernanda de Utrera, a quien lleva a gala en las letras de su repertorio y en sus hechuras. Pero me quedo con las de Mari Peña, a quien a veces ni en su tierra la arrullan por el custudio del sello de autenticidad. A quien da lo que ahora tiene sin guardarse no le caben los palos. Tomasa ya no llega como antes. La afición pone de su memoria lo que le falta. Da con la salida en algunos recursos cambiando las melodías para aliviarse. Pero ahí está con su sabor La Macanita. Terminó por bulerías y quiso intentarlo con el cuplé Se nos rompió el amor. El bailecito. El público en el bolsillo. Pero puede que gran parte de culpa la tuviera la guitarra de Manuel Valencia, que sin quererlo descollaba por encima de Tomasa a poco que lo acariciara el duende como lo hizo. Este hombre toca pa reventá. Su sonido es pulcro, la pulsación recia y fuerte. Cuaja de arpegios y alzapúas sus falsetas, se entiende con los bordones, pica con rapidez y firmeza. Conoce las esquinas del flamenco. Las revuelve esperando para recoger el cante. Disfruta y hace disfrutar. Con él no se va de compás ni un sordo.
El fin de fiesta con todos en el entarimado del Teatro Municipal Enrique de la Cuadra de Utrera dio pie a una ronda de pataítas de los palmeros acompañados al cante de las dos mujeres del cartel. Y Antonio Malena padre, que debutaba como director artístico con esta obra, titulada Que te quiero sin interés de ningún dinero…, despidió el recital mirándose en el legado de Mairena cantando un poquito por bulerías.
Ficha artística
Programación de ¡Ay Utrera! Enclave flamenco
Primer concierto del ciclo El legado, cien años. Dedicado a Fernanda y Bernarda de Utrera
Teatro Municipal Enrique de la Cuadra de Utrera, Sevilla
Viernes 21 de abril
Cante: Saira Malena y La Macanita
Guitarra: Antonio Malena hijo y Manuel Valencia
Palmas y compás: Diego el Malena, Javi Peña, Chicharito y El Macano
Dirección: Antonio Malena
JOSÉ ANTONIOFERNANDER BERNABE 22 abril, 2023
Buena critica KIKO, AYER DISFRUTAMOS BASTANTE