Mercedes de Córdoba, apoteósica
La bailaora Mercedes de Córdoba presentó en el II Vejer Flamenco su montaje 'Ser, ni conmigo ni sin mí', una obra magistral a modo de confesión desnuda de la que entresacó algunos pasajes adaptados para regalar una noche sublime. Mercedes bailó para darse bocaos.
Cuando el baile brota desde las vísceras se nota. Cuando se lleva tatuado en las entrañas empuja la sangre a los pies. Y a los brazos. Cuando el baile no se baila sino que se es, encuentra un cuerpo en el que cobijar su alma. Y se cuela entre los sentimientos. Así es como vive Mercedes de Córdoba el flamenco en Ser, ni conmigo ni sin mí, una obra magistral a modo de confesión desnuda de la que entresacó algunos pasajes adaptados para regalar una noche sublime en el II Festival Vejer Flamenco.
Mercedes bailó inspirada, ofreciendo un repertorio rotundo y de intensidad. Arropada por la extraordinaria música de Juan Campallo, probablemente el mejor guitarrista de acompañamiento al baile de la actualidad, además de un compositor y tocaor de sensibilidad suprema, la bailaora fue destapando una sucesión de estados emocionales de su interior en los que se mostró triste, miedosa, alegre, trastornada, rabiosa, confundida… peleando con sus conflictos en busca de la salvación.
La guitarra latió a bordonazos, emulando también el tic tac del reloj. Por Levante abrió la garganta dulce de melismas preciosistas de Jesús Corbacho. La cordobesa reflexionó con su figura en los rincones del pensamiento. El Oruco al compás los adentró después en la soleá por bulerías. Mercedes subió un escalón a espaldas del cante de Enrique El Extremeño vistiéndose en la oscuridad de la timidez. Pero luego fue desabrochándose el pecho para derramar la negrura de sus entretelas. O los colores de la felicidad, aquellos que fue pegando Corbacho sobre la bata de cola blanca con la que, con sonrisa efímera y de forma excepcional, bailó por caracoles. Se abrigó después con el mantón, tapando su incertidumbre o lanzándola al viento con suma maestría. Se debatió entre el quiero y no quiero empujando y recibiendo a El Oruco, pero antes deleitó Campallo con un exquisito solo de guitarra, acariciando las cuerdas como si pretendiera enamorar a una mujer. Jesús tributó a Pepe Marchena trenzando los giros de su nuez sin dar voces, con el regusto de los que saben. Tras la granaína con abandolaos de Corbacho, Mercedes se derrumbó al suelo, quitándose luego la peineta y los tacones, aletargada en la pena que enlutó los colores de la bata y la arrojó al abismo por el que se arrastró.
«El momento más hermoso de la noche llegó cuando Mercedes de Córdoba se acercó tímidamente a Juan Campallo y tocó el bordón de su guitarra, como pidiendo asilo en su regazo. Él la abrazó desde atrás para fundir sus cuerpos tocando la sonanta en una tríada amorosa preñada de ternura que nos sobrecogió de emoción»
El momento más hermoso de la noche llegó cuando Mercedes se acercó tímidamente a Campallo y tocó el bordón de su guitarra, como pidiendo asilo en su regazo. Él la abrazó desde atrás para fundir sus cuerpos tocando la sonanta en una tríada amorosa preñada de ternura que nos sobrecogió de emoción. Mecieron la fragilidad de su intimismo disfrutando del ceremonial: un bello instante en el que parecían estar solos. La complicidad paró el tiempo. Cuatro manos y dos corazones protagonizaron unos minutos mágicos que nos robaron la respiración.
El Extremeño lloró por tonás, trilla y romance rebañando la solera del cante que descansa en sus venas. Atronador, potente, sabio, flamenco hasta reventar. Las campanas gordas de su gañote inundaron los maderos de Vejer. A la llamada de su voz acudieron todos para presenciar el ritual de la soleá de Mercedes de Córdoba. Y aquí, más flamenca que nunca, se aceptó en un ejercicio de reconciliación liberadora. Apoteósica.
Zapateaos de vértigo, definición de locura, potencia, rajo, un braceo marcado en lo preciso y redondo para las cosquillas… Paseos elegantes, momentitos de empaque y vieja flamencura conjugaron una propuesta genial que no se olvidó de lo jondo ni dio concesiones a la vanguardia basura. Mercedes bailó para darse bocaos. Pegó pellizcos con sus pies y su cara, que la pintaba de pena o la iluminó de alegría. Porque puso el gesto justo, sin mentiras. No necesitó teatralizar sus figuras, porque fluía. Se despojó de sus sentimientos, desfigurándose de dolor o entregándose zalamera y con gracia a la celebración. Y aunque demostró una técnica abrumadora, la desparramaba bajo el yugo del arte y la trasmisión. Mercedes baila desde el lado izquierdo del pecho, con el corazón. Y ahí no caben imposturas.
Makarines, Joselito Acedo, Aroa Fernández y Sara Sánchez
La velada prosiguió con flamenquito. Aires frescos de Makarines con la intervención del cante de Aroa Fernández y las pataítas eléctricas y graciosas de la bailaora Sara Sánchez. A la guitarra Joselito Acedo, que estuvo espléndido en su versión de la zambra Gitanería arabesca del Niño Ricardo, con lo que principió. Fue lo más ortodoxo de este segundo concierto que aunó desde temas de soul como el Fallin´ de Alicia Kiss, fandangos de Huelva, tangos, bulerías, una versión de En el lago, de Triana, o hasta la parte cantada del fabuloso Réquiem de Vicente Amigo.
Ficha artística
II Festival Vejer Flamenco
Ciclo D`la noche a la madrugá
Parque de los Remedios de Vejer de la Frontera, Cádiz
5 de agosto de 2023
Baile: Mercedes de Córdoba
Cante: Enrique El Extremeño y Jesús Corbacho
Guitarra: Juan Campallo
Percusión: Paquito Vega
Compás y baile: El Oruco
Cante: Makarines y Aroa Fernández
Baile: Sara Sánchez
Guitarra: Joselito Acedo