La sonanta de Alfredo dio las primeras notas por soleá y se llevó mis oídos. Al cante, las voces rajás de Samara Montañés y Cristina Tovar. Bata de cola bronce y castañuelas a compás evidenciaban la escuela de Lucía La Bronce, abrazada al baile tradicional. No hizo falta nada más para ofrecer un espectáculo digno al que le caben pocas quejas. Aunque es complicado destacar en el panorama femenino del baile, cuajado de primeras figuras.  Lucía supo mover la bata y desempolvar el repiqueteo de las castañuelas, hoy en desuso. Paseó con gallardía, bailó con la cara, el cuerpo y los pies buscando la solemnidad. Con los susurros por Triana de las cantaoras cerró el primer pase.

 

Alfredo Lagos se lució en un solo por fandangos con el don de la melancolía en la musicalidad de sus composiciones. Tocó pulcro y con una pulsación acorde al sentimiento que derramaban sus cuerdas. Luego trinó enjundioso en la farruca, con preludio de garrotín, jugando con la tonalidad. La Bronce irrumpió entregada con pantalones y chaquetilla de lentejuelas para aferrarse a lo canónico. Bailó recia, con la seriedad que requería el estilo. Samara y Cristina se acordaron de Juana la del Revuelo y los aires de Graná por tangos. Y Lucía cerró con gracia las alegrías dibujando en el aire con el mantón. Las bulerías de Cádiz abrocharon su actuación.

 

 

«Bata de cola bronce y castañuelas a compás evidenciaban la escuela de Lucía La Bronce, abrazada al baile tradicional. (…)  Supo mover la bata y desempolvar el repiqueteo de las castañuelas, hoy en desuso. Paseó con gallardía, bailó con la cara, el cuerpo y los pies buscando la solemnidad»

 

 

Antonio Reyes principió por Levante. Taranto, taranta de Almería y cartagenera. Comenzó a encandilar con gusto haciendo piñonate con su voz. Se miró en Camarón y la Niña de los Peines, dulce como el caramelo. Giraba los melismas sin añadirle florituras que sobraran. Sencillo pero certero. Ralentizó los tangos. Las palmas de Tate Núñez, Ramón Reyes y Manuel Vinaza iban suavitas, sin molestar. Y le encajó un fandango a tiempo, el Rosa María camaronero e incluso el A tu vera que siempre evoca a Lola Flores. Su hijo Nono Reyes puso las cuerdas al servicio. Lo acompañó sin alharacas: menos es más. Seguro en las respuestas y con falsetas gordas, llevó el cante de su padre a pasito lento. Pero tras el primer cuerpo de una seguiriya jonda que prometía pellizcos, le pide el macho porque rompió una cuerda. Y arreando al camerino mientras Antonio se templó a placer sin apretones por tonás. Después en las bulerías se mostró menos aliviao, echándole ganas. Tejió unas cuantas estrofas de lujo y se fue con cuatro fandangazos poniendo al respetable en pie, no solo por la intención de las letras, sino por la sensibilidad con los que los paladeó. El último al aire con reaños. Antonio se rebuscó mereciendo la ovación que guardó en la talega de los recuerdos.

 

 

 

 

Kiki Morente era el reclamo del cartel. Porque atrae al público joven y generalmente a los menos iniciados en lo jondo. Es guapo a rabiar y tiene una voz melosa con los dejes de su apellido. Pero a pesar de que se empeña, lo que hace me suena más pop que a flamenco, algo que parece cautivar a parte del público al que le tiemblan las piernas cuando ven su figura en el entarimao. Es el agua fresca de lo aflamencao, por más que su repertorio se configure alrededor de alegrías, bulerías, soleá, seguiriya y tangos. Vino acompañado de la percusión de Popo y los coros y palmas de Curro, Sergio y Carlos Varela. Mención aparte merece la guitarra de Yeray Cortés, sublime en el juego de los contratiempos y el compás, aparte de una limpieza y fuerza extremas con las que endosó falsetas flamenquísimas colmadas de empaque y trapío. Aunque a veces se excedió por abuso.

 

 

«Antonio Reyes se fue con cuatro fandangazos poniendo al respetable en pie, no solo por la intención de las letras, sino por la sensibilidad con los que los paladeó. El último, al aire con reaños. Se rebuscó mereciendo la ovación que guardó en la talega de los recuerdos»

 

 

Kiki lo mismo susurraba el cante amasando los versos de Alberti por alegrías que arremetía con postureo rompiendo la voz en quejíos bien encontrados. Versionó en la bulería Un espina clavá, tema precioso que su hermana Estrella grabó y cuya recreación más valiosa la estimo en la garganta de José Ángel Carmona, de Los Palacios, cuando acudió como artista invitado en La Mistela acompañando a Reyes Carrasco. Por soleá se fue a Alcalá. Luego a Cádiz con la de El Mellizo y la de Paquirrí. Se atrevió con nuevas creaciones e incluso con una seguiriya sin cambio ni macho de remate, cortita, con dos cuerpos planos y carente de arañones. Se movió cómodo alargando los tangos e hizo cantar al público el aunque era de noche. Para el bis dejaron un juerguecita improvisá fuera de micro con Popo y los palmeros. Pataítas zalameras y algún arranque del acompañamiento dejaron muy buen sabor de boca tras la borrachera de azuquita empalagosa que nos dio Kiki.

 

 

Ficha artística

II Festival Vejer Flamenco
Ciclo D`la noche a la madrugá
Parque de los Remedios de Vejer de la Frontera, Cádiz
4 de agosto de 2023

Baile: Lucía La Bronce
Cante: Samara Montañés y Cristina Tovar
Guitarra: Alfredo Lagos

Cante: Antonio Reyes
Guitarra: Nono Reyes
Palmas: Tate Núñez, Ramón Reyes y Manuel Vinaza

Cante: Kiki Morente
Guitarra: Yeray Cortés
Percusión: Popo
Palmas y coros: Curro, Sergio y Carlos Varela