Aunque esté feo, empezaré la casa por el tejao. Por la azotea de Morón, ante el deslumbrante chorro de cal que destilan las cuerdas de Gastor de Paco. Esa «ramita verde de la casta gastoreña, torrente de savia imparable que le viene de Paco del Gastor, su abuelo». Y de quien se aprovecha hasta en el nombre para volverse un homenaje perpetuo a quien admira y reverencia cada vez que abraza las nobles maderas de la guitarra.

 

Una Gerundino del 74 entre sus manos para rendir honores a Diego del Gastor a los 50 años de su muerte. Una sonanta con clavijero de palillos que acompañó en manos de su abuelo Paco gran parte de la carrera artística de Bambino o aquella obra maestra de Fernanda y Bernarda de Utrera en París. La herencia de generaciones corría el primero de abril por las venas de un joven tocaor al que le «pusieron el chupe y luego le colgaron la guitarra» y por los ríos de plata de una bajañí que guarda el aroma de la fiesta infinita o los arañones gitanos de las utreranas. Francisco Moncayo, Gastor de Paco, se aferró a ella con reaños evidenciando la continuidad de la saga. Lo hizo en la peña flamenca de su pueblo, Morón de la Frontera, llena hasta la bandera, ante el oído atento de la afición, su familia y su abuelo.

 

Principió por soleá. Temblaron los maderos de la peña. Gastor de Paco presentó su declaración de intenciones desde el primer rasgueo. Con una pulsación potente y grave, alternó bordoneos redondos con la pulcritud de falsetas en las que su notable técnica siempre estuvo supeditada al arte. Supo usar el virtuosismo para subyugarlo a la transmisión, sin perderse en armonías imposibles, dejando entrever en todo momento su apellido y la querencia a la tierra que lo vio nacer. Luego se fue a Levante por mineras. Tronó jondo en la espesura de acordes acampanaos, estallando como un barreno en las respuestas, resolviendo a la perfección. Conjugó la frescura de su juventud con la tradición, sin salirse del tiesto, tejiendo las cuerdas a su antojo. Para terminar, coronó por bulerías repartiéndose el surtido entre su abuelo y Diego, cuyas reconocibles falsetas, tocadas con mayor habilidad y depuración, terminaron de enloquecer a un público que ovacionó la intervención del tocaor. Gastor de Paco es pasado y presente de la guitarra de Morón.

 

 

«Gastor de Paco no aporrea los bordones. Que el toque a cuerda pelá no tiene que romper el cobre. No es sucio sino seco. No es tosco sino contundente, gordo, solemne. Pero él tiene otras inquietudes que lo hacen divagar con un gusto exquisito por el nuevo siglo, amarrao al compás y las hechuras de la guitarra de Morón de la Frontera»

 

 

Ofreció un repertorio de enjundia, cuajao de pellizcos que «evocaron la metáfora de lo añejo, rajando el corazón sin apenas pedir permiso». Descolló por la fuerza con la que atacaba a la vez que la sensibilidad que desprendió en la limpieza de trémolos, alzapúas y picados de vértigo. Los abordaba sin esconderse, rematando cada faena por complicada que fuera. Este guitarrista de voz afillá y dedos punzantes lo mismo acaricia que te atrapa ferozmente para enseñarte el camino donde manda. Tendió su mano al toque primigenio de Morón para cruzar el puente hacia una guitarra actual que transparentó el tributo a los viejos. Discurriendo entre lo antiguo y lo nuevo, entre la impronta de las composiciones de Paco del Gastor y su creatividad compositora, solo hubo un pero que ponerle: en ocasiones corrió en los tiempos en exceso, precipitándose impetuoso cual pura sangre desbocao. «Al que no se precipita le quitan la novia», respondieron a mi opinión. Puede ser. ¿Quién templa el arrojo de una cascada? Na má que el reloj apaciguará el nervio. La templanza terminará de pulir aún más lo que ya brilla ante los ojos que distinguen y los oídos que saben escuchar.

 

Gastor de Paco no aporrea los bordones. Que el toque a cuerda pelá no tiene que romper el cobre. No es sucio sino seco. No es tosco sino contundente, gordo, solemne. Pero él tiene otras inquietudes que lo hacen divagar con un gusto exquisito por el nuevo siglo, amarrao al compás y las hechuras de la guitarra de Morón de la Frontera. «Suena y transmite diferente porque lo aprende diferente». Eso dijo su prima Coral López al traer de su anecdotario lo que ocurría días atrás: Paco del Gastor en el salón sacando una falseta por bulerías apoyándose en un compositor clásico; su mujer Fina guisando un arroz con alcachofas y yerbabuena «que inspira a los más torpes»; Gastor de Paco acompañándola en la cocina repasando una guajira que recibió la voz de pregonero de su abuelo diciéndole ante la aceleración que le imprimía: «¡Paco, muérete ahí! ¿No te estás dando cuenta?». Pues eso.

 

 

 

 

Acto de inauguración del mural sobre Diego del Gastor

En la antesala del Domingo de Ramos, los Jardines de La Carrera acogieron la inauguración de un extraordinario mural del insigne Diego del Gastor. La pintura se ubica concretamente en una de las fachadas del kiosco. El acto oficial tuvo lugar en la Tertulia Cultural Flamenca El Gallo de Morón de la Frontera, dentro de la programación que conmemora los cincuenta años del fallecimiento del guitarrista. El cartel anunciador es obra de Lorena Pérez. Los responsables del mural, los artistas locales Laura Guerra, Antonio García y Fernando Pérez, mostraron su gratitud por permitirles expresar la grandeza de Diego. La delegada de Cultura del Ayuntamiento Rosi Andújar les agradeció su entrega, felicitándolos además por el maravilloso resultado.

 

Felipe López tomó la palabra como presidente de la peña. Trajo a la memoria la vinculación de Diego con la entidad desde su propia creación en 1970. Luego tomó letras prestadas de Pedro Luis Vázquez para señalar que «el toque de Diego no entiende de mecanismos ni velocidades, sino de pellizcos en las tripas, por donde nos llega sustancialmente el arte».

 

Coral López, familia directa del agasajado y prima hermana, «aunque podría quedarse en hermana», según profirió, de quien después pondría las cuerdas sobre el entarimado moronense, fue la presentadora de la velada. Repasó la vida y obra de Diego dirigiéndose a él solo por su nombre de pila, porque al decirlo «no hacen falta añadiduras». Así fechó su nacimiento en Arriate, el bautizo en Ronda y el resto de su vida en Morón, hasta su muerte. A modo de semblanza fue elogiando el toque de este mito de la guitarra. Destacó su independencia, alejada de modernidades y de lo comercial, «sus ecos morunos, su gitanería…». Dijo de Diego que era «serranía de Ronda y campiña del Guadalquivir, quizás el tocaor más personal y el que más sello posee». Un flamenco espontáneo, primitivo y natural que no disfrutaba en grandes teatros o festivales sino en la intimidad de las reuniones cabales. Bebió de Paco de Lucena o Pepe Naranjo. Pero sentía admiración por Ramón Montoya y Esteban de Sanlúcar. Un guitarrista que creó escuela a cuerda pelá, con corazón y talento. Acompañó a lo más granado de su época y todos acudían a él como el tótem de la sonanta. Puso sus acordes y falsetas a las voces de Perrate, Joselero o su inseparable Fernanda de Utrera, con quien se compenetró a la perfección enamorándose de la queja de su garganta. Y atrajo a aficionaos extranjeros como Pohren, que en su Finca El Espartero organizó fiestas de un trapío incalculable al compás de la bajaní de Diego.

 

La guitarra de Gastor de Paco, legatario de su toque y su sangre, abrochó la jornada elevando la categoría del memorial.

 

 

Ficha artística

Diego del Gastor, 50 años después
Recital de guitarra de Gastor de Paco
Tertulia Cultural Flamenca El Gallo
Morón de la Frontera, Sevilla
1 de abril de 2023
Guitarra: Gastor de Paco
Presenta: Coral López

Acto inaugural de la pintura mural Diego del Gastor
Jardines de La Carrera, Morón
Intervienen en el acto:
Felipe López, presidente de la Tertulia Flamenca El Gallo
Coral López, presentadora
Rosi Andújar, delegada de Cultura del Ayuntamiento de Morón de la Frontera
Laura Guerra, Antonio García y Alejandro Pérez, autores del mural