Festival Flamenco Torremocha: la jondura del pueblo
41ª edición del Festival Flamenco Torremocha. Sucedió en Albaida del Aljarafe (Sevilla), ante un público respetuoso que iba chivateando los estilos y versiones por lo bajini como si de una enciclopedia oral del flamenco se tratara.
En la antesala de la descafeinada e inminente Bienal de Flamenco de Sevilla todavía hay municipios enjaretando festivales que evidencian la jondura del pueblo. Era la propuesta de categoría de una localidad con poco más de tres mil habitantes que arrastró a aficionaos de la periferia para celebrar la 41ª edición del Festival Flamenco Torremocha. Sucedió en Albaida del Aljarafe, ante un público respetuoso que iba chivateando los estilos y versiones por lo bajini como si de una enciclopedia oral del flamenco se tratara. Sonido más que decente, buena organización. Se traslucía el mimo, el rigor, el entendimiento… que hicieron de la noche un momento memorable para albaidejos y foráneos.
Presentó sin papeles, en su justa medida, fluido y sobrado de conocimientos José Manuel Álamo. Con la guitarra de Jesús Parrita, Antonio Palma rompió el silencio por caña y fandangos de Huelva. Ambos aficionaos locales encontraron en las tablas de su casa un ratito de reconocimiento.
Así como Anilla la de Ronda o el mítico Juan Breva, apareció en el escenario el manchego Ricardo Fernández del Moral para cantar acompañándose él mismo a la guitarra. Reposó la sonanta sobre el asiento de enea. Azotó por tonás para ir pergeñando un repertorio de enjundia. Con voz poderosa y redonda se quedó solo en la fragua repartiendo quejíos por las esquinas del aire. Se midió por soleá. En una compenetración insólita entre las cuerdas y su garganta, anduvo transitando por las de Alcalá, La Andonda, El Machango y la de El Mellizo para echar los restos apretándose en el remate valiente de Paquirrí. Prosiguió por petenera. Se me vinieron a la mente las formas cantaoras de Menese o Fosforito en cuanto a la sobriedad del cante con aplome. Después mostró su faceta de cantaor y tocaor para el baile de Ofelia Márquez.
«A juzgar por el reparto de oles del público, Miguel de Tena salió a hombros de su faena como el triunfador de la noche. Aunque a mí no me pellizque, hay que reconocer que se marcó para terminar un racimo de fandangos, algunos por bulerías, que tardará en borrarse del imaginario de la afición»
La gaditana intentó lucir el mantón por alegrías en un escenario pequeño que no permitía el paseo ni que se escucharan bien sus pies. Pero es una bailaora con buen gesto, mejor braceo que zapateado y poses naturales, aunque carece de la fuerza expresiva suficiente para destacar en los desplantes. A la percusión estuvo Javier Sánchez El Tartana. El cante de Ricardo se tornó algo más endeble a pesar de recogerse bien en los finales de los tercios y coronar por bulerías de Cádiz con el aroma de Chano Lobato en los labios. Volvió triunfante en los cuplés por bulerías con Ofelia, donde entonó Limosna de amores recordándome versiones similares de Miguel Poveda, el Corazón loco de Bambino y Se nos rompió el amor de Rocío Jurado. Pero antes se quejó por seguiriya llorando las de El Nitri, pasando por Jerez y la toná liviana de Diego El Lebrijano a gañafones de negrura. Se acompañó con maestría a la guitarra. Con tanta o más que en el cante, ofreciendo una actuación que se antoja como lo mejorcito de la noche.
Anabel Valencia vino acompañada de su guitarrista inseparable, Curro Vargas, que tocó preñado de sensibilidad, rozando las cuerdas en los trémolos cuando la melodía pidió caricias, explotando en los bordones, alzapúas y rasgeos con los puyazos de Anabel. Principiaron por tientos con absoluta complicidad en homenaje a Pastora y guiños a Gaspar de Utrera. Tejieron una composición armónica con el bordón afinado en RE jugando con los tiempos. Se arrimaron a los sones pastueños ralentizados de su admirada Inés Bacán, pero alejados de imitaciones. Y luego vino la malagueña. Con la de Manuel Torre ya hizo encajes otras veces. Por tangos demostró que sigue domando el cante, porque le imprimió más gusto que de costumbre siendo comedida en el grito y generosa en los fraseos melódicos. Se puso canastera mirándose en Juana la del Revuelo. El público regaló el compás. Terminó por bulerías asomándose a Lebrija pidiéndole a su momaíta que le comprara un pandero y haciéndose la ilusión como Perrate de Utrera. Pero no se comió de rabia los puños del camisón, sino que se recogió el vestido para lacrar con el jaleo de Curro la pataíta que cerró su pase. Sin olvidarse incluso de Las Grecas con el Yo no quiero pensar metido a compás. Anabel es una artista con proyección que dice bien el cante, aunque lo hace demasiado historiado, acercándose a la teatralidad. Ya descubrimos que no es fingida, sino que forma parte de su propio sello. Cada uno se lamenta como quiere y puede.
Miguel de Tena salió de Badajoz y pasó por Dos Hermanas para que Marcos Serrato le tocara la guitarra, que cada día lo hace mejor, anclado en el clasicismo. Miguel es un cantaor de registro amplio, garganta bien timbrada y dueño del viento. Empezó por petenera, ya con el cuello caliente de los bocinazos que tuvieron que ir a acallarle a los camerinos cuando hacía voz sin percatarse de que su eco llegaba a colarse mientras Anabel cantaba. Por tientos se meció delicadamente con una boquita de caramelo. Al aligerar en los tangos ofrendó a Triana, Granada y Extremadura. Serrato lo seguía cambiando tonalidades para cuadrar. Por aquí empezó el lucimiento. Pero donde bordó el paño fue en la granaína de Vallejo, pieza indispensable de su repertorio. Si bien ya la tiene manoseada de tanto usarla, lo bueno gusta. Y es que no hay quien le haga sombra en estas lides. Miguel se traga el aire y lo va soltando a tirabuzones dibujando el cante. Por encima de una voz cuya tesitura no me resulta agradable, su ejecución es casi perfecta. No hay peros que valgan más que el gusto de cada uno. Y a juzgar por el reparto de oles del público, el extremeño salió a hombros de su faena como el triunfador de la noche. Aunque a mí no me pellizque, hay que reconocer que se marcó para terminar un racimo de fandangos, algunos por bulerías, que tardará en borrarse del imaginario de la afición. Sonaba a Vallejo, a El Carbonerillo… En pie y sin más megafonía que la que lleva en el pecho hizo revolcarse al respetable echándole el pestillo al festival con el de El Pichichi, uno sobre la cacería y un puñao de El Porrina que acabó derritiendo al personal.
Imagen superior: Ofelia Márquez. Foto:Jesús Romero – La Mercería
Ficha artística
XLV Festival Flamenco Torremocha
Albaida del Aljarafe, Sevilla
Viernes 26 de agosto de 2022
Polideportivo Municipal de Albaida del Aljarafe
Presenta: José Manuel Álamo
Cante: Antonio Palma
Guitarra: Jesús Parrita
Cante y toque: Ricardo Fernández del Moral
Baile: Ofelia Márquez
Percusión: Javier Sánchez El Tartana
Cante: Anabel Valencia
Guitarra: Curro Vargas
Cante: Miguel de Tena
Guitarra: Marcos Serrato