No se me encoge la lengua al reconocerlo. Hoy pueden tirarme a la cara si quieren aquellas críticas en las que no dejé bien parada a Anabel Valencia. Porque me ha gustao. Sí, hoy sí. Incluso me ha pegao algunos pellizcos. Será que se ha fajao en Mairena, que ha tenido un buen día. O yo he sabido apreciarlo. Aunque me sigue confundiendo su teatro y no sé hasta dónde llega la ojana o si todo es queja, alegría y verdad. Me ha descolocao. Y me agrada, me sorprende. 

 

Abrió por soleá dándolo todo. Alcalá, La Andonda, El Machango, Joaniquí… y mi piel no me engañaba. Templaíta, jonda y gitana. Contenida en los tercios suaves, envalentoná en los agarrones. Menos gritos que otras veces, con más sabor. Ya me tenía ganao. Y el publico entregaíto na ma empezá el asunto. Ole.

 

La sal de Cádiz se desparramó por la Casa Palacio de los Duques de Arcos en Mairena del Alcor cuando Anabel entonó por cantiñas. El guiño a Pinini y vámonos pa Lebrija, su tierra. Luego meció la malagueña, brillando en la de Manuel Torre, despacito. Aunque no fue su mejor cante. Con cristalitos de negrura hirió por seguiriya principiando por la de El Nitri y abrochando el dolor con la toná liviana de Diego El Lebrijano, contagiando el lamento, compungida. Para alivio de sus penas, la bulería. Fue un tributo a su ilustrísima Fernanda de Utrera. Quise cambiar y no quiso, ¿pa qué me dijiste que ibas a venir?… Y volvió a su cuna pidiéndole a su popaíto que le comprara un pandero. Se hizo la ilusión pero se comió de rabia los puños del camisón. Aunque donde entregué la cuchara fue cuando enjaretó el cuplé El compromiso. Plena de frescura y empaque, Anabel coronó su actuación erizándonos el vello con buen gusto.

 

 

«Anabel Valencia abrió por soleá dándolo todo. Alcalá, La Andonda, El Machango, Joaniquí… y mi piel no me engañaba. Templaíta, jonda y gitana. Contenida en los tercios suaves, envalentoná en los agarrones. Menos gritos que otras veces, con más sabor. Ya me tenía ganao. Y el publico entregaíto na ma empezá el asunto»

 

 

 

 

La escoltaron extraordinariamente a las palmas Juan Diego Valencia y Javier Peña. Pero la guitarra de Curro Vargas la llevó mejor que en brazos durante toda la noche. No conozco a otro guitarrista que se funda con el cante de esa manera, sirviendo en el acompañamiento pero abrazándose a cada quejío, sintiéndolo como suyo, sufriendo cada pellizco, celebrando las alegrías, doblándose a compás. Y expresándolo con la cara y el cuerpo, zamarreándose los centros con cada embestida o recogiéndose en el lamento cuando los tercios duelen. Curro Vargas regaló trémolos pulcros para acunar la malagueña, bordonazos que respondían a tiempo por alegrías y bulerías, puyitas en la seguiriya… Cuajó su sonanta de falsetas jondas. Tocó potente, contumaz, colmado de sensibilidad y flamencura. 

 

Manuel Martín Martín, decano de la crítica flamenca, se lo había puesto en bandeja al caldear el ambiente. Ellos lo remataron. Comenzó su conferencia previa a la actuación con un exordio al recientemente fallecido Curro Malena. Le honró la deferencia, a pesar incluso de robarle unos minutos del reloj a la disertación sobre Fernanda en el centenario de su nacimiento. Lo hizo mejor que nunca, quizás asistido por la reina de la soleá desde su gloria. Evidenció la importancia de las grabaciones que nos legó en solitario y con su hermana Bernarda. Analizó su trayectoria artística, discográfica y hasta la personal al desgranar algunas anécdotas vividas junto a su comadre. Porque Martín Martín no es un flamencólogo de salón, ni un ratón de archivos empolvados, aunque los conoce todos y los guarda en su memoria. El hereje de la crítica, como lo han tildado quienes no soportan sus verdades, se ha corrido más juergas que muchos flamencos de Youtube. Bastantes con Fernanda. Y atesora en sus adentros el privilegio de haberse codeado con los mejores artistas de todas las épocas por las que han pasado sus años. Habla con conocimiento de causa. Y de efecto. Y así señaló los ovarios que tenía la de Utrera por su condición de mujer y gitana entre flamencos, su papel reivindicativo. También el genio de Bernarda. Y culminó rebuscando entre las palabras aquellas que se acercaran siquiera a definir lo indefinible del cante y la personalidad de Fernanda. Resumir su discurso entresacando un puñao de fragmentos sería injusto. Ustedes se lo perdieron. Visiblemente emocionado, en presencia de la familia de la cantaora y con lágrimas en los ojos, aludió a los versos de Moreno Galván que traerían después la enorme ovación del público:

 

Ni la alondra maljería
que con su canto muriera
se quejó con más doló
que Fernanda la de Utrera

 

 

 

Ficha artística

LXII Festival de Cante Jondo Antonio Mairena
Casa Palacio de los Duques de Arcos, Mairena del Alcor (Sevilla)
31 de agosto de 2023

Fernanda de Utrera, un siglo hace que nació
Conferencia de Manuel Martín Martín

Recital de cante de Anabel Valencia con la guitarra de Curro Vargas
Palmas: Juan Diego Valencia y Javier Peña