Del Tacón a la gloria: homenaje a El Moreno
Los Fernández y Farruco clausuraron el IX Tacón Flamenco de Utrera (Sevilla). La tarima del Teatro Municipal Enrique de la Cuadra no albergó nunca más arte por metro cuadrado.
Hoy no caben quejitas. Sería hasta de mala persona dar rienda suelta a la vena crítica cuando se reverencia a un gitano cuyo nombre causa escalofríos y su recuerdo lágrimas entrañables. Se clausuró el IX Tacón Flamenco de Utrera. La tarima del Teatro Municipal Enrique de la Cuadra no albergó nunca más arte por metro cuadrado. Los Fernández y Farruco han impregnado con su esencia las maderas del proscenio. Cada rincón huele a cante y baile con dos apellidos de respeto entre la gitanería flamenca. Nos fuimos del Tacón a la gloria para sellar el homenaje a Juan Fernández Flores El Moreno.
Dejadme que llore, dejadme llorar…, sentenciaba la voz del cantaor doliendo por seguiriya en la proyección que abrió el espectáculo. Sentado esperaba en el negro escénico un guitarrista. Solo hizo falta que rompiera el silencio con tres bordonazos para que mi piel recordara el empaque de las cuerdas del jerezano José Gálvez. Flamenco como ninguno, de enjundia arrebatadora en el acompañamiento por la fuerza de sus respuestas, el compás, su pulsación enérgica y la exquisita sensibilidad que destila por las yemas de sus dedos. Vino acompañando a Rafael de Utrera, que cantó pa rabiá por bulerías engarzando cuplés y acordándose del Señorita de Enrique Montoya cociéndolo al gusto.
Rafael Rodríguez El Cabeza dedicó su pieza a El Moreno, con quien compartió escenario durante muchos años. Zambra con tanguillos. Una composición con aires morunos dotada de la originalidad que apila junto a su toque creativo, personalísimo, de extremada limpieza. Sonó a campanas gordas, cuajao de picados, tiraíllos, trémolos… y de esos semitapados que él cultiva como nadie ahogando las notas.
Óscar de los Reyes bailó por alegrías a la veteranía del cante rancio de Luis Amador y al dulce de Juan El Negro. Se incorporó la sonanta de Ramón Amador para el delite de la afición. Las palmas y el compás corrieron durante toda la noche por cuenta de El Lolo, El Pavín, Torombo y algunos integrantes del elenco que se iban turnando.
Caracolillo de Cádiz se dejó el pellejo derrochando el aroma gaditano por bulerías, evocando siempre en su garganta a Alfonso de Gaspar, Juanito Villar y a La Perla, de quien se valió en las letras para cerrar su intervención. Antes piropeó a Utrera y le dio su sitio a la memoria de Pansequito, recientemente fallecido. Rancapino Chico prosiguió en los doce pulsos haciendo piñonate con la nuez, ralentizando el cante con su sello y caracoleando al meter los fandangos en la amalgama.
Con la percusión de Paquito Vega y Tobalo llegó el soniquete brillante de Diego del Morao. Su bulería Morá valida una vez más que abandere el estandarte de la guitarra en su tierra. Diego a la bajañí es un auténtico despropósito que deja manco al resto de los que quieren hacerle sombra. Jondura, elegancia, ritmo, solera y una técnica abrumadora subyugada a los pellizcos que endiña dibujan el retrato de un tocaor que ya hace historia.
«Uno de los pases más emotivos de la noche lo ofrecieron Farruquito y su hijo Juan El Moreno, que destelló el blanco de su vestimenta para el cante de su padre. Letrillas cargadas de sentimiento vibraron casi sollozando a los pies del chiquillo. Tiene madera, hechuras y apellido para comerse el mundo si la evolución le llega con la edad»
Y si Juanfran Carrasco la lió con esos rizos privilegiados que calientan su gañote, el que alborotó el patio hasta hacerlo arder fue el bailaor Pepe Torres. Venía de la Peña El Pozo de las Penas de Los Palacios, pero no podía faltar. Se recogía la chaqueta y doblaba el teatro. Coronaba un desplante y tronaba la sala. Cuando Pepe baila al respetable le quema el asiento. Lo impulsa irremediablemente al ole que lleva su marca. Chocolate enseñaba en un vídeo a El Moreno cómo asestar puñalás por seguiriya. Pepe Torres las dio con los pies, el torso y los gestos.
Esperanza Fernández acunó los ecos de Triana y Lebrija. Levantó al público mirándose en las hermanas de Utrera, Perrate o Lole y Manuel. Cantó al aire, bailó descalza, se entregó entera en la bulería. Y besó despidiéndose la escultura que viene recibiendo su tributo desde el inicio del festival a un lado de las tablas. El aplauso fue tremendo.
Juanfran y El Negro pusieron el cante a la soleá por bulería. El Barrullo se vistió de pasión con flecos en las mangas pintando en el aire sus recortes. Se marcó un baile fetén ampliando los registros estéticos sin salirse del tiesto. Cuando oigo Juan El Moreno, no se me ocurre otra cosa que ¡ole los gitanos buenos! Farruquito, Polito y El Carpeta dominaron el son.
Tras un vídeo de Farruco, José del Tomate garantizó por bulerías la progresión de un tocaor de futuro. Lo secundaron otra sonanta, palmas y el cantaor Santiago Cortiñas. Luego dos fandangazos con rajo y espontaneidad de Carrasco con las cuerdas de El Cabeza y un baile cortito pero con paladar de Polito y su hija María, ambos vestidos de rojo, evidenciando en las bulerías de Cádiz que la saga continúa.
Uno de los pases más emotivos de la noche lo ofrecieron Farruquito y su hijo Juan El Moreno, que destelló el blanco de su vestimenta para el cante de su padre. Letrillas cargadas de sentimiento vibraron casi sollozando a los pies del chiquillo. Tiene madera, hechuras y apellido para comerse el mundo si la evolución le llega con la edad. Fueron capaces de poner al público en pie enternecido. Como también encandiló la extrema dulzura de Soleá, hija de El Farru, acompañada de las caricias del piano de Ismael Carmona, luciendo de nácar una vocecilla que conmocionó a los aficionaos brotando en una ovación. Deshojó la declaración de amor a su abuelo mirándolo a la cara en la representación de la obra que atestiguaba el homenaje.
Y poco a poco se fue llenando el entarimado con todos los artistas que habían intervenido, además de las bailaoras Carmen Lozano, África de La Faraona, La Farruca El Farru, la cantaora Mari Vizárraga y una pechá de familiares que fueron desfilando con sus pataítas de arte en un fin de fiesta apoteósico rubricado por Fernández y Farruco. Luis Amador, El Negro, Juanfran… echaron los restos. Pero El Farru mostró su vis cantaora jaleando y arañándose la garganta, dándolo todo. Torombo formó el taco con su patá y mención aparte merecen los pequeños de la familia. Manuela y Triana, hijas de Farruquito, o un rubiales de dos añitos, Álvaro, hijo de Alegría, hermana de estos tres bailaores de casta, que se resistía a abandonar el escenario incluso mientras se hizo el negro detrás y las luces del coliseo utrerano nos despertaron del sueño flamenco.
Carmen Ledesma entregó un cuadro con el rostro de El Moreno a la familia. Lo recogió Dolores, madre del agasajado, besando la obra. Luis de la Ramona y Manolito Pelusa, organizadores del festival, regalaron flores a su madre y las manos esculpidas del cantaor a su esposa La Farruca. Esta presumió de familia y agradeció de corazón lo que El Tacón y Utrera han hecho por ellos durante esta semana. Se echó el telón después de casi tres horas con todos festejando.
Ficha artística
Homenaje a El Moreno
IX Festival Tacón Flamenco de Utrera
Teatro Municipal Enrique de la Cuadra, Utrera (Sevilla)
28 de febrero de 2023
Familia Fernández y Farruco: Farruquito, El Farru, El Carpeta, La Farruca, África de La Faraona, Lolo, El Pavín, Polito, El Barrullo, Juan El Moreno, Soleá, María, Manuela, Triana, Álvaro
Otros artistas invitados:
Al cante: Rafael de Utrera, Luis Amador, Juan El Negro, Caracolillo de Cádiz, Rancapino Chico, Juanfran Carrasco, Esperanza Fernández, Mari Vizárraga y Santiago Cortiñas.
A la guitarra: José Gálvez, Rafael Rodríguez El Cabeza, Diego del Morao y Ramón Amador
Al baile: Pepe Torres, Carmen Lozano, Óscar de los Reyes
Percusión: Paquito Vega y Tobalo
Y El Torombo