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Paqui Ríos: el corazón ronco de tanta verdá

En la Peña Flamenca Miguel Vargas (Paradas, Sevilla), una malagueña menuda cortó el aire con el filo de su garganta y nos dejó una cicatriz imborrable. Se llama Paqui Ríos.


Volví dándome guantazos por las esquinas. Sin poder tragar. Como el que no se cree que ha encontrao un tesoro. Me vine temblando con los ojos cargaos de lágrimas, un nudito en el gañote y henchido de congoja. Hasta el cielo esperó a que ella terminara de cantar para derramar con la lluvia su llanto contenido. Fue en Paradas, en la Peña Miguel Vargas. Una malagueña menuda cortó el aire con el filo de su garganta y nos dejó una cicatriz imborrable. Se llama Paqui Ríos.

 

El aplome de sus quejíos pesaba tres quintales de jondura. Se estrenó por toná. Presentó sus credenciales con embrujo y le bastó muy poco para sentenciar con su veneno. Acarició a arañazos y arañó con ternura. Trajo en su nuez el vientre primitivo de donde nace la pena.

 

Se acordó de El Mellizo por malagueñas aguantando en los bajos y alzando la melodía con empuje en los tercios de brío. Dijo el cante. Lo sometió con dulzura, giros propios y olor a flamenco viejo. Con su pelito tendío siguió por soleá en un tributo constante a Fernanda de Utrera. Coqueteó con La Andonda, apretó en El Machango, cuadró por La Serneta con esa caenita que me has echao que me tienes tan segura y remató con arrojo en la de Paquirrí. Nadie pudo decirle cómo quejarse. Ella lo hizo distinto, a su manera. Desde las entrañas de una cantaora indómita, anárquica e imprevisible hasta para ella misma.

 

 

«Paqui Ríos desnudó sus tripas y quedó a la deriva. Porque no entiende de reglas, no tiene medida. (…) Es irremediablemente cautivadora, transmite y emociona. Los aficionados se pegaban chocazos por las paredes ante la grata revelación de una cantaora»

 

 

Sopló el aire de levante con la taranta minera de La Niña de Linares y fue imposible no tener en la memoria a Camarón cuando se le partió la barrena emboquillando un barreno. En la voz de Paqui sonó sencilla pero profunda. Solo al templarse por tientos pegó tres pellizquitos que estremecieron y repartió un manojillo de letras de dulce en un repertorio variado, con gusto. Se fue al gururú a por tangos de La Niña de los Peines, roneó porque vale y se puso canastera sin olvidarse de Granada.

 

La que no huele a clavo y canela no sabe estinguí. No es el caso de Paqui, que aunque perdía el rumbo con el viento, agarró la seguiriya que le escuchamos a Tomás Pavón y se quebró hasta que le tiritaron las piernas en el cambio con el que hirió su lamento. Agachaba la cabeza ensimismada en su honrada timidez a la vez que desplegaba sus brazos o recogía el cante en sus puños. Se alivió luego cuando se fue a Utrera por bulerías, donde metió la caña a compás y enamoró con los cuplés que hacía Bernarda como aquel de Perfidia o el de María de las Mercedes. Antes de rajarse la voz para terminar su actuación dejó una tanda de fandangos entre los que supieron a almíbar el de El Palanca y el de El Carbonerillo.

 

 

La cantaora Paqui Ríos. Peña Flamenca Miguel Vargas, Paradas (Sevilla). 20 marzo 2022. Foto: Kiko Valle

 

 

La acompañó la guitarra morena de José de Pura que cuajó su toque de falsetas copleras cosidas con tiraíllos, bordoneos, arpegios y alzapúas. Llevó a la malagueña por donde ella quiso. Supo hacerle la cama para encontrarse. Su sonanta sencilla desbordó gitanería y paladar. Demostró su afición por el cante en la complicidad de las miradas, el diálogo entre la voz y sus cuerdas, los recortes, silencios y arremetías. Sonó más limpia que de costumbre y preñada de enjundia, luciendo el cante de Paqui. Formaron un tándem flamenco de primera categoría que derrochó personalidad.

 

 

«Paqui Ríos lloró la pena como le pedía el cuerpo. Retorció su garganta acaramelada entregándose hasta rozarse. Cantó extraordinariamente imperfecta, con la cabeza perdía y el corazón ronco de tanta verdá»

 

 

Ríos fue humilde dedicando cada uno de sus cantes como si fueran regalos. Comenzó nerviosa y terminó crecida. Lloró la pena como le pedía el cuerpo. Retorció su garganta acaramelada entregándose hasta rozarse. La queja le robó la voz en ocasiones o se olvidaba una mijita del compás. Pero cantó extraordinariamente imperfecta, con la cabeza perdía y el corazón ronco de tanta verdá.

 

Desnudó sus tripas y quedó a la deriva. Porque no entiende de reglas, no tiene medida. Porque es flamenca pura y de esencia. Una artista única, sin pulir, intocable, virgen, bella tal cual… Tiene un sello propio, mágico e inconfundible. Es irremediablemente cautivadora, transmite y emociona. Un auténtico descubrimiento para la afición, que se pegaba chocazos por las paredes ante la grata revelación de una cantaora.

 

 

Ficha artística

Paqui Ríos
Peña Cultural Flamenca Miguel Vargas
Aula Municipal de Cultura La Comarcal – Paradas (Sevilla)
20 de marzo de 2022
Cante: Paqui Ríos
Guitarra: José de Pura

 

 

La cantaora Paqui Ríos y el guitarrista José de Pura. Peña Flamenca Miguel Vargas, Paradas (Sevilla). 20 marzo 2022. Foto: Kiko Valle

 

La cantaora Paqui Ríos y el guitarrista José de Pura. Peña Flamenca Miguel Vargas, Paradas (Sevilla). 20 marzo 2022. Foto: Kiko Valle

 

 


Cantaor de la escritura. Jondura utrerana extrema.

4 COMMENTS
  • José Vargas Quirós 21 marzo, 2022

    Me ha gustado mucho la crónica o crítica, como se diga. Y auque yo no estuve allí, sé como canta Paqui Ríos y como toca José de Pura. Han tenido suerte esos aficionados de Paradas. Los dos son para disfrutarlos. Flamencos de antes.

    • Kiko Valle 23 marzo, 2022

      Gracias José. Aún me resuenan sus quejíos. Fue un recital muy emotivo.

      Abrazos

  • Ramón Soler 23 marzo, 2022

    Ratifico las palabras de mi tío José Vargas. Los aficionaos están hartos de ojana en el flamenco y estas bocanadas de cante y toque con profundidad son una bocanada de aire fresco. Paqui y José son dos fenómenos que debían ser conocidos por toda la afición.

    • Kiko Valle 23 marzo, 2022

      Gracias Ramón por comentar. Este tipo de cantaoras y guitarras tienen sabor, sello propio y una personalidad arrolladoramente flamenca. Abrazos!

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