De Yerbabuena un ramito
La granadina Eva Yerbabuena abre la Bienal de Sevilla 2020 con el estreno absoluto de ‘Re-fracción (Desde mis ojos)’, un espectáculo de aire vanguardista redimido por la fuerza de su baile. Llámenlo como quieran, pero no se sientan obligados a comprarlo todo.
En la puerta del Teatro de la Maestranza había una concentración de bailaoras como para llenar varios festivales. No faltaba una, de la A a la Z. Nadie quería perderse la inauguración de la Bienal de Sevilla 2022, y menos la actuación de una gran maestra como Eva Yerbabuena. Todas las jóvenes figuras de hoy, en mayor o menor medida, han bebido de ella.
Esta vez no venía sola: Juan Kruz, con un Giraldillo en su palmarés, asumía la dirección y garantizaba de paso un giro hacia la contemporaneidad, una vuelta de tuerca al baile que la Yerbabuena lleva desarrollando desde hace ya más de treinta años. La primera sorpresa, nada más abrirse el telón, es la iluminación cruda de neones, y la escenografía a la moda reciente, con tramoya a la vista y precariedad de elementos. En su primer gesto, la bailaora se sacude el vestido marcadamente austero, como despojándose de todo lo superfluo. Está despeinada y sin maquillar: esta soy yo, sin trampa ni cartón, parece decir.
La primera escena, con los músicos a un lado del escenario e iluminados por una bombilla pelada, demora demasiado en arrancar. No es hasta la soleá que vemos a una Eva reconocible, llena de fuerza y dramatismo. Su dominio del tiempo, su precisión en los remates, el poderío de sus pies a pesar de haber pasado ya los 50, solo unos minutos sirven para dar por bueno el precio de la entrada.
«Eva baja al patio de butacas y busca entre el público quien le cepille el pelo. Por suerte, elige a la maestra Merche Esmeralda, a la que siempre es un placer volver a ver sobre un escenario, aunque sea para ese menester»
Sin embargo, la presunción de que Re-fracción sería un espectáculo sin artificios se desvanece muy pronto. En seguida comprobamos que los hay, y en demasía. Kruz, presente en escena en todo momento, toma el micro y somete a la bailaora a un cuestionario un tanto bochornoso. Suena una nana tocada con viola de gamba, se proyectan imágenes de la creadora sumergida en una bañera, con las burbujas deformando su rostro, o surgiendo del mar a cámara lenta; se juega con una lámpara que gira al son de la carraca, y con una cámara de vídeo que nos muestra en tiempo real imágenes de lo que ya vemos en el escenario. Eva baja al patio de butacas y busca entre el público quien le cepille el pelo. Por suerte, elige a la maestra Merche Esmeralda, a la que siempre es un placer volver a ver sobre un escenario, aunque sea para ese menester.
Llega el turno de los tangos, con ese movimiento de brazos hipnótico. De nuevo el baile salva al respetable de la perplejidad o del bostezo, pero el problema a esas alturas es evidente: cada vez que Eva se detiene, el montaje se viene abajo. Ni siquiera los buenos oficios de los músicos, incluyendo a unos cantaores espléndidos, logra maquillar la endeblez de fondo de la propuesta. El barniz vanguardista, por desgracia, no potencia el trabajo de la protagonista, sino que lo diluye bajo un ritmo flácido, desfalleciente. Los efectismos no reemplazan al duende.
«La responsabilidad de la granadina era enorme, abriendo la Bienal más bailaora, siendo parte de su imagen promocional y recibiendo el recién creado Giraldillo Ciudad de Sevilla. (…) Un ratito de su arte, un ramito de Yerbabuena, dan para mucho perfume»
Todavía quedaban por ver escenas más o menos chocantes, como la del elenco arrojando prendas a la bailaora, o esta desfilando en procesión mientras parece salir humo de sus ropas, como si se chamuscara. Quedaba aún el consuelo de ver bailar a Eva por último su seguiriya, pero iluminada por un incómodo juego especular que escatimaba ora la visión de sus pies, ora la expresión de su rostro. Llámenlo búsqueda, experimentación, transgresión, cualquiera de esas expresiones retóricas que justifican cualquier ocurrencia; llámenlo como quieran, pero no se sientan obligados a comprarlo todo.
La responsabilidad de la granadina era enorme, abriendo la Bienal más bailaora, siendo parte de su imagen promocional y recibiendo el recién creado Giraldillo Ciudad de Sevilla. Al término de la obra salió a saludar toda la compañía, incluidos los técnicos, pero no cabe duda de que los aplausos y las ovaciones del Maestranza puesto en pie fueron para ella. Un ratito de su arte, un ramito de Yerbabuena, dan para mucho perfume.
Fotos: Archivo fotográfico Bienal de Flamenco / Claudia Ruiz Caro
Ficha artística
Re-fracción (Desde mis ojos) – Eva Yerbabuena
Espectáculo inaugural de la XXII Bienal de Sevilla
Teatro de la Maestranza, 10 de septiembre de 2022
Baile: Eva Yerbabuena y Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola
Guitarra: Paco Jarana
Cante: Miguel Ortega, Alfredo Tejada y Antonio Gomez ‘El Turry’
Viola de gamba: Pilar Almalé
Baile y percusión: Jose Manuel Oruco
Percusión: Dani Suárez
Francisco en Paris 11 septiembre, 2022
Gracias por la crítica Alejandro, un placer leerte
Alejandro Luque 11 septiembre, 2022
Gracias a ti por la lectura, Francisco.
Francisco González 18 septiembre, 2022
Completo acuerdo con la crítica. He asistido a esta Re-fracción ĺamentando un montaje vanguardista que no nos dijo nada. Momentos de soberano aburrimiento, salvo los escasos momentos en que Eva bailó. La luz nos echaba, tantos silencios, Caracas, ropas arrojada a, paseo en procesión no decían nada. No entendimos la propuesta, un aburrimiento, salvo las pinceladas de arte de Eva.