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Águeda Saavedra: el refinamiento del baile jondo

Crónica de la actuación de la bailaora Águeda Saavedra en la segunda jornada del Festival Flamenco de La Mistela, Los Palacios (Sevilla). Le acompañaron en el Teatro Pedro Pérez Fernández los cantaores Ezequiel Montoya y Jesús Corbacho, y el guitarrista Juan Campallo.


El Teatro Municipal Pedro Pérez Fernández de la localidad sevillana de Los Palacios se vistió de gala para la segunda jornada del Festival Flamenco de La Mistela. Nos acogió en la entrada con una exposición de fotografías de Eduardo Briones y Javier Díaz, una degustación del vino que da nombre a la cita y la firma del libro de Juanito El Distinguido, visiblemente emocionado mientras dedicaba a los amigos sus ejemplares.

 

La lluvia limpió las calles para que Águeda Saavedra pisara las tablas con lucimiento a fin de recibir La Venencia Flamenca al baile, «galardón de prestigio, consideración y trascendencia que premia e incentiva los grandes valores de las nuevas generaciones». El reputado periodista flamenco y palaciego Manuel Curao tomó la palabra con el saludo de los hombres de bien. Su «A la paz de Dios» abrió el repaso de la historia del encuentro, reseñando la labor de la Tertulia Flamenca El Pozo de las Penas, que junto con el ayuntamiento organiza el festival. No en vano, el año que viene se cumplirá medio siglo del nacimiento de la entidad, que se erige como la peña flamenca pionera de la piel de toro.

 

Los ojos de Águeda recibieron el primer baño de luz con el sol de Nerja. Con solo ocho años ya estudiaba en el Conservatorio de Málaga y con quince se trasladó al de Carmen Amaya en Madrid. Vivió su formación como un juego sin ser consciente de la importancia que tenía. Ahora le abruma el vertiginoso repunte que alcanza su carrera, jalonada ya de premios notables como el de Artista Revelación del pasado Festival de Jerez o la Venencia Flamenca que en esta ocasión recibe. A Águeda el baile «la libera de lo mundano, la salva y la hace feliz». Como también lo hizo coger en sus manos la pieza que el escultor mairenero Jesús Gavira ha creado para este premio. El acto protocolario de la entrega corrió a cargo de Sergio Moguer, secretario de la peña, Enrique Duque, su presidente, y el alcalde de la localidad, Juan Manuel Valle, que hizo entrega de la escultura. Coincidieron en reconocer el peso y la responsabilidad de poseer esta distinción. Águeda mostró su agradecimiento «a todos los que lo han hecho posible y a mi familia, Hugo Pérez, Marta, Mercedes de Córdoba… por confiar siempre en mí y no soltarme de la manita».

 

Se echó el telón para preparar el entarimado. Águeda se vistió de artista. Y al cobijo de las gargantas almibaradas de Ezequiel Montoya y Jesús Corbacho se hizo el baile. Sin duda, con el mejor tocaor que hay hoy para su acompañamiento. La guitarra de Juan Campallo brilla por los escenarios con la extraordinaria musicalidad que roba a sus cuerdas, afinadas desde el clavijero del corazón, de donde le brota incesantemente el sonido flamenco.

 

 

«Águeda Saavedra bailó para quitar el sentío, para curarnos las heridas. Destiló marcajes completos. No se afanó solo en los pies. Cada desplante era distinto. Desfiguraba su cuerpo dibujando en el aire escenas de una belleza excepcional, hilando el recogimiento con el despliegue emocional, dándole a su coreografía lo que pedía el cante. Porque ella baila al calor de la voz»

 

 

Saavedra se paseó por el proscenio. Su estampa auguraba flamencura. Y al golpe de un taconazo destapó el taranto de Corbacho. Empezó el cortejo de quien atesora el refinamiento del baile jondo. Águeda bailó para quitar el sentío, para curarnos las heridas. Destiló marcajes completos. No se afanó solo en los pies. Cada desplante era distinto. Desfiguraba su cuerpo dibujando en el aire escenas de una belleza excepcional, hilando el recogimiento con el despliegue emocional, dándole a su coreografía lo que pedía el cante. Porque ella baila al calor de la voz. Se templó con la suavidad del susurro. Estalló con fuerza en los tercios valientes. Y a la vez dominó el contrapunto conteniendo con delicadeza las embestidas. Lo hizo en dos metros cuadrados, arropada por el aliento de los cantaores y el olor del ciprés de una sonanta que hipnotiza.

 

Saavedra demostró en tres episodios que no todo está inventado. Por taranto con remate de tangos y aires de Levante, guajiras coronadas por bulerías y un final por alegrías conformó un espectáculo para enmarcar en los salones del baile flamenco de postín. Desveló que no todo es rapidez, aunque la tiene. No todo es contoneo, que también lo cultiva. No todo es definición, que la guarda en sus pies. No todo es el braceo, que lo domeña. No todo es fuerza, a la que subyuga. Sino que en la mixtura y con las cantidades exactas de cada ingrediente se cocina el veneno con el que sisó el alma del respetable y de quien escribe.

 

Supo aunar tradición y vanguardia, entendida esta última como la frescura necesaria de las aportaciones personales a la peculiar mezcolanza de escuelas que se traslucen en su propuesta. Transparentó el gusto por el baile sevillano en la curvatura espontánea y apropiada de su hermosa figura o en su manera de pararse. Le hizo un guiño a Triana con algunos meneos. Se abrazó al coraje potente de Carmen Amaya ya en pantalones y con torerilla al final de la obra. Pero sin ánimo de ostentación de cualidades, sino buscando en sus innumerables virtudes los movimientos oportunos, exhibiendo los recursos como resultado de la integración del estudio, su ecléctica creatividad y la sabiduría artística que la definen como una bailaora de máxima categoría.

 

Todo ello cuidando al detalle el vestuario. Con volantes para el taranto, bata de cola estampada con ribetes verdes en la melosa guajira y pantalones rojos con torera en las alegrías, derrochando quejumbre, azúcar y sal. A cada cosa lo suyo. Y merece mención aparte la introducción del repiqueteo virtuoso de las castañuelas en los cantes de ida y vuelta, ya inusual por asociarse a lo folclrórico, amén de la dificultad que entraña danzar percusionando con las manos a la vez que con los pies y el propio cuerpo. Pero Águeda destacó en el movimiento de la bata de cola, destelló con el toque de palillos, vestida con volantes o en pantalón.

 

 

«Desveló que no todo es rapidez, aunque la tiene. No todo es contoneo, que también lo cultiva. No todo es definición, que la guarda en sus pies. No todo es el braceo, que lo domeña. No todo es fuerza, a la que subyuga»

 

 

En los pasajes de tránsito que aprovecharon el cambio de ropa de la bailaora, hubo toque y cante. Juan hizo cosquillas en un solo de guitarra por granaína. Acarició con la pulcritud de sus trémolos, clavó a bordonazos falsetas que parecían homenajear a los clásicos y tamizó las melodías con los mimbres que teje en las entretelas de su sensibilidad creadora. Montoya y Corbacho se alternaron meciendo sus voces por malagueñas y abandolaos.

 

La guajira en su porte deslumbró como una guirnalda de colores. Figuras exquisitas cuajadas de finura y galantería pintaron con la bata de cola sobre las maderas del teatro. Las castañuelas trinaron como ruiseñores en primavera, jugando con los silencios y el ritmo, compaginando con zapateados y paseos. Desgajó una coreografía dulcificada, apetitosamente bella. Los palillos asomaron el compás por bulerías. Águeda las bailó sin alharacas, resumiéndolas a lo esencial, con originalidad. Y dejó para el final el chorreo de sensualidad jonda bailando por alegrías en pantalones. Sacó pecho resolviendo su femineidad, recortando en las poses, delimitando la silueta del futuro del baile. Con una elegancia insólita y un rajo descomunal evidenció que ella no interpreta, lo siente. Y así se fundió con las de Córdoba abrochando después con las bulerías de Cádiz. Águeda se llevó el aplauso eterno de un público enardecido que guardó en la memoria su magnífica actuación.

 

 

Festival Flamenco de La Mistela

Teatro Municipal Pedro Pérez Fernández
Los Palacios, Sevilla
Entrega de La Venencia Flamenca al baile de Águeda Saavedra
Jueves 20 de octubre de 2022
Baile: Águeda Saavedra
Cante: Ezequiel Montoya y Jesús Corbacho
Guitarra: Juan Campallo
Presentación: Manuel Curao

 

 

La bailaora Águeda Saavedra. Festival de La Mistela, Los Palacios (Sevilla). 20 oct 2022. Foto: Bellido

 

La bailaora Águeda Saavedra. Festival de La Mistela, Los Palacios (Sevilla). 20 oct 2022. Foto: Bellido

 

La bailaora Águeda Saavedra. Festival de La Mistela, Los Palacios (Sevilla). 20 oct 2022. Foto: Bellido

 

La bailaora Águeda Saavedra. Festival de La Mistela, Los Palacios (Sevilla). 20 oct 2022. Foto: Bellido

 

La bailaora Águeda Saavedra. Festival de La Mistela, Los Palacios (Sevilla). 20 oct 2022. Foto: Bellido

 


Cantaor de la escritura. Jondura utrerana extrema.

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