Jesús Méndez dominó en el cante y Remedios Amaya derrochó gitanería. Manuel Cuevas hijo gustó a sus paisanos. Pedro El Granaíno justo en su línea. Pero Águeda Saavedra elevó la categoría del baile flamenco endiñando pellizquitos de locura. Las guitarras descollaron notablemente sobre la bruma nocturna que cobijó la decimoctava edición del Festival Flamenco de Osuna. El corral de la Casa de la Cultura acogió a una afición que ocupó casi todas las localidades del patio. El cartel prometía. Y dejó buen sabor de boca a este crítico y a un público agradecido que jaleó con entusiasmo.

 

La presentación de Manuel Zamora abrió paso a Jerez sobre las tablas. Jesús Méndez se fajó los machos. Entró caliente desde el primer tercio de la bulería pa escuchá. Ahí se desenvolvió a su antojo. Nono Jero estuvo extraordinario a la sonanta, amarrando los cierres y acompañando con maestría. Las palmas de Diego Montoya y Cantarote dibujaron el compás. Los metales de la tierra albariza se desparramaron por el gañote de Méndez, ora contenido en las mecidas ora valiente en los gañafones de enjundia. Y mandando en los bajos. Así se mostró en la malagueña, acariciando en la de Manuel Torre y embistiendo con fuerza en el segundo cuerpo de El Mellizo. Por seguiriya se quejó a gusto, mascando el cante, rematando con ese cambio cortito al que nos tiene acostumbrados: no sé por qué esta gitana me tiene tantito interés. Por bulerías coronó formando el taco, dominando la noche. No se olvidó de meter los fandangos ni de su pataíta de rigor y la de los palmeros, que terminaron de sembrar el age. Poco que apostillar, salvo el repertorio. Para los jartibles que estamos en todos los saraos nos caen repetidos. Pero sin duda fue el cantaor de la noche, por más que cerrara El Granaíno.

 

En muchos festivales nos comemos al artista local porque hay que darle su sitio. Pero Manuel Cuevas hijo se lo tiene ganado aquí por méritos propios. Y aunque se adentró en propuestas camaroneras que no le pegan a su tesitura, demostró conocimiento y oficio. Es un cantaor por pulir y su juventud lo lleva al experimento innecesario o la creación literaria. Pero cuando se centró en los cánones del cante se defendió con soltura. Voz redonda y hecha, entrega y disposición no le faltan. Es buen aficionao. Lo acompañó El Chino a la guitarra. Se compenetraron por malagueñas, soleá trianera, seguiriya con macho de Manuel Molina y unos fandangos en los que reincidió en el tributo a Camarón –y a Morente–. Se lució también al aire en el de Caracol y levantó al público en el último con letras alusivas a su abuela. Culminó de esta manera una intervención tibia con muchas intenciones.

 

 

«Desfiguraba su cuerpo y el gesto ante el dolor sin ojana. Águeda Saavedra le bailó al cante y a la guitarra. Pero sobre todo al sentimiento. O el sentimiento la bailó a ella. Flamenca desde la punta del tacón a la de pelo, la malagueña endosó pellizquitos de locura»

 

 

 

 

El caramelo en la garganta de Jesús Corbacho, la melaza en la de Pepe de Pura y una orquesta de sensibilidad en las manos del guitarrista Juan Campallo llevaron en volandas el baile de Águeda Saavedra. Agarró el taranto y pegó arañones a espuertas. Marcajes raciales, replantes potentes y paseos elegantes y dolidos conjugaron con la sensualidad femenina de sus contoneos. Desfiguraba su cuerpo y el gesto ante el dolor sin ojana. Águeda Saavedra le bailó al cante y a la guitarra. Pero sobre todo al sentimiento. O el sentimiento la bailó a ella. Flamenca desde la punta del tacón a la de pelo, la malagueña endosó pellizquitos de locura. Se abandonó al corazón y surgió el duende. Precisa y definida con los pies, recia en los zapateaos, frágil cuando iba herida. El braceo una caricia. O tres puñalás cuando el sufrir lo pedía. Por alegrías alivió el cuadro mientras se cambiaba el vestío. Y la soleá fue luego un zarpazo donde jugó con los tiempos, el silencio, las parás y las escobillas, subyugando la técnica depurada y el conocimiento a la transmisión de la incorporeidad de lo jondo. Después el remate sosegao con aires de Lebrija y unos fandangos por soleá. Pero antes Pepe de Pura se pasó por la Utrera de Gaspar entonando con personalidad el cuplé de Candela la de las minas al que la bailaora sucumbió respondiendo con su baile. El respetable embelesao, como también lo estaba desde el suelo, entre bambalinas, el joven bailaor Juan Tomás de la Molía admirando la proeza de Águeda, artista de una pieza que llega para evidenciar el futuro del baile. Maravillosa, cautivadora.

 

Y Remedios Amaya se puso canastera recordando a Camarón. Aunque vino tocada de la voz e incluso pidió perdón, echó los restos a fin de regalarse a Osuna. Y lo consiguió con quintales de gitanería, desparpajo y la veteranía en el arte, que es un grado. O dos. O tres pares. Con Samara y Carmen Amaya y Ana María González a los coros y palmas y la magnífica bajañí de El Perla, que tocó para convidarlo de por vida, prosiguió su actuación con jaleos, tangos y bulerías derramando su alma festera para inundar de vida el entarimao. Gitana y artista. No le pidamos más. Porque a pesar de sus cositas, dejó el sabor y la gracia. Para terminar hizo subir a su nieta a pegarse la pataíta y ruborizó a El Perla que hizo lo propio acharaíto.

 

El piano de Jesús Cecilia tronó con ecos seguiriyeros. Salió Pedro El Granaíno por tonás y debla con su voz flamenquísima. Antonio de Patrocinio hijo le escudó luego a la guitarra como siempre, arrancando aplausos con rasgueos y bordones. Se templó Pedro en la soleá recurriendo de nuevo a los saltitos de voz efectistas, tragándose el cante. Domeñó una ristra de variantes pero no cerró con empaque. Quiso lucir la versión morentiana de La leyenda del tiempo, volvió a comenzar las bulerías evocando a El Paquiro y las abrochó con la manida letrilla dicen que para cantar hace falta afinación. Y enamoró al graderío, ya fuera de micro, con unos fandangos en memoria de Chocolate. Pedro no cantó mal, pero le pido más con la añoranza de que tuvo tiempos mejores. Él sabe. Y puede.

 

Osuna ofreció un buen festival. Pero me quedaría con los revolcones de una juerga con Juan Torres y Joni Torres, rodeao de cabales en la Taberna La Parroquia o con un arroz en el campo.

 

 

Ficha artística 

XVIII Festival Flamenco de Osuna
Corral de la Casa de la Cultura, Osuna, Sevilla
26 de agosto de 2023

 

Cante: Jesús méndez
Guitarra: Nono Jero
Palmas: Diego Montoya y Cantarote

 

Cante: Manuel Cuevas hijo
Guitarra: El Chino
Baile: Águeda Saavedra
Cante: Jesús Corbacho y Pepe de Pura
Guitarra: Juan Campallo

 

Cante: Remedios Amaya
Guitarra: El Perla
Coros y palmas: Samara Amaya, Carmen Amaya y Ana María González

 

Cante: Pedro El Granaíno
Guitarra: Antonio de Patrocinio hijo
Palmas: Miguel Heredia

 

Presentador: Manuel Zamora