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¿Llave del Cante a una cantaora?

Desaparecido el maestro Fosforito, que ojalá no suceda nunca, la sexta Llave del Cante podría recaer en alguna cantaora. Descartando a las cantantes aflamencadas, que abundan, lo cierto es que no hay muchas candidatas. Quizá Carmen Linares, que es la gran maestra de esta época.


Está surgiendo en las redes sociales un debate sobre la Llave de Oro del Cante y la mujer flamenca. Me extrañaba que no saliera el tema en estos momentos, con el ambiente propicio y las feminijondas alteradas. No entiendo por qué se irritan tanto algunas por lo de feminijondas, porque es una manera de definir a las feministas de lo jondo. Ninguna se molestaría porque la llamaran así, sino al contrario. Es verdad que ninguna cantaora ha tenido la Llave del Cante Flamenco, solo hombres. Cinco en total, que repasamos de manera muy somera.

La primera se le dio al cantaor portuense Tomás Ortega López, El Nitri, y fue por decisión de un grupo de amigos y seguidores de su cante, como un hijo de El Planeta, Francisco Monge Bara, conocido también en Málaga con este apodo. No hay mucha información sobre esta llave, pero solo sería como un arranque ante alguna genialidad del sobrino de El Fillo. Liaría el taco en una fiesta y lo fotografiaron con una llave, como simbolizando que era algo así como el que abría el cante. Nada más.

De haber sido un acto organizado tendríamos más información. Cantaoras en esa época había muchas, pero seguramente no de la altura de El Nitri o Silverio. María Borrico o Dolores la Parrala, de San Fernando y Moguer, respectivamente, eran grandes cantaoras, enciclopédicas y con fama, pero a nadie se le ocurrió hacer con ellas lo mismo que con el de El Puerto de Santa María. Si alguien lo hubiera propuesto no habría habido manifestaciones en contra, porque eso de la llave del cante no le importaba absolutamente a nadie.

La segunda Llave fue para el gran cantaor sevillano Manuel Vallejo, en 1926, y respondió a meros intereses comerciales del madrileño Teatro Pavón. En esa época la gran figura femenina era la Niña de los Peines, que podría haberla recibido. Y el gran maestro, el Papa del cante, era Don Antonio Chacón. Existían figuras colosales como Manuel Torres, el Cojo de Málaga o Manuel Escacena, pero cuadraba dársela a Vallejo por muchas razones. La primera, que era un genio del cante y que en aquel tiempo era también un artista incontestable. Vallejo le dio importancia al trofeo, pero tampoco basó su carrera en eso. Lo explotó en algunos carteles y nada más.

La tercera fue la de Antonio Mairena, en 1962, que entonces era un segundón del cante, aunque un segundón con calidad. El flamencólogo pontanés Ricardo Molina Tenor se la quiso dar a él, su íntimo amigo, estando Pastora, Caracol, Marchena, El Pinto, la Niña de la Puebla o Valderrama. Cualquiera hubiera sido un buen candidato, pero Molina y Mairena ya lo habían acordado. Pastora Pavón quiso disputarle la llave a su pariente lejano, pero este y Ricardo hicieron todo lo posible para que no fuera a Córdoba, porque se hubiera comido con papas a Mairena, a pesar de su edad y de estar ya retirada de los escenarios.

A Pastora le sentó muy mal la faena de su primo y estuvieron distantes algún tiempo por este motivo y por una antología en la que al final no entraron la cantaora y su marido, el Pinto. Cuando Antonio se trajo la llave a su casa de la calle Padre Pedro Ayala, 12, en Sevilla, ni se atrevió a llevársela a Pastora para que la viera. Y Antonio decidió mandársela con una huevera de Mairena del Alcor que les llevaba los huevos a él y a la cantaora. “Llévale la llave a mi prima para que la vea y me la traes luego”, le dijo Antonio a la huevera, su paisana. Berlanga hubiera hecho una película con esta historia.

La cuarta se le dio a Camarón a título póstumo, en la mayor chapuza de la historia del flamenco. Se la dio la Junta de Andalucía en el año 2000, por un asunto relacionado con una casa discográfica, un productor insaciable y la búsqueda de votos en la nutrida comunidad gitana de Andalucía. No es que Camarón no la mereciera, pero jamás se había dado a título póstumo. ¿Por qué a Camarón y no a Silverio, Chacón, Manuel Torres, Marchena o la Niña de los Peines?

La Quinta la tiene un gran maestro, Fosforito, con total merecimiento. Es verdad que estaban ahí, en 2005, La Paquera, Lebrijano, Carmen Linares, Morente o Menese. Pero fue una llave dada por consenso y para mí muy bien dada, porque Fosforito es el gran maestro del cante de este tiempo. Es lo que pensaron críticos, flamencólogos, aficionados y artistas.

Mientras viva Fosforito no se debería volver a dar. Desaparecido el maestro, que ojalá no suceda nunca, la sexta podría recaer en alguna cantaora, de esas que ahora están cantando muy bien y que andan por los cuarenta años. Si hubiera que darla ahora, ¿a qué cantaora se le podría dar? Descartando a las cantantes aflamencadas, que abundan, lo cierto es que no hay muchas candidatas. Quizá Carmen Linares, que es la gran maestra de esta época.

Lo cierto es que no hay hoy una cantaora indiscutible, una gran maestra con la fuerza necesaria para que hubiera consenso. Cantaoras buenas, muchas. Pero una figura de consenso, grande, no la hay. Tampoco entre los cantaores. Por tanto, olvidemos la dichosa Llave del Cante.

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

2 COMMENTS
  • Luis Chacón 19 marzo, 2019

    Muy correcto en tu análisis, Manuel. Bisturí fino el que usas para recordarnos el camino de la llave. Carmen en tus pensamientos. Carrera muy decente, un disco histórico (Antología de la mujer, 1996) y un ser muy querido en el mundillo. Pero puestos a soñar… Antonia, La Perla de Cádiz… a título postumísimo (no sé si existe el superlativo)… pero es a fuerza de soñar… así que… ¡¡¡larga vida a Fosforito !!!

  • Migue Ángel Mora 28 junio, 2022

    Muy buen artículo sobre la tan traída y llevada Llave.
    Uno, que a sus 50 y tantos es aficionado de cuna y un asiduo de todas las peñas de Huelva y algunas en el extranjero, ha ido comprobando como dicho galardón ha ido perdiendo entidad con el tiempo. Aún recuerdo cómo en las tertulias se hablaba de la Llave como del panteón del cante, reservado solo a los «tocados» por la mano de Dios.
    Hoy, gracias a artículos como este, quedan al descubierto las miserias que rodean a tan ansiado reconocimiento.
    Vuelven a salir distintas peticiones, como la última a título póstumo para Morente (para mí merecidísima) que veremos en qué queda.
    Una sugerencia para la llave femenina, que si de aflamencadas hay que hablar, Perla de Huelva cantó los fandangos de Huelva como nadie, con permiso de Toronjo y de su hermano, Peque de la Isla.
    Enhorabuena por la publicación.

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