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‘Alpaca Real’, el debut del guitarrista granadino Carlos de Jacoba

«La alpaca implica nobleza y sobre esta se sustenta la realeza», explica. Un disco animado por una concepción muy pura del flamenco y, al tiempo, alimentado por un cierto sonido que nos retrotrae a los 80.


Según informa su discográfica, The Borderline Music, esta es la explicación de Carlos de Jacoba (1983, Motril, Granada) respecto a la elección del título de su primer álbum, Alpaca real: «La alpaca implica nobleza y sobre esta se sustenta la realeza». La alpaca o plata blanca presenta, además, alta resistencia a las corrosiones. Y nos remite a esa proverbial alusión de los gitanos viejos a lo imponente que le caía a uno de ellos su traje de alpaca…

El guitarrista Carlos de Jacoba es hermano de David de Jacoba, un cantaor que nos está cambiando la época a golpe de salidas por seguiriyas y dolencias por tangos. Un disco de andares gitanos y toreros, el eco de cuyos pasos está llamado a perdurar una eternidad en la soleá que aquí nos deja, en verdad modélica, tan añeja y suntuaria como renovadora en su indagación de acentos. Una soleá para emborracharse de punzantes nostalgias y darse sin recato a la bebida de sus sentencias pausadas e inspiradas por el vino añejo.

El primer álbum de Carlos de Jacoba cuenta entre sus colaboraciones con Estrella Morente, Diego El Cigala, David de Jacoba, Sorderita, Bernardo Parrilla, Ramón Porrina y Piraña, la producción de Jesús de Rosario y los arreglos de Diego Amador, dos artistas paradigma de gusto a la hora de vestir una música. Alpaca Real es un disco muy esperado por quienes asistieron a los triunfos de Carlos de Jacoba en citas como la Suma Flamenca de Madrid o el Festival Flamenco On Fire de Pamplona. Y es con sus referencias a Camarón y Paco, las aportaciones de Carmela de Las Grecas y el gran Benavent o sus sutiles guiños al tan cimero e influyente como casi secreto guitarrista que fue Manzanita un disco animado por una concepción muy pura del flamenco y, al tiempo, alimentado por un cierto sonido que nos retrotrae a los 80, tiempo en que nuestro arte reagrupó patrimonio y energías para cobrar un impulso cuya estela aún no ha concluido.

Los ocho cortes de Alpaca Real han sido concebidos para poder ser recreados por una garganta flamenca. Y es que resulta inevitable la reflexión en torno a, por ejemplo, cuánta de la música salida de la cabeza privilegiada de Paco no nacía de su pregunta de cómo la cantaría Camarón. De ahí, de ese amor al cante del guitarrista, surgen los reconfortantes meandros que nos proporcionan sosiego tras los frenéticos serpeos con que su guitarra traza en el cielo relámpagos, versículos de un evangelio personal que nos pulsa todas las teclas de la emoción flamenca. Disfruten de los sonidos negros, verdosos y turquesa de este guitarrista de limpísimos y refulgentes quilates que, como dijeron de Cagancho tras su apoteósico debut en México, viene para quedarse.

 

 

 


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