Cuando el Lebrijano canta hasta Dios se sorprende
Noche grande en el Cartuja Center de Sevilla para recordar a Juan Peña, el gitano universal
Te lo voy a contar rapidito porque lo de anoche fue más grande que mis duquelas, que no caben más. Que nunca antes había estado en el Cartuja Center, ese que abrieron el año pasado frente al Charco de la Pava. Qué categoría, quillo, tela de bonito. Y de grande. Allí caben mil y pico de personas, anda ya, qué me dices, y hasta dos mil, todos sentados cómodamente. La acústica, impecable. Si hasta puedes seguir la actuación desde el vestíbulo, por unas pantallas diseminadas estratégicamente. Lo único malo es el ambigú, que además cierra nada más comenzar la función.
Juan Peña El Lebrijano, también conocido como Juan el Grande. El mayor creador de la historia del cante gitano, dicen algunos entendidos. El gitano universal, omnipresente durante toda la velada a través de una magnífica sucesión de diapositivas a pantalla completa. A la izquierda de la escena, su silla vacía, aquella que en el Teatro Lope de Vega le valió a José Valencia el Giraldillo al Momento Mágico en la Bienal de Flamenco de 2016.
Todo muy bien estructurado. Cuatro bloques bien definidos por la caída del telón e hilvanados por la aguja del maestro Manuel Martín Martín, que recordó la cita de Antonio Gala que titula esta crónica. Cada artista un cante. Salen y entran por el fondo del escenario, salvo alguna excepción, evitando así largas ovaciones. Una oscuridad impresionante marca el cambio entre una actuación y otra. La iluminación es alegre, colorista. Aquí el único flamenco en blanco y negro está en los vídeos de Rito y geografía del cante.
Pedro María Peña se encarga del descorche al frente de su grupo de músicos, que reciben por bulerías a José Valencia. Es el inicio del primer bloque, Persecución, título de aquella obra rompedora de 1976, con letras de Félix Grande, con las que Juan Peña quiso lavar las penas centenarias de sus gitanos. La doliente voz afillá de la Macanita condujo con maestría la caravana y nos dejó Libres como el aire, libres como el viento. Sangre, sangre es lo que brotó de la garganta rotunda de Pepe de Lucía, que conserva intactas sus facultades. Cerraba la comitiva del exilio una seguiriya muy efectista de la malagueña Diana Navarro y las galeras con que Anabel Valencia convirtió el lamento por su condena en una bendición encadenada a la guitarra de Curro Vargas.
Caída de telón, que viene el segundo bloque, en el que el protagonismo recae en David Peña Dorantes. Con el piano por batuta y la percusión de Javi Ruibal, vuelve a entrar José Valencia, indiscutible heredero musical del maestro, que sonríe desde arriba orgulloso de su ahijado. Canta las Bienaventuranzas del disco La palabra de Dios a un gitano, por el que a Juan Peña le cayeron palos de todas partes. El bloque lo cierra todo el grupo retomando la caravana que encabeza Dorantes con brillantez. Ya se van los gitanos por los caminos. Ojito, que viene el cante jondo.
Son los festivales de verano de la época gloriosa el objeto del tercer bloque. Un pequeño oasis de cante flamenco clásico y tradicional en un espectáculo de más de cuatro horas. Don José de la Tomasa imparte una lección magistral de creación desde la raíz en el cante por soleá. El maestro Paco Cepero lo mima, lo espera y se da un baño de multitudes con la espectacularidad de sus rasgueos. Escucha, escucha, es Inés Bacán, la encarnación de la seguiriya más profunda. Notas el sabor de la sangre, como decía Tía Anica. Cierra el bloque Tomás de Perrate, que se acuerda de su tía María la Perrata, madre de El Lebrijano, sacando al personal de sus ducas por bulerías de la tierra.
No te canso más, compañera del alma, que la noche es larga. Es el turno de Encuentros, el bloque dedicado a los discos que Juan Peña grabó con la Orquesta andalusí. Casablanca, Sueños en el aire, Lágrimas de cera, Pensamientos. Con el aplauso asegurado por delante, un ramillete de primeras figuras del cante jondo va desentrañando lo más heterodoxo de Juan Peña. Junto a ellos, reconocidos cantautores e intérpretes de flamenco fusión. Entre estos últimos, David de María, que se atrevió a entrar en Granada por tangos y bañarse en una fuente famosa con Veinticinco faroles. Y Diego Carrasco, el príncipe del compás, que demostró la verdad de su apelativo con una versión libre de Yo me llamo Juan.
Entre las Lágrimas de cera de Esperanza Fernández y el Granate de Pedro el Granaíno, que entregó a la silla vacía la ofrenda de su chaqueta y su pañuelo, Argentina pedía la libertad de los pájaros de la marisma. Antes de eso, Lela Soto y Rycardo Moreno se acordaron de Cádiz y de su Salada claridad. Pastora Galván demostró que no ha olvidado el baile más gitano, el que te hace perder la cabeza cuando ella la levanta al cielo enmarcada en sus bellísimos brazos. Y antes de que el respetable entonara lo de el anillo pa cuándo Nolasco y Hamid el Hadri nos sacaron a todos en volandas, por rumbas, con otro anillo, el A chibulí, a chibulí.
Ficha artística:
Espectáculo: Un gitano universal
Lugar y fecha: Cartuja Center Cite, Sevilla. 9/3/2019
Artistas invitados (cante): José Valencia, La Macanita, Pepe de Lucía, Diana Navarro, Anabel Valencia, José de la Tomasa, Inés Bacán, Mari Peña, Tomás de Perrate, Lela Soto, Diego Carrasco,Esperanza Fernández, David de María, Argentina, Pedro el Granaíno, Nolasco y Hamid el Hadri.
Baile: Pastora Galván
Guitarras: Pedro María Peña, Paco Cepero, Antonio Moya, Curro Vargas, Rycardo Moreno, Antonio Malena y Malena Chico.
Piano: David Peña Dorantes
Percusión: Manuel Moreno, Javi Ruibal
Orquesta Andalusí y músicos de Juan Peña El Lebrijano: Tete Peña, Nano Peña, Manolo Nieto, Juan Peña, Raúl Aguilera, Sergio Aguilera, Goyo Lovera, Alejandro Cruz, Youssef, Amin Tailassane.
Dirección musical: Juan Reina
Dirección artística: Ana Belén Peña
Organización: El legado de Juan Peña