Festival Flamenco La Yerbabuena: José Valencia, arrebatador
En el XXXII Festival Flamenco La Yerbabuena de Las Cabezas de San Juan (Sevilla), Juan de Clemente se dejó los dedos y el alma en la guitarra. La Macanita se fajó en el recuerdo de mejores tiempos. José Valencia desparramó la talega de los pellizcos. Y Pastora Galván formó el taco zamarreando al público.
Sin papel en la taquilla, mantitas pa la pelúa, yerbabuena pa el puchero. Tere Peña y su esposo Alfonso a cargo de la espléndida organización. El XXXII Festival Flamenco La Yerbabuena de Las Cabezas de San Juan, a beneficio de Teacense y Abriendo caminos, tomó aires nuevos de trapío, «frescura, olor y sabor». Hubo un buen cartel. Guitarra de concierto, cante y baile. De los buenos. Juan de Clemente se dejó los dedos y el alma en la guitarra. La Macanita se fajó en el recuerdo de mejores tiempos. José Valencia desparramó la talega de los pellizcos. Y Pastora Galván formó el taco zamarreando al público pero dejando a medias a este crítico.
Se alternaron las presentaciones entre Juan Pedro de Miguel, Joaquín López Bustamante, Alfonso García, la compañera Araceli Pardal de www.lebrijaflamenca.com y Carmen Pulpón. Y durante el acto protocolario del homenaje a la Cátedra de Flamencología y Estudios Folcróricos de Jerez ocuparon el escenario representantes de la misma, miembros de la corporación municipal y el elenco artístico.
El guitarrista local Juan de Clemente rompió el silencio con sus Vivencias. Al compás de soleá, tangos y bulerías demostró su faceta compositora, sus dotes como solista y destreza en el acompañamiento al cante de su padre Clemente Junquera, que preñado de enjundia caldeó el asunto. Una voz con peso y conocimientos sirvió de apoyo para una sonanta que fue de menos a más, sorteando las primeras imprecisiones para ofrecer un concierto con brillo en el que evidenció el dominio de la técnica, especialmente los bordoneos y alzapúas, además de picados limpios y rasgueos precisos cargados de un vertiginoso compás. Redondearon el cuadro la percusión de David Ortiz y Álex y los coros de Isa Fernández y Vero Monge.
«José Valencia pisó los maderos para mandar. (…) Marcó su impronta con un gusto exquisito, magistral. Y se estrujó los centros en la seguiriya hiriente, lastimando con su queja. Dobló con originalidad sorpresiva el macho. Y por si fuera poco el revolcón, las bulerías terminaron de revalidarle. Arrebatador. Para mí, lo mejor de la noche»
La Macanita es uno de esos «pequeños milagros morenos». Si bien de un tiempo a esta parte la hemos escuchado en intervenciones muy irregulares, en Las Cabezas estuvo mejor que de costumbre. Lo que restaba la planitud de su registro tonal, lo aderezó con el empaque que le otorgó a su cante, echándole bemoles a cada uno de los tercios. Tomasa se aferró al recuerdo de mejores tiempos y dio un recital con arañones tiznaos de gitanería. No se guardó. Tampoco se escondió cuando lo hizo sin megafonía. Lo entregó todo. Con la extraordinaria guitarra de Manuel Valencia –en breve estará de estreno discográfico en Expoflamenco– y una sinfónica de compás a las palmas con Cantarote, Macano y Chicharito, principió meciéndose en los tientos tangos, para meterse en los rincones quejumbrosos de Fernanda de Utrera por soleá, jincando las uñas, y llegar al lamento seguiriyero en el que dolió por Tío José de Paula y en el macho de Juanichí el Manijero. Las bulerías jerezanas, con pataíta de arte incluida, salpicadas por ecos utreranos y algún guiño a La Perla pusieron el broche a la que, sin ser una actuación apoteósica, fue de las mejores que he disfrutado últimamente de la admirada Tomasa.
Tras el homenaje y el descanso, el cante de Lebrija se subió a las tablas. Precedido por una magnífica presentación de Araceli Pardal, que dibujó una breve semblanza del cantaor, José Valencia pisó los maderos para mandar. El «relevo consentido de Juan Peña El Lebrijano y embajador cultural de Lebrija» vino a desbaratarnos la piel. Su inseparable guitarrista Juan Requena trazó las vereas de la lección que dio José perdiéndose por un puñao de variantes en la soleá, engañando con conatos de cierres y robándonos los oídos. Luego al compás de Cantarote y Juan Diego Valencia rebautizó las cantiñas con su apellido jugando con los tiempos a voluntad. Marcó su impronta con un gusto exquisito, magistral. Y se estrujó los centros en la seguiriya hiriente, lastimando con su queja. Dobló con originalidad sorpresiva el macho. Y por si fuera poco el revolcón que ya nos había dado hasta aquí, las bulerías terminaron de revalidar a José Valencia. Arrebatador. Para mí, lo mejor de la noche.
El baile de Pastora Galván echó el cerrojo. El Pelón a las palmas y las voces rajás de Miguel Lavi y David El Galli con la sonanta de Requena dieron un auténtico espectáculo de flamencura. A veces el atrás luce más que lo de alante. Y a juzgar por la algarabía del público no fue así, pero la sensibilidad es de ca uno. Me gustaría tener un boca prestá para decir más claro lo que pienso. Solito me censuro, sin miedos y sin pelos en la lengua, para no faltar al decoro ni llevar a malinterpretaciones. Pero Pastora abandonó hace mucho la estética de la elegancia por el histrionismo y la parodia trianera que tanto efecto produce. No por ello dejó de gustarme a ratos. A pesar de la exageración que antaño se me antojaba fingida pero que a fuerza de sentirla creo que no es ojana. Ella es así. Ya está. Con intensidad desbordante, rajo, age y gracia. Salió desde detrás del escenario alborotando al público bailando exultante y flamencona por los pasillos, acaparando las cámaras de los móviles del respetable. Incluso se echó un cantecito. Y tal como llegó se vino. En medio bailó con marcajes acentuados, la mayoría del tiempo descalza –incluso lanzó los zapatos al aire–. Salerosa en las bulerías, aparentemente natural y espontánea, engarzando pataítas. Menos acertada en la soleá a la que le faltó un poco de todo. No braceó con gallardía, ni paseó solemne. Tampoco mostró unos pies precisos. Pastora basó su propuesta en la búsqueda del pellizco con el tópico manoseado y ramplón. Pero puso a la gente en pie. Bailó con entrega y sudor, flamenca, concediendo honores a su hermano en algunas figuras, rastreando personalidad. Y arrancó efusivos aplausos.
La Yerbabuena fue un festival flamenco. Sin créditos a fusiones ni vanguardias insulsas. Terminó temprano, no se hizo pesado. Se llenó. El bar no molestaba. Buen público, buenos artistas, buen trato a la prensa. Un gusto.
Ficha artística
XXXII Festival Flamenco La Yerbabuena
Plaza del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, Las Cabezas de San Juan, Sevilla
Viernes 23 de septiembre de 2023
Cante: La Macanita y José Valencia
Guitarras: Manuel Valencia y Juan Requena
Palmas: Cantarote, Macano y Chicarito. Cantarote y Juan Diego Valencia
Guitarra solista: Juan de Clemente
Cante: Clemente Junquera
Coros: Isa Fernández y Vero Monge
Percusión: David Ortiz y Álex
Baile: Pastora Galván
Cante: Miguel Lavi y David El Galli
Guitarra: Juan Requena
Palmas: El Pelón