56º Gazpacho Andaluz: Farruquito ensirocó a Morón
A los cincuenta años de la muerte de Diego y en el centenario del nacimiento de Fernanda se auguraba un Gazpacho de Morón con sabor. El cartel parecía de peso, pero la luna no brilló por igual para los flamencos sobre los maderos.
To el papel vendío. Desde la esquina de Pozo Nuevo a la otra punta frente al Ayuntamiento, Morón lució abarrotá de aficionaos. A los cincuenta años de la muerte de Diego y en el centenario del nacimiento de Fernanda se auguraba un Gazpacho con sabor. El cartel parecía de peso, pero la luna no brilló por igual para los flamencos sobre los maderos. El público fue generoso en aplausos. Solo algunos cabales salpicaban la muchedumbre. Eso explica la deriva a la que se ven abocados los festivales veraniegos. La mayoría se ha convertido en una simple velada al fresco, aunque a tanto no llegó el asunto. Pudimos ir entresacando momentos de enjundia y arañones negros. Paco de Amparo e Ignacio de Amparo regaron de cal fresca la tarima. David Carpio puso cordura a lo jondo cantando por derecho. El Granaíno me defraudó. Farruquito volvió a enloquecer al respetable. El Pele no tuvo su mejor noche. Y la guitarra apabullante de Antonio Rey cerró la madrugá de El Gazpacho cuando las manillas el reloj rozaban cansadas las cuatro.
Coral López fue la maestra de ceremonias. Llevó con profesionalidad la presentación del festival conjugando en su palabra afición y conocimiento. Y cumpliendo con la impuntualidad flamenca, comenzaron tarde los previos. Morón le dio un sitio privilegiado a la cantera. Los alumnos de guitarra, cante y baile de la Escuela Municipal de Música y Danza fueron caldeando el ambiente, descollando sobremanera la intervención de Bernabé de Pastora, un guitarrista de palmo y medio. El joven mostró sus mimbres rememorando el toque de Diego. Con la destreza impropia de su corta edad, por tangos y bulerías evidenció un futuro prometedor para su sonanta. Recibió la justa ovación como merecido reconocimiento.
Los «últimos vestigios del toque gastoreño» colmaron de soníos negros el proscenio. Paco e Ignacio de Amparo prendieron sus guitarras con el aire de Morón. Por tangos, soleá, seguiriya y bulerías destilaron la flamencura que trae la cal a cuerda pelá. Divirtieron y pegaron pellizquitos nuevos al hermanar sus doce cuerdas con el violín de Elisa Prenda y la flauta de Carmen Espejo. Al cante los acompañaron Moi de Morón y el terruño de Utrera en la nuez de Tomás de Perrate, que cuando le da la gana se faja en la tradición para traer su apellido al recuerdo.
«Si Farruquito levantó la pasada semana El Potaje, aquí hizo lo propio ensirocando al graderío. Este gitano menúo endiñó los mejores pellizcos de El Gazpacho. Bailó como le dio la gana, embistiendo con empaque, paseando con elegancia, zapateando sobre las tablas moronenses para acuñar su marca. Traspasao por el duende moreno, como poseído por el arañazo de su casta, dejó su impronta tatuada»
David Carpio llegó de Jerez pregonando su verdad. Arrojó la voz a tierra. Se arremangó las entretelas para asentar el cante serio. Masticó lo tercios oliendo a viejo. Principió por malagueña doblando la de El Mellizo. No fue su mejor palo. Luego enjaretó la soleá. Arremetió en la de El Machango y tributó a su cuna con las de Carapiera. Siguió por tangos pero estuvo mejor en la seguiriya. Se quejó en la oscuridad del lamento canónico sin artificios, demostrando que menos es más cuando duelen las ducas. La abrochó sangrando con el macho aquel de la llaga en el pecho que me dejó una gitana mala. Y terminó desgranando las penas del tiempo por bulerías. Manuel Valencia lo llevo en volandas sobre las cuerdas de su guitarra. Tocó con finura. De pulsación potente y limpia, la bajañí de Manuel elevó el cante de categoría. Soberbio, sobrao de compás. A las palmas lo cuadraron Javier Peña y Macano.
Pedro El Granaíno comenzó por soleá mezclando variantes apolás con giros morentianos o la de Manuel Torre , sin rematar con brío. Dejó patente la merma de facultades que viene arrastrando desde años atrás, algo que pretende cubrir sonando tan gitano y tan bien como siempre. Se tragaba el cante. Y apoyándose en los recortes contundentes de la buena guitarra de Antonio de Patrocionio o el arrullo de las palmas de Miguel Heredia Riquelme y Luis Dorado, buscó inteligentemente el aplauso. Prosiguió por tangos. Descorchó el palo mirándose en las hechuras de Remedios Amaya, insistiendo de nuevo en los besos a Morente y Camarón. Y cuando parecía que iba a herir por seguiriya, desaprovechó la oportunidad partiendo el cambio de Manuel Molina en varios tiempos, a saltos de voz, aliviando la entrega con la que sin duda se ofreció a Morón. Culminó por bulerías con las mismas letras que de costumbre. Se acordó de El Paquiro, La Repompa… Durante su actuación llegó a desafinar en ocasiones. Ofreció pan y circo en un ritual de efectismo. Dejó contento al público en pie y a este crítico defraudado en el asiento.
Si Farruquito levantó la pasada semana El Potaje de Utrera, aquí hizo lo propio ensirocando al graderío. Este gitano menúo endiñó los mejores pellizcos de El Gazpacho. Bailó como le dio la gana, embistiendo con empaque, paseando con elegancia, zapateando sobre las tablas moronenses para acuñar su marca. Traspasao por el duende moreno, como poseído por el arañazo de su casta, dejó su impronta tatuada. Las tonás de El Pechuguita e Ismael el Bola anticiparon la seguiriya en la que Juan se paró y bailó macho, descifrando los misterios de la gitanería. De un tiempo a esta parte se presta con más temple y aplome. Le bailó al cante, regocijándose en los melismas. Pepe de Pura conserva el sabor personalísimo con el que está dotado, pero a su voz nasal se le acabó esa noche el fuelle. Farruquito acertó con El Pechuguita. Bordó el cante con su voz gorda y redonda, cuajá de matices plomizos. El Bola trenzó en su gañote los cristalitos que se jincan. Manuel Valencia a la guitarra avaló el compás. Y la extraordinaria percusión de Paquito Vega coloreó el cuadro de jondura. Para el cambio de ropa unas bulerías. Y Juan volvió al escenario derramando la sal de Cádiz por alegrías. ¡Qué manera de arrecogerse! ¡Qué personalidad en los desplantes! ¡Qué gracia! ¡Qué age! Tuvo la deferencia y la humildad de subir al entarimao a dos chavalillos que lo asaltaron en el camerino. Cantaron con rabia por bulerías. Antes, Juan nos dejó un ratito de locura bailando sentao en la silla.
«La genialidad de El Pele tiene días. Aunque pocas pegas le caben a su cante. Por su culpa ya tengo unas cuantas camisas partías. Pero esa noche no dislocó. La guitarra de Niño Seve se escapa de la tinta por mi poca pericia. Me deja mudas la manos»
La genialidad de El Pele tiene días. Aunque pocas pegas le caben a su cante. Por su culpa ya tengo unas cuantas camisas partías. Pero esa noche no dislocó. La guitarra de Niño Seve se escapa de la tinta por mi poca pericia. Me deja mudas la manos. Y es que este cordobés te arrastra como a la cejilla, dejándote el surco en la piel. A El Pele le perdonamos la seguiriya. Un pequeño altercado en el público no le dejó hilvanar bien, pero hincó las uñas coronando con la de El Tuerto de la Peña. La soleá de este hombre es solo suya. Toíto el mundo lo sabe y el corazón se me para cuando me llama de marugá. Después la toná. Y una malagueña que entronca con unos versos de romance y liga con el cuplé por bulerías. Otras veces me faltan halagos. Hoy aquí me poso. Se fue con dos letrillas por tangos, animando al gentío.
Y hay que tener reaños para terminar un festival con un recital de guitarra. Pero estábamos en Morón. Y la de Antonio Rey no es una bajañí cualquiera. A la percusión estuvo Álex Fernández y como segunda guitarra, casi como convidao de piedra, Óscar de los Reyes. Antonio, acariciado por la varita del virtuosismo, tocó a su antojo en un alarde de técnica y musicalidad. Es paquero, se respiraba al de Algeciras en cada pasaje. Antonio picó pulcro sin cesar desde que se abrazó a las curvas del instrumento. Escalas vertiginosas y realmente fuertes, pulsadas con seguridad, sin fallos, preñaron un actuación sublime, impecable, sensible y flamenca. A Levante le robó los aires de la taranta. Por alegrías recorrió los rincones del sur. Las bulerías fueron una ostentación de compás. Y la rumba un maravilloso guiño conceptual a Paco de Lucía. Me empalagué con tanto picado. No sé si corroído por la envidia cochina de mi ineptitud frente a los seis ríos de plata o porque ya ni el oído me llega al nivel, pero hubiera regalado un puñao de oles por un tropiezo que me asestará una puñalá fría, alguna cosita entre tanta perfección.
Y las campanas volvieron a molestar como durante toda la noche. ¡Que Morón les dé descanso por un día! Esto es serio.
Ficha artística
56º Gazpacho Andaluz
Plaza del Ayuntamiento de Morón de la Frontera, Sevilla
1 julio 2023
Guitarras: Paco de Amparo e Ignacio de Amparo
Cante: Moi de Morón y Tomás de Perrate
Violín: Elisa Prenda
Flauta: Carmen Espejo
Cante: David Carpio
Guitarra: Manuel Valencia
Palmas: Javier Peña y Macano
Cante: Pedro El Granaíno
Guitarra: Antonio de Patrocionio
Palmas: Miguel Heredia Riquelme y Luis Dorado
Baile: Farruquito
Cante: Pepe de Pura, El Pechuguita e Ismael El Bola
Guitarra: Manuel Valencia
Percusión: Paquito Vega
Cante: El Pele
Guitarra: Niño Seve
Palmas: Moi de Morón, El Moreno e Israel Núñez
Guitarra: Antonio Rey
Segunda guitarra: Óscar de los Reyes
Percusión: Álex Fernández
Iván MG 3 julio, 2023
No sé pué tené más píxeles al sacar la foto de lo que allí se vio.
Enhorabuena a Morón y a Andalucía y a nuestra tierra.
Felicidades al responsable de esta crónica por saber recoger todos los matices, tanto técnicos, como los indirectos de sabor y salero.
Mucho hacía que nl pasaba yo por aquel pueblo y mucho me alegró ver ese ambiente y ese cuidado a nuestro arte y ver gente deseosa de presenciar momentos «de los nuestros».
Es verdad que pocos van a saber si un artista se repite en los repertorios o si es o no original. Pocos diferencian estilos, pero muchos se llegan a asombrar cuando delante un flamenco se atreven a soñá.
Me alegró mucho ver en forma a Pago del Gastor, máxime sabiendo lo delicado que está El Cabrero, responsables en buena parte de mi afición.
Y pido desde aquí que se les dé homenaje cuanto antes.
Y a Morón, felicitarle por su noche, aunque no entienda del todo por qué dejan esa campana soná.