Del clavijero al puente fluyen seis ríos. Y su sonido llega más limpio en el silencio oscuro de la intimidad. Sirva la tinta que dejo correr sin malinas intenciones para reivindicar la soledad de Marcos Serrato. Porque vino con su grupo pero más le hubiera valido aferrarse sin compañía a la sonanta. Uno ante la inmensidad.

 

La Peña Flamenca Soleá de Alcalá de Guadaíra retomó abarrotada la actividad tras el parón navideño cogiendo de la mano a un vecino de Dos Hermanas. Pero a él se le antojó el grupo: Jesús Álvarez como segunda guitarra, Armando Mateos y Macarena Delis al cante y Macarena Cocinero al baile. Salvo la disertación previa de Pepe Fatou sobre los orígenes de la guitarra flamenca y sus constructores e intérpretes más destacados desde su nacimiento hasta la actualidad, el cuadro brilló por mediano. Sin ahondar en descalificaciones innecesarias, podría resumir brevemente: Jesús figuró como convidado de piedra aportando rasgueos simplones, Armando cantó mal con apretones, desafines y remedos poco acertados, Macarena Delis es solo una cantaora casera y Cocinero una bailaora más de la media hacia abajo cuyos defectos (y virtudes) prefiero tapar. O iban cortos de presupuesto para el elenco o Marcos primó las relaciones y la amistad por encima del arte. Solo se justificó el diseño del espectáculo por la forma de abordar las tres facetas del instrumento: solista, de acompañamiento al cante y para bailar. Dicho esto, no vuelvo a reincidir para hacer sangre. Porque la guitarra de Marcos tiene mención aparte.

 

Comenzó con una composición por malagueñas y abandolaos. Luego le sisó a Paco Cepero su Aguamarina. Acompañó las sevillanas que Macarena Delis entonó homenajeando a Pareja Obregón y al grupo Brumas con el baile de Cocinero. Después por tangos, Fantasía árabe de su disco y unas bulerías que tributaron a Moraíto, Cepero y Diego del Gastor, entre otros. Tocó para el baile por alegrías y echó el cierre con Entre dos aguas de Paco de Lucía con Jesús y un chico que subió para formar el trío ensuciando estos dos últimos lo melódico.

 

 

«Marcos Serrato se olvidó de tanta armonía tonal que inunda la guitarra de hoy. Hizo comprensible la suya evocando a los clásicos, yendo a lo seguro, tocando muy bien, con una pulsación fuerte, trémolos pulcros, arpegios conseguidos, escalas precisas y rasgueos apropiados. Estuvo sobrao de compás»

 

 

Ofreció un repertorio resultón, agradable. Reconocible tanto para un público inexperto como para el entendido. Otra manera de arrancar los oles y el aplauso enardecido del respetable. Marcos tuvo la inteligencia para adecuar sus buenas facultades, aunque no excesivamente habilidosas, a un toque rancio, tradicional, con menos exigencias de picados vertiginosos ni encadenamientos de falsetas demasiado complicadas que comprometieran su ejecución. Se olvidó de tanta armonía tonal que inunda la guitarra de hoy. Hizo comprensible la suya evocando a los clásicos, yendo a lo seguro, tocando muy bien, con una pulsación fuerte, trémolos pulcros, arpegios conseguidos, escalas precisas y rasgueos apropiados. Estuvo sobrao de compás. Enganchó por la sencillez digerible en contraposición al resto del cuadro y su propuesta insulsa y anodina. Se regocijó en los bordones, entretuvo, gustó. Pero mejor solo. Tiene condiciones para un recital decente de esa bajañí sencilla que destaca ante la técnica apabullante de la nueva hornada de tocaores superdotados, aunque algunos carecen de alma. Puede lucir con sus mimbres antiguos entre una multitud pautada. Pero mejor solo.

 

Marcos Serrato ofreció un recital flamenco que hubo que entresacar entre la hierba seca de un campo baldío. Demostró una afición tremenda y el respeto a los maestros. Marcos lo hizo bien. Los demás, al cajón.

 

 

Ficha artística

Recital de Marcos Serrato y su grupo
Peña Flamenca Soleá de Alcalá
Alcalá de Guadaíra, Sevilla
Viernes 20 de enero de 2023
Guitarra: Marcos Serrato
Segunda guitarra: Jesús Álvarez
Cante y palmas: Macarena Delis y Armando Mateos
Baile: Macarena Cocinero
Conferenciante: Pepe Fatou