Alfredo Benítez se lleva el II Premio a la afición del flamenco
El Ayuntamiento de Jerez de la Frontera en colaboración con la Federación de Peñas Flamencas de Jerez ha concedido al estudioso Alfredo Benítez la segunda edición del Premio a la afición del flamenco.
La segunda edición del Premio a la afición del flamenco ya tiene dueño. El estudioso Alfredo Benítez se lleva este preciado galardón impulsado por la Delegación de Dinamización Cultural, a través de la Unidad de Flamenco, y la Federación de Peñas Flamencas de Jerez.
Letrista, investigador, guitarrista y maestro, Alfredo Benítez recogerá el premio en el marco de la programación de otoño, coincidiendo con las actividades del Día Internacional del Flamenco el próximo mes de noviembre. En su primera edición recayó sobre la labor del peñista Antonio Benítez Manosalbas, conmemorando el cincuenta aniversario de la fundación de la primera peña flamenca de la provincia de Cádiz, la Peña Los Cernícalos.
Benítez siempre está cerca del flamenco y ha tenido repercusión directa sobre la fundación de diversas entidades flamencas en Jerez. Ha ofrecido apoyo a artistas tan reconocidos como Terremoto Hijo, Melchora Ortega, Joaquín Jiménez El Salmonete o su hijo, Ezequiel Benítez. A su vez, colabora asiduamente en el programa Los Caminos del Cante, presentado y dirigido por José María Castaño desde hace treinta años.
Sobre Alfredo Benítez
Precisamente el propio José María Castaño ha redactado la nota de prensa dirigida a los medios y solicitada por la Unidad de Flamenco del Ayuntamiento de Jerez. En ella se habla de la trayectoria del premiado, así como sus méritos. Un comunicado que compartimos de forma íntegra.
«Alfredo Benítez Valle (Jerez, 1948) representa la figura del aficionado íntegro. Aquel que, arrastrado por una pasión inconmensurable, ha dedicado todos los pulsos de la existencia a su arte amado. Como otros muchos jerezanos de su época, se topó con una reunión de cante al azar y aquellos gemidos, entonces extraños para él, se agolparon en la masa de su sangre. A partir de entonces, dispone cada minuto de su vida a intentar descubrir que significaban tan misteriosos sonidos; un enigma que nunca se podrá resolver, por fortuna, como ha indicado tantas veces.
De joven, no deja de ir a todas las reuniones de cante que le es posible; recorriendo los barrios de la Plazuela (donde nació) y de Santiago (donde estuvo avecindado un tiempo). Ese inmenso amor por el arte jondo lo lleva a aprender la guitarra flamenca con Rafael del Águila y ser como una especie de secretario para el profesor de guitarra. Alfredo, incluso, aparece en los créditos de la Nueva Frontera del Cante (RCA) en los años 70 como tocaor en el fin de fiesta, aparte de acompañar a artistas como el mítico Remache, en la intimidad. También fundó un grupo para cantar la Misa Flamenca con artistas como Luis de la Pica o El Torta. Más adelante, Alfredo se hace un gran activista de las peñas flamencas de Jerez siendo miembro fundador de algunas de ellas. Su papel de aficionado de a pie evoluciona hacia el de la enseñanza del cante y sus profundos conocimientos se plasman en voces como la de Salmonete y su hermana Elu, de quienes fue su prócer. Incluso, de un joven Terremoto hijo al que apunta al Nacional de Córdoba sin él saberlo y que, a la postre, sería un gran espaldarazo a su carrera. Ni que decir tiene su implicación en la trayectoria de sus hijos Ezequiel y Raquel Benítez, amén de Melchora Ortega y tantos otros. Y siempre sin pedir nada a cambio.
El legado del saber de Alfredo Benítez se ha plasmado principalmente en la radio. Su figura ha sido clave y guía para el programa Los Caminos del Cante, dirigido por José María Castaño. Destaca también su autoría de letras flamencas que están regadas en voces como la de Chocolate o las nuevas generaciones.
En el prólogo del libro De Jerez y sus cantes dejó escrito quizás las frases que mejor define su pasión por nuestro arte y su filosofía de vida: «Solamente aplicando el amor al conocimiento se alcanza la sabiduría». Alfredo Benítez en su madurez unió su saber con la referencia a grandes maestros espirituales consiguiendo una visión del flamenco muy profunda desde todos los ángulos de la existencia humana. Su huella está en grandes producciones de discos como Mujerez o VORS, Jerez al cante, entre otras muchas.
Sin él quererlo nunca, ni pretenderlo en absoluto, todo el Jerez flamenco comenzó a referirse a él como maestro Alfredo. Porque estar a su lado es una garantía de ese inmenso conocimiento que un día le llegó desde su amor sin condiciones al cante, esa íntima expresión del ser humano que un día lo dejó atrapado para los restos».