Las ducas cantadas de Ezequiel Benítez
'Dukkha', de Ezequiel Benítez, es la vida misma, llena de luz y de sombra, reflejada en unos cantes que son herida y sanación a un mismo tiempo.
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El nuevo disco de Ezequiel Benítez es una llaga sonora en homenaje a su padre, el añorado maestro Alfredo, quien nos dejara hace algo más de un año. Un trabajo que guarda un difícil equilibrio entre los decires sombríos y las luces de una primavera artística que se alarga con éxito.
De ahí que comienzo mi espacio con una emotiva malagueña que el jerezano titula De la partida, a la que sigue una transida siguiriya que da título genérico a toda la obra. En el idioma Pali de la India, Dukkha significa la intimidad de un dolor en el alma de una persona. Si bien esa angustia se va clareando con una serie de propuestas rítmicas que mitigan su angostura. El mejor ejemplo de esta mezcolanza es Tengo una pena, unos tangos que se mueven en la penumbra de lo llorado y lo festero. Para finalizar, hay unos pasajes de fandangos y bulerías, aunque también incluyo un guiño a la soleá de Triana con la presencia, en el mismo disco, de Márquez el Zapatero. Todos los cortes están acompañados por la magnífica guitarra del portuense Paco León, con quien Ezequiel ha conseguido una gran complicidad artística.
La vida misma, llena de luz y de sombra, reflejada en unos cantes que son herida y sanación a un mismo tiempo.
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