A Diego del Gastor, guitarra de cal y olivo
Cincuenta años después, la guitarra de Diego del Gastor nos sigue llevando a los paisajes sonoros más auténticos por vivenciales e intuitivos de la historia del toque flamenco.
Expoflamenco Pódcast → Serie ‘Los Caminos’ con José María Castaño → Episodio 93 → A Diego del Gastor, guitarra de cal y olivo
En lo que va de año 2023, una de las efemérides menos nombradas es el cincuentenario del adiós del guitarrista Diego Flores Amaya. Conocido como Diego ‘del Gastor’, fundó una escuela basada en un sonido de una gran autenticidad y flamencura.
Diego nació en Arriate (Málaga) en 1908 y falleció en 1973 en Morón de la Frontera (Sevilla), donde transcurrió prácticamente toda su vida artística y personal. Si bien su paso siendo niño por El Gastor (Cádiz) le valió finalmente su apodo. Nunca se prodigó en exceso ante los grandes públicos, pero su característico toque fue suficiente para traspasar todas las fronteras geográficas y temporales. A ello contribuyó el flujo de aficionados norteamericanos de la base militar moronense, como Donn E. Pohren, quien escribió mucho y bien sobre su figura.
Su discografía es corta pero significativa, paliada por apariciones en la pequeña pantalla y muchas grabaciones domésticas hoy remasterizadas. Precisamente abro con un fragmento de la farruca, incluida en el volumen IV de la serie Flamenco y Universidad. Luego, me detengo en la huella artística que aún perdura y que dio origen a formaciones como Son de la Frontera, a la que sirvió como inspiración. Ahí está el Arabesco para rúbrica de cuanto digo. Un solo por bulerías de la serie Rito y Geografía del Cante (RTVE) da paso a una monumental soleá con Fernanda de Utrera, perteneciente al libro + CD de cantes inéditos de la cantaora junto a su hermana Bernarda (Diputación de Sevilla, 1999).
Cincuenta años después, la guitarra de Diego del Gastor nos sigue llevando a los paisajes sonoros más auténticos por vivenciales e intuitivos de la historia del toque flamenco.
(*) Nota: Con respecto a lo comentado y escrito en el pódcast sobre «el flujo de aficionados norteamericanos de la base militar moronense», que es algo que se suele decir y está publicado en muchos sitios, agradezco un comentario de la compañera Estela Zatania. Reproduzco un extracto del mismo:
Las palabras de Estela son siempre bienvenidas, y más en este caso, porque estuvo viviendo en Morón de la Frontera durante 37 años. De alguna manera, desmiente este tópico indicando que la localidad apenas recibía militares de la base, dado que distaba más de 14 kilómetros de camino de tierra. Razón por la que solían vivir en Utrera o Dos Hermanas (como el citado Don Pohren). Salvo algún hippy insumiso de la guerra de Vietnam que iban al conocido lugar ‘el Pozo del Loco’ donde había prostitutas. En la base, concluye Estela, había cero interés por el flamenco. Hay quien se inventó esa historia de los militares americanos de la base y los flamencos de Morón, pero no es cierta; más bien es una leyenda urbana como se suele decir.
→ Ver aquí todas las entregas de la serie pódcast Caminos de José María Castaño.