Recordando en Ceuta a Paco Vallecillo
He de confesar que me siento reconfortado con que por primera vez saquen a la luz en Ceuta al gran mentor del flamenco del siglo XX, a mi gran amigo Paco Vallecillo, un ceutí culto y entregado en cuerpo y alma a lo jondo.
Después de casi treinta años ausente, he regresado a Ceuta, hoy ciudad cosmopolita, y he sentido desconcierto y nostalgia. Desorientado al comprobar que la Tertulia Flamenca ya no tiene su sede en la Plaza Teniente Ruiz, y tristeza al constatar el vacío que dejaron hombres como Fructuoso Miajas, presidente del reorganizado PSOE local en 1976 y primer alcalde democrático de la ciudad autónoma; Luis Sentís Ramírez y Antonio Durán Valencia, presidentes ambos de la Tertulia; y, sobre todo, el fundador de la misma y gran amigo Francisco Vallecillo Pecino –en adelante, Paco Vallecillo–, al que los alanceadores de moro muerto trataron injustamente, vilipendiado por recelos de gente de vida mediocre, e incluso sometido por algunos miserables al potro de tortura estando en el lecho del sufrimiento.
Paco sufrió mucho ante la espera del momento en el que la vida termina. Le vi reflexionar sobre el dolor emocional desde el comienzo del último capítulo de su vida, cuando en marzo de 1985 fueron ingresados en la Clínica Santa Isabel, de Sevilla, Paco y su mujer, Mercedes, ésta de suma gravedad. O aquel mayo de 1988 en que fue intervenido quirúrgicamente. Y qué decir de 1989, cuando empezó a flaquearle el envite contra sus adversarios por caer en el tálamo mortuorio y, ante Mercedes y la hija de ambos, Charo, regresaba al túnel del tiempo recordando el fallecimiento de su madre, ocurrido en septiembre de 1975.
A Paco le atemorizaba pensar en la muerte. Cuando iba a visitarlo a su residencia, en el sevillano Parque Residencial Oscar Carballo, 9-2º A, cerca del campo del Sevilla FC, sus gritos de dolencia eran tan vehementes y esforzados que daban pánico. Incluso Mercedes, con problemas de corazón, me aconsejaba que no pasara al dormitorio a verlo. Y me quedaba con ella en el salón escuchando aquellos aterradores alaridos porque a Paco le resultaba imposible dominar aquel terrible padecimiento.
«Paco Vallecillo fue un trabajador infatigable. Aficionado cabal y entendido, que no enterado. Amigo de sus amigos, elegantemente hostil con sus enemigos, y, a mayor gloria, hizo de la ciudad caballa una avanzadilla del flamenco, con lo que lo jondo encontró en Paco a su mecenas y a su apologista más protector, siempre en vigilia constante en defensa de este arte»
La situación no podía invertirse. Conocedor de su irreversible final, Paco pidió que lo desplazaran a Ceuta. Trasladado desde Sevilla el 6 de marzo de 1990 en un helicóptero civil que puso a su disposición el Gobierno Andaluz, volvió expirante a su tierra y al día siguiente, el delegado del Gobierno, Pedro Miguel González Márquez, le impuso la Medalla de Plata de Andalucía según el decreto 86/1990 publicado en el BOJA el 7 de marzo. La recibió ya agonizando en el hospital, porque seis días más tarde, el 13 de marzo de 1990 concretamente, fallecía en el hospital de la Cruz Roja a los 75 años de edad, siendo atendido, en los últimos días de su vida, y por deseo expreso de Paco, por el doctor Abdelkrim Sebti.
Las exequias por su eterno descanso se celebraron en la iglesia Ntra. Sra. del Valle a las seis de la tarde del día 14. A su sepelio asistieron el entonces presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla, y el consejero de Cultura del Gobierno Andaluz, además de la ciudad de Ceuta y los familiares, su viuda, Mercedes Senati Benlolo; su hija Rosario; su yerno José Vera Maestre; su hermana, Aurora; su cuñado, Juan Senati Benlolo; y los nietos, Mercedes, Francisco José y Silvia Vera Vallecillo.
Aún conservo el telegrama que mi difunta mujer, María Ángeles, y yo le mandamos a Mercedes a la Playa de Benítez, Villa Mairena (Ceuta): “Nos unimos a tu dolor y al de tu familia por tan irreparable pérdida. Que Dios os siga dando fuerzas. Su recuerdo, tesón y ejemplo vivirán siempre entre los que lo quisimos como a un padre”.
En efecto. Paco dedicó toda su vida a dignificar el cante, ayudando a todo aquel con la sana intención de conservar este acervo cultural andaluz, lo que explica que en julio de 1990 se le dedicara el XI Festival de Artistas No Consagrados, de Montellano. En abril de 1991, Ceuta acogió el ciclo ‘In memoriam. Homenaje a Francisco Vallecillo’, donde se presentó su libro Gavilla Flamenca. Antología 1973-1990, publicado por la Fundación Andaluza de Flamenco y en el que se recogen artículos, poemas y otros escritos de su producción literaria, siendo el ciclo clausurado con una interesante mesa redonda que, presidida por Juan Manuel Suárez Japón, consejero de Cultura y Medio Ambiente, y moderada por Juan Alberto Fernández Bañuls, que ya era coordinador de programas flamencos de la Junta de Andalucía, contó con la participación de Lucas López, Manuel Morao, Antonio Fernández Fernández y quien firma, a más de un recital de Manuel Mairena y Enrique de Melchor.
Un día después de finalizado el ciclo, la Tertulia de Ceuta aprobaba dedicar, a partir de entonces, un homenaje a su memoria que se tradujo, ese mismo día, en el comienzo de la fase del I Concurso de Cante ‘Memorial Paco Vallecillo’, certamen que pasaría a ser un festival previo paso por unas jornadas de conferencias ilustradas, en las que tuve el honor de participar en la cuarta edición de 1994 con Manuel Mairena y Antonio Carrión, justo un año y medio antes de que el escritor Carlos Medina, a través de El Faro de Ceuta, demandara a la Asamblea Autonómica de Ceuta una calle a nombre de Francisco Vallecillo.
«No recuerdo en doscientos años de vida flamenca aficionado con mejor historial que Paco Vallecillo. Mecenas, político, peñista, escritor, poeta, articulista, creador de revista, mairenista, conferenciante, polemista y un extraordinario dominador del género epistolar»
Aquel año fue mi último viaje a Ceuta. Por eso en el sueño del regreso han acudido a mi memoria los citados, pero también noches memorables en el Hotel Muralla con Fernanda y Bernarda de Utrera, Camarón de la Isla, Paco Valdepeñas, El Gitano Blanco, Paco el Clavero, Canela de San Roque, los compañeros Pepe Sollo y Paco Herrera, y hasta Juana la del Revuelo, que la hice debutar por soleá en la Tertulia que hoy preside Jesús Gutiérrez, colectivo que desde el año pasado viene pergeñando Flamenco en el Estrecho, Ciclo de Otoño Francisco Vallecillo, que, con el apoyo de la Consejería de Cultura, lo celebran en su sede social del Asador Los Jardines, a fin de resaltar la personalidad académica más relevante de la historia del flamenco en Ceuta.
He de confesar, por tanto, que me siento reconfortado con que por primera vez saquen a la luz en Ceuta al gran mentor del flamenco del siglo XX, a mi gran amigo Paco Vallecillo, un ceutí culto y entregado en cuerpo y alma a lo jondo. Un trabajador infatigable. Aficionado cabal y entendido, que no enterado. Amigo de sus amigos, elegantemente hostil con sus enemigos, y, a mayor gloria, hizo de la ciudad caballa una avanzadilla del flamenco, con lo que lo jondo encontró en Paco a su mecenas y a su apologista más protector, siempre en vigilia constante en defensa de este arte.
Con su adiós se nos fue el último gran quijote de la afición flamenca. Así lo escribo en el ferry de Balearia –gracias, Isa, por tus atenciones–, que me lleva de regreso a Algeciras, y no recuerdo en doscientos años de vida flamenca aficionado con mejor historial que Paco Vallecillo. Mecenas, político, peñista, escritor, poeta, articulista, creador de revista, mairenista, conferenciante, polemista y un extraordinario dominador del género epistolar, gracias a las cuales pude conocer el desprecio que la Administración Pública andaluza confiere al flamenco, y si siempre dio la cara ante las acervas críticas que recibió, su figura debe servir de ejemplo y modelo de todo aquel que sienta apego por este arte.
Paco Vallecillo nació en Los Barrios, pero eligió Ceuta como ciudad de adopción y como tierra para su última morada, de ahí que en multitud de ocasiones recitara en mi presencia estos versos por seguiriya al aire del Loco Mateo: Yo no soy de esta tierra / ni en ella nací. / La fortunita roando, roando / me trajo hasta aquí.
Imagen superior: Manuel Martín Martín con paco Vallecillo. Ceuta, 1983.
→ Ver aquí todos los artículos de opinión de Manuel Martín Martín en Expoflamenco