Las últimas reflexiones de Pansequito: «Que no pidan la Medalla de Andalucía para mí»
Ahora que han pasado unos días desde que se marchó José, podemos publicar algunas de sus últimas opiniones y constatar su ilusión por su sesenta aniversario en los escenarios.
No tendré nunca tiempo ni palabras para agradecer el cariño con el que me trató Pansequito (1945-2023) hasta sus últimos días. He sido un gran admirador de su cante desde niño, por su evidente originalidad y por ese eco que, a mi corta edad, me hacía entender que no se parecía a nadie.
Desde que comencé a dedicarme al periodismo, a la comunicación flamenca, antes de acabar la carrera en Sevilla, conté con su cariño por la amistad que mantenía con mi familia, sobre todo con mi tío Dieguito de la Margara. Poco a poco, lo fui conociendo más hasta coincidir con él y con Aurora en fiestas en Sevilla, Almendralejo, Jerez o Algeciras. Tuve el honor de presentarlo en numerosos festivales y siempre me acogía con un gran abrazo.
El pasado 1 de diciembre almorcé con él en Jerez con motivo de su firma contractual con Tío Pepe Festival, cuya actuación serviría para conmemorar oficialmente su sesenta aniversario en activo como cantaor. Le preparé el dossier, le pregunté si de verdad era el único que seguía de forma ininterrumpida subido al escenario… “Sí, si no venga, dime quién”, respondió. Yo estuve soltando algunos nombres de maestros y maestras que podían derribarle el argumento, pero él se acordaba, con su memoria prodigiosa, cuando debutó zutano y cuando se retiró mengano.
En ese almuerzo tuvimos horas para conversar, la atmósfera así lo permitía. No lo grabé en audio. Quizás estas cosas se piensan cuando las personas ya no están entre nosotros. Ahora puede que me arrepienta de no haberlo hecho. “Juan, yo soy el primero que ha estado 60 años sin parar, poniendo como fecha el invierno de 1963 en el que inauguré Los Canasteros de Manolo Caracol, porque yo antes ya cantaba en La Línea y por nuestra zona”. Recordaba con nostalgia “aquella caseta de Los Lunares, en una caseta que tenía mi tío, que me sacaron a cantar con Terremoto, Tío Parrilla, Rosario Cortés, que luego sería mujer y madre de los hijos de El Lebrijano y Orillo”. Se deduce que superaba, por tanto, los sesenta años de carrera.
«Es una vergüenza para el flamenco que Pansequito se haya ido sin la Medalla de Andalucía, teniéndola algunos que ni por asomo llegan a la suela del talón a este artista, tan creativo como un Nobel de Literatura»
El 17 de diciembre estuvimos en Jerez cenando, en el afamado Bar Juanito, y luego nos fuimos a la zambomba de la Peña Tío José de Paula, en pleno barrio de Santiago. Al entrar en la peña estaban Vicente Soto Sordera, Enrique El Zambo, Enrique Sordera, Mateo Soleá… pero no dentro del salón, sino en la zona del ambigú. La fiesta estaba dentro y él y Aurora lo que querían eran mimetizarse con los gitanitos del barrio y participar, como finalmente ocurrió. Valoraba la gracia, la naturalidad y por eso defendía a los gitanos de Jerez, “a los que le deberían dar un homenaje en la plaza mayor de la ciudad, porque ellos han sido los que han puesto a los gitanos en el mundo con otra imagen”. José se volvía loco con ese ambiente que, según él, “solo existía en Jerez”.
Dos semanas antes de fallecer nos mandó a llamar para pasar un fin de semana en El Rocío, con algunos amigos y sobrinas, que siempre lo tuvieron como a un rey. Quizás nunca, como decía al principio, pueda agradecer la oportunidad que nos dieron de despedirnos de este maestro del cante, buen gitano y excelente persona.
Ya estaba siendo víctima de la enfermedad que el viernes 17 de febrero de 2023 lo llevó a la muerte. Él no era del todo consciente, pues su familia, conociéndolo, prefirió mantenerlo con discreción, porque José lo pasaría mucho peor sabiéndolo. Durante esos dos días, fuimos a ver a la Virgen, le pidieron una foto algunos seguidores que andaban alrededor de la ermita y comentaba aspectos que le revoloteaban por la cabeza.
“¿Quién es el mejor cantaor de la historia?”, me preguntaba, a lo que yo no sabía bien qué contestar. “Al que le coja bien en el momento oportuno”, respondía él. “No se puede decir que haya un cantaor mejor, porque depende de muchas cosas y, de cualquiera, sin que te lo esperes, puedes aprender algo porque tiene un momento en el que hay que decirle ole”.
«Quién es el mejor cantaor de la historia?, me preguntaba. No se puede decir que haya un cantaor mejor, porque depende de muchas cosas y, de cualquiera, sin que te lo esperes, puedes aprender algo porque tiene un momento en el que hay que decirle ole»
Otro tema que lo tenía atravesado era la dichosa Medalla de Andalucía: “No la tienen que pedir. No me gusta que tengan que pedir cosas para mí, porque me la tienen que dar por decisión propia”. Y no le faltaba razón. Ahora que se conocen los premiados de esta edición no tengo más que reconocer que es una vergüenza para el flamenco que se haya ido sin ese reconocimiento, teniéndolo algunos que ni por asomo llegan a la suela del talón a este artista, tan creativo como un Nobel de Literatura. “Pero ya sabemos que todo es política y yo siempre he hablado claro, incluso se me ha puesto en contra, pero no tengo nada que perder”, decía.
Pero si había algo que lo tenía especialmente ilusionado era lo del sesenta aniversario. “Este es su año”, decía Aurora con cierta tristeza sabiendo la situación real del maestro. Por fin los amigos del Potaje Gitano de Utrera habían conseguido que José aceptara ser homenajeado, lo habían intentado ya en alguna ocasión, pero era “un gallo de pelea”, en palabras de José de la Tomasa en el propio tanatorio. Es cierto que Pansequito mandaba, le gustaba tomar las decisiones y marcar los tiempos, y por eso a veces había proyectos que no salían. Él murió siendo genio y figura. “El cartel lo tendré que hacer yo, ¿no? Si me dan el homenaje tendré que decidir quién canta y quién no esa noche…”. La organización no consentía, pero finalmente hubo acuerdo y se le comunicó antes de fallecer, por lo que el homenaje no es a título póstumo.
Era un señor, referente por su clase, siempre rodeado de buenas amistades y de distintos sectores sociales, sin olvidar sus orígenes. Defendía su cante gitano, el conocimiento del mismo y se mostraba tajante cuando se hablaba de los mamarrachos que hoy en día se creen innovadores por el hecho de salirse del tiesto. ¿De los cachés? “Me he enterado que primeras figuras van a veces por mil euros, ¿eso cómo va a ser?”. También derribaba muchos mitos que se crearon en su día y que, según él, no eran ciertos, como “la cantidad de gente que dice que inauguró Los Canasteros o la de fiestas que se han pegado con Camarón en la Venta Vargas…”.
Era un disfrute estar junto a él porque no se le iba una, le contaba los pelos al diablo y, por sus formas, era respetado por donde pasaba. Eso es un camino de toda una vida, sin doblegarse, antes roto que doblarse y luchando por una cultura como la flamenca que no entendía si no estaba bañada de prestigio y respeto.
Siempre nos quedará pendiente esa entrevista que acordamos, pero celebraremos por él esas seis décadas de figura.
Imagen superior: Paco Barroso
A.G.Cruz 24 febrero, 2023
Una gran figura del cante gitano,José DEP,hoy estamos huérfanos ya hace años de la pureza del cante gitano,y hoy más con la esencia de Jose,hoy solo queda un pequeño resquicio de la pureza,las obras gravadas,hoy quienes manejan esto del flamenco puros especuladores y de me dijeron,me contaron