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La pluralidad en Mairena del Alcor - Archivo Expoflamenco
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La pluralidad en Mairena del Alcor

A medida que nos aproximamos a Mairena del Alcor, disminuye el analfabetismo político, habida cuenta de que este año se produce un concepto cuantitativo: el 40º aniversario de la muerte de su hijo más preciado, Antonio Mairena, y el décimo aniversario del adiós de Manuel Mairena.


Observando el resultado del proceso que vive el flamenco con el avance tecnológico y la evolución de la industria musical como reflejo de la sociedad actual, se me viene al recuerdo un texto de Manuel Lorente, cantaor y antropólogo que ponía especial énfasis en el término aculturación, esto es, en el modo con que vamos incorporando elementos de otras culturas distintas a la nuestra, su asimilación y su posterior adaptación.

 

Es evidente que estos avances aún no han llegado al ignorante, y menos aún al desconocimiento político, tal y como ha evidenciado el Ayuntamiento de Sevilla, personificado en Álvaro Pimentel, delegado del Distrito Bellavista que se presenta como organizador (¿?) del Festival Flamenco La Fragua, cuando el evento fue creado por la Peña La Fragua a raíz de su creación en abril de 1975, y Minerva Salas (PP), responsable del Área de Cultura y Deporte, a la que la afición conoce por sus irrisorias peroratas en el Instituto Andaluz de Flamenco como delegada territorial de Turismo, Cultura y Deportes de la Junta de Andalucía.

 

Pimentel y Salas son unos profanos a carta cabal y facturan por su analfabetismo flamenco. Resulta que tienen anunciado el Festival de Bellavista, el pionero de Sevilla que se cargó en 2018 Juan Espadas (PSOE), para el 2 de septiembre en homenaje a Antonio Mairena, justo el mismo día en que, a una veintena de kilómetros, se celebra el LXII Festival de Cante Jondo Antonio Mairena, de Mairena del Alcor.

 

Álvaro Pimentel y Minerva Salas no tienen quien les diga que Antonio Mairena, aparte de uno de los más grandes maestros y creadores musicales de la historia del cante, es primer Hijo Predilecto de Andalucía, Hijo Adoptivo de Sevilla e Hijo Predilecto de Mairena del Alcor. Desconocen, igualmente, que a las 21,30 PM (hora de comienzo) es imposible ubicar el diseño de luces. Y a mayor desatino, tienen un serio problema de sordera, dado que han hecho caso omiso a la indicación de la Unión de Peñas y Entidades Flamencas de Sevilla, que se lo viene advirtiendo, tanto a Salas como desde la pasada legislatura al ICAS (Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla), del que añado que ha estado deshojando la margarita de la gerencia hasta la semana pasada.

 

Podían haberlo fijado para el día 1. Pero no. Pimentel y Salas no han hecho más que agravar el mismo error que el alcalde saliente de Sevilla, Antonio Muñoz (PSOE), con el perjuicio de que lo hacen cuando en estos días se conmemora en Mairena del Alcor el 40 aniversario de la muerte de su hijo más preciado, Antonio Mairena, y el décimo aniversario del adiós de Manuel Mairena, lo que nos lleva al concepto de desculturación, término que por ahora no admite la RAE, pero que el lector inteligente sabe que significa negación y desapego a la cultura, desprecio que por desgracia se da en muchas más localidades andaluzas y por el que sus garantes públicos cobran suculentos estipendios.

 

Pero a medida que nos aproximamos a Mairena del Alcor, disminuye el analfabetismo político, habida cuenta de que este año se produce un concepto cuantitativo. El sábado, día 2, concurren distintos hechos que coexisten en un mismo espacio, como bien comprobó el año pasado Gregorio Valderrama desde la pluralidad reconciliable.

 

Y hago mención, obviamente, a El Pele, en su fase de mayor madurez; al discurso expresivo contrastante de Antonio Reyes y Juan Cástulo, y a los ‘Cantes de Reyes’, como se llama la ópera prima de Reyes Carrasco. Pero también aludo a los dos aniversarios ya revelados, los de Antonio y Manuel Mairena, a la creación de una nueva distinción que irá a manos de Calixto Sánchez y, por supuesto, a la insólita presencia de una maestra, Rafaela Carrasco, a la que no verán en los festivales convencionales.

 

 

«Una salvedad anoto acerca de Manuel Mairena, que además tener a su hermano Antonio como referente entre otros, me precio de haberlo conocido bien y pienso que se construyó a sí mismo, ya que cumplió con las tres demandas que la vida le exigía: compromiso, autenticidad militante y urgencia del combate»

 

 

Estamos, pues, en un año de efemérides. En los días previos a la Gala del Festival hubo tributos a Manuel Mairena y Fernanda de Utrera, y, salvo que la profesionalidad artística deje de infundir respeto o los fantasmas de los egos antepongan sus intereses personales a los del más significativo festival de la canícula, el día 2 puede ser recordado porque el contraste entre las ideas constituya una manifestación de voluntad por la homogeneización de estéticas más allá de las diferencias que a nada conducen.

 

Y así debiera ser. Como lo fue cuando en 1962 Córdoba asumió la responsabilidad de anunciar al mundo al cantaor que iba a abordar la complejidad del cambio que estaba gestándose desde el ecuador del decenio de los cincuenta. Y el motor de ese cambio, el modelo para establecer objetivos ambiciosos en la búsqueda de un espacio común –los festivales– más competitivo y dinámico, la apuesta, en definitiva, para ese nuevo ciclo, era Antonio Mairena, el más dotado tanto para fortalecer y reestructurar el sector cuanto para protagonizar el avance de un colectivo con infinitas carencias históricas no sólo de respeto y comprensión artística, sino de índole social, económica y cultural.

 

Aquella labor de arqueología por la que Antonio quitó el polvo que ocultaban las composiciones originales, llegar a su esencia y reinterpretarlas, a más de aportar creaciones propias, resultó impagable para el patrimonio andaluz e indispensable para las generaciones subsiguientes, como podemos constatar ocho lustros después tanto en las primeras figuras como en los concursos de jóvenes y profesionales no consagrados.

 

Una salvedad anoto en este punto acerca de Manuel Mairena, que además tener a su hermano Antonio como referente entre otros, me precio de haberlo conocido bien y pienso que se construyó a sí mismo, ya que cumplió con las tres demandas que la vida le exigía: compromiso, autenticidad militante y urgencia del combate, rasgo este último que comenzó a raíz de perder a la madre a los ocho años de edad y que blindaría con sólo 13 años, cuando se alzó con el I Concurso de Saetas de Radio Sevilla.

 

Su compromiso, en cambio, se expresa en el proceso de capacitación, cuando se traslada en 1951 a Sevilla para cantar en la academia de Enrique el Cojo. Más tarde recorriendo en 1960 diversos países europeos en el elenco de Susana y José, cantándole a Carmen Carreras y Farruco (1962), a María Rosa (1963) y a Manuela Vargas a partir de 1965, año en que consigue la I ‘Antorcha del Cante’ o el ‘Premio Joaquín el de la Paula’ en el IV Concurso Nacional de Córdoba, a los que seguirían, además, la ‘Saeta de Oro’ de Radio Nacional de España, el homenaje recibido en el XIII Potaje Gitano de Utrera (1969) o el ‘Zapato de Oro’ de Elche, galardón que, en 1978, tras deliberar el jurado a su favor, hubo de pasar a manos de Camarón de la Isla por el altercado público que se originó.

 

Y luego está su autenticidad militante, donde se propone proyectar tanto en la discografía como en festivales, conferencias, exaltaciones y recitales, el marco general en el que invariablemente se desenvuelve su vida artística y familiar, otorgando una voz propia a la voz del mairenismo, por lo que tuvo que soportar una persecución miserable tras la muerte de su hermano Antonio. Pero Manuel se crece ante la dificultad y escruta las posibles manifestaciones del mairenismo, los escondrijos donde se pueda esconder un significado de lo que Antonio llamó cante gitano andaluz, de ahí que en 1984 consiguiera la primera distinción ‘Compás del Cante’ al convertirse ese año en el ombligo del universo del circuito festivalero y sobrepasar lo inimaginable en aquellos encuentros.

 

Pero la diversidad en el corazón de los Alcores la completa Calixto Sánchez, que regresa al proscenio de su tierra para ocuparlo con su cante –no lo hace desde 2011, de cuando en el L Festival se le concedió la Medalla de Oro de la Villa junto a Manuel Mairena–, y recoger por unanimidad la I Distinción A la Maestría, dado que abrió la puerta de la desobediencia y se asoció a las melodías que no estaban cerradas por el academicismo, hasta convertirse en un maestro que pasó de ser un descubridor del mundo interno del cante en Mairena del Alcor a un creador en ese mismo mundo. Al fin y al cabo, eso es el pluralismo en el Olimpo del cante, un intercambio de experiencias y aprendizajes.

 


De Écija, Sevilla. Escritor para el que la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio. Entre otros, primer Premio Nacional de Periodismo a la Crítica Flamenca, por lo que me da igual que me linchen si a cambio garantizo mi libertad.

1 COMMENT
  • vicente sanchez gonzalez 3 septiembre, 2023

    Enhorabuena D. Manuel . Muchísimas gracias por llevarnos con su exquisíta pluma y memoria a los lugares donde much@s , no nos podemos desplazar físicamente , pero sí a través de su conocimiento y sabiduría del Flamenco reflejadas en Expo.Flamenco : Un saludo muy cordial.

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