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Flamenco con nombre de mujer

Se cumplen cuarenta años de aquella gesta: la creación de la Peña Femenina de Huelva. Y escribo gesta porque estas mujeres se erigieron en la Clara Campoamor del flamenco.


A las 13 rosas sonoras de Huelva

 

La mujer en el flamenco ha sido objeto de estudio tanto como protagonista inexcusable a lo largo de la historia bien sea como actora del cante, el toque o el baile, cuanto por su inquietud proyectada a la búsqueda del conocimiento y, preferentemente, reflejada en los labios de la copla.

 

Pero hay un aspecto temático que, aun con diferentes grados de profundidad, da sentido a la presencia femenina en el flamenco contemporáneo. Es el activismo cultural de la mujer onubense, un movimiento transgresor –si se me admite el término–, que supuso una ruptura con la norma establecida.

 

Viéndolo con la perspectiva que dan los años, la percepción social del machismo en los albores de los ochenta del pasado siglo era, axiomáticamente, muy mayoritaria en todas las franjas de edad, pero más acusada aún cuanto más avanzaba el tramo, como así era patente en las Peñas Flamencas.

 

La reacción a esa mentalidad cerrada, fue admitida en su día como el traspaso de la frontera de lo éticamente correcto, entendida, naturalmente, en el contexto de una sociedad patriarcal e impregnada de machismo sobre todo en el tejido asociativo, donde el aficionado peñístico se creía superior y, por razones en las que no es necesario ahondar, se mostraba en actitud vigilante y celoso de la privacidad de sus actividades.

 

Verbigracia. A las mujeres les estaba vedado ser socias de la Peña Flamenca de Huelva capital, que no en la mayoría del resto de la provincia. Pero más grave aún era que sus estatutos les prohibían la entrada al local social. Había que dar, pues, un paso decisivo en la lucha por la igualdad. Y esa bandera la enarbolaron trece mujeres que empezaron a reunirse en septiembre de 1983 y que, presididas por Aurora García García, crearon el 13 de octubre de 1983 la Peña Femenina de Huelva.

 

Se cumplen cuarenta años, pues, de aquella gesta. Y escribo gesta porque estas mujeres se erigieron en la Clara Campoamor del flamenco. Organizaron los ‘Jueves Flamencos’ como el día señalado para la divulgación de charlas y recitales, y el ‘Mes cultural’ con las grandes figuras de la época, hasta que en septiembre de 1985 inauguraron su sede social en la calle Pablo Ruiz Picasso, donde estaban marcando los pasos y detallando el trayecto que habrían de recorrer las que vendrían después.

 

En 1988, dirigidas por mi hermano Onofre López, grabaron su primer disco, De mujer a mujer. Crearon el Cuadro de la Peña Femenina de Huelva y se lo tomaron tan en serio lo de ser embajadoras de su tierra, que se sumergieron por entero en el mundo de la discografía. Claro que para no caer en el mismo error que la entidad masculina, facilitaron la entrada libre a los maridos de las socias, lección que tardó en aprender la Peña Flamenca de Huelva, ya que tuvimos que esperar a la asamblea celebrada el 28 de abril de 2000 cuando por fin se aprobó el cambio de sus estatutos a favor del ingreso de la mujer, que a partir de entonces ya sería admitida en el colectivo.

 

 

«Aquel cuadro estaba conformado por amas de casa que en sus ratos libres enarbolaban el tesoro más preciado de la tierra, el fandango. Eran la cara visible de las trece rosas que dieron el paso decisivo para la creación de la Peña Femenina de Huelva, trece heroínas que en los directos se convertían en siete gargantas que perfumaron este país con el eco de sus flores sonoras»

 

 

Aquella noticia la celebramos en Valverde del Camino. Estábamos presentando la IV Gurumelá Flamenca. José Menese iba a abordar el segundo cante de su propuesta, justo en el momento que recibí la información. Así que me apresuré a salir al proscenio y coger el micrófono para notificar la buena nueva, comunicación que fue acogida con un atronador aplauso por el público que llenaba la Sala Tiffany’s. Como dijimos entonces, de sabios es rectificar, aunque se hayan tardado 27 años.

 

Pero nos habíamos quedado en el debut discográfico de las mujeres onubenses. A esa puesta de largo de su primera grabación, que recuerdo fue apadrinada por Paco Toronjo y Aurora Vargas el 17 de noviembre de 1988 en la Hacienda Santa María, en La Rábida, y a la que acudí con mi amigo Paco Vallecillo, siguieron obras como A Huelva cantamos (1990), Su fandango, una historia (1996), Profecía navideña (1998), Mírame (2002), Pasión cofrade (2003), Viento en la mañana (2008) con motivo del veinticinco aniversario de su fundación, y Con los compases del tiempo (2018).

 

El nombre de Peña Femenina se fue extendiendo por el orbe flamenco e iría penetrando en las mentes pleistocénicas aunque con algún que otro recelo, pero eso sí, causando impresión por el lanzamiento al mercado de sus discos, aunque también por el papel orientador de sus recitales en directo por todo el territorio nacional, lo que propició la creación, a imagen y semejanza, de las subsiguientes peñas flamencas que hoy se enfrentan a la discriminación bajo el rótulo de femeninas, o más bien para normalizar lo obvio en la sociedad del siglo XXI, es decir, facilitar la participación equitativa de las mujeres, los hombres y las personas de diversas identidades de género.

 

Pero esa lucha por la igualdad de género en el asociacionismo flamenco principió en Huelva. Y por ello debieran de lloverles los reconocimientos en este año 2023, como así lo reconoció el Ayuntamiento de Zalamea la Real el pasado 21 de julio durante la celebración del XI Festival Flamenco, donde en el aire de la cuenca minera vislumbramos la definitoria frase de mi hermano Onofre López, el primero que apostó por ellas definiendo el cuadro flamenco como “siete ninfas, siete mujeres sin más pertrechos que su amor a la tierra y su baúl de fantasías”.

 

Aquel cuadro estaba conformado por amas de casa que en sus ratos libres enarbolaban el tesoro más preciado de la tierra, el fandango. Eran la cara visible de las trece rosas que dieron el paso decisivo para la creación de la entidad, trece heroínas que en los directos se convertían en siete gargantas que perfumaron este país con el eco de sus flores sonoras. Fueron, si la memoria no me traiciona, Maruja, Trini, Luz Divina, Mari Carmen, Pepa, María Dolores y Victoria, a las que se irían intercambiando el puesto con las que les sucederían en el tiempo. Pero siempre evoco a siete voces que, en representación de toda la Peña Femenina, hasta nuestros días siguen arrancando ecos al mar, la sierra y el llano.

 

Ellas, que impulsaron los derechos de la mujer y, en particular, el derecho de admisión, asumieron el papel vertebrador de la mujer en la sociedad flamenca de España. Contribuyeron a cambiar la historia del flamenco en el tejido asociativo; lograron, sin pretenderlo, que se reformaran las leyes y políticas discriminatorias; transformaron las normas sociales segregacionistas y los estereotipos de género nocivos; protegieron y ampliaron con su ejemplo el ámbito cívico de las personas defensoras de los derechos humanos de las mujeres y el movimiento feminista; facilitaron la participación equitativa de hombres y mujeres, y velaron ante la sociedad por la igualdad de género.

 

Esa iniciativa partió, como digo, de la capital choquera hace cuarenta años. Pero a Huelva, y me refiero a las instituciones públicas y privadas, se les ha escapado del calendario efeméride tan significativa que ya, mal que nos pese, es irreversible para el recuerdo, como lo es el centenario de su Concurso de Cante Flamenco, el 25 aniversario del adiós de Paco Toronjo o los 10 años de ausencia de Niño Miguel.

 

Con todo, sirvan estas líneas de respeto y admiración para aquellas trece rosas que encontraron en mi hermano Onofre López la autoridad idónea para generar un entorno y ramificaciones que fortalecieran los derechos antes mencionados, en la seguridad de que sin la valentía de ellas hubiese sido imposible suprimir la desigualdad social, de ahí que hoy quien firma las tenga como factores determinantes para exterminar la exclusión en el ámbito laboral y comunitario. Ante ellas hoy me descubro.

 

Imagen superior: reciente actuación en la Peña Femenina de Huelva – Foto de Jesús Naranjo.
 

 

→  Ver aquí todos los artículos de opinión de Manuel Martín Martín en Expoflamenco

 

 

 

Homenaje a Manuel Martín Martín en la Peña Femenina de Huelva. Enero 2012.

 

Homenaje a la Peña Femenina de Huelva por parte del Ayuntamiento de Zalamea la Real, julio de 2023.

 


De Écija, Sevilla. Escritor para el que la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio. Entre otros, primer Premio Nacional de Periodismo a la Crítica Flamenca, por lo que me da igual que me linchen si a cambio garantizo mi libertad.

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