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Con una copla de más: Sueño e insomnio de amor y desamor

La riqueza de la copla flamenca en el aspecto del desencuentro amoroso y sus consecuencias es amplia y profunda.


El amor no correspondido, como el amor muerto o perdido, está presente en multitud de coplas flamencas. El tema del sueño amoroso, en que la amada está presente no sólo en el pensamiento, sino también en los sueños, es muy abundante en la copla de tipo amoroso, unido, paradójicamente, al tema del insomnio de amor o imposibilidad de dormir por las penas amorosas.

 

El tema del sueño se presenta como dicha inalcanzable para el enamorado, se logran complicados juegos de palabras, aparece el amante que sueña que la amada duerme en sus brazos, o se desemboca en la imposibili­dad de dormir. Veamos:

 

Sueño en ti, vida mía,

pero entre sueños

sueño lo que quisiera

no fuera sueño.

///

Soñé contigo, alma mía,

soñé con gusto y descanso;

soñé que yo te tenía

en mis amorosos brazos.

 ///

De noche no duermo,

de día tampoco,

sólo en pensar en mi compañerita

me vuelvo yo loco.

 

El amante sueña que está con su compañera, pero al despertar y verse solo aumenta su dolor por la ausencia o por la falta de correspondencia, como vemos en esta copla de la colección de Demófilo:

 

Soñé que contigo hablaba,

disperté y m’hayé solito,

las penas se m’aumentaban.

    

A Dios, al Cristo se le pide todo, y cómo no se le va a pedir que nos quieran:

 

Le he pedío esta mañana

al Cristo de la ‘nagüillas

que me quiera esta gitana.

 

Cuando pasa a nuestro lado la amada y ni nos mira se nos cae el mundo:

 

Cuando pasa y no me mira,

el corazón por la boca

se me sale de fatigas.

///

Cuando pasa por mi vera

y no me dices adiós,

ni las ánimas benditas

pasan más penas que yo.

 

Las penas en estos casos siempre van a más, como reza esta seguiriya:

 

Como sé que contigo

no me he de lograr,

por eso mis penas nunca van a menos

siempre van a más.

 

El desdeñado es capaz, como algunos románticos, de quitarse la vida:

 

Si esta noche no sales

a tu ventana

cuéntame entre los muertos

desde mañana.

 

Pero no siempre ha de conducir al dolor esta situación. Esta copla, tan estoica y muy conocida y cantada, nos lo confirma:

 

Ya sé que tú no me quieres,

pena no tengo ninguna,

porque yo con tu querer

no tenía hecha escritura.

 

Se puede buscar consuelo en la naturaleza:

 

Árboles de la ribera,

tened compasión de mí,

que estoy queriendo de veras

a quien no me quiere a mí

ni una mijita siquiera.

 

O la siguiente, que me trae buenos recuerdos de un alumno mío que la aprendió y, cada vez que lo veía por el recreo, yo iniciaba el primer tercio y él seguía. Dejó el instituto y me lo encontré un día. Lo saludé y, claro, le dije el primer tercio y él siguió sin problema.

 

Un recuerdo hermoso, la semilla que sembramos los profesores a veces parece que germina, en este caso con algo relacionado con la copla flamenca, una de mis pasiones dentro de la poesía en general:

 

Al campo me fui a llorar

dando voces como un loco,

y hasta el aire me decía

que tú querías a otro.

 

Es desgarrador no tener esperanza ninguna en la correspondencia de la amada, como demuestran estas dos malague­ñas:

 

Qué triste será en la mar

pasá una noche sin luna,

pero más triste es vivir

sin esperanza ninguna

y acordándome de ti.

///

Del convento las campanas

si preguntan por quién doblan

del convento las campanas,

dile que doblando están

a mis muertas esperanzas.

 

La última podemos escucharla en este enlace, canta la grandísima Pastora Pavón con la guitarra de Paco de Algeciras:

 

 

 

 

Este estado de cosas produce un verdadero insomnio, insomnio de amor y desamor. Son muchas las coplas que nos presentan a un amante solo, abatido entre las paredes de la casa –que se le caen encima– o sentadito en una silla acordándose de la amada. Coplas de gran intensidad, sinceras, escuetas y sin artificios, innecesarios para llegar al corazón y para saber expresar toda la tristeza del amante no correspondido, o alejado de la amada:

 

Al hombre que está queriendo

jasta ‘e noche en la cama

er queré le quita er sueño.

///

Toa la noche sin dormir,

sentaíto en una silla

acordándome de ti.

 ///        

Por ti

las horitas de la noche

me las paso sin dormir.

 ///

Ay, probesito e mí.

Que he perdío el apetito

y las ganas ‘e dormí.

 

Veamos la siguiente soleá, que conjuga la imposibilidad de dormir, las penas de amor y el contagio de éstas –con hipérbole personifi­cado­ra– a los objetos inanimados (aquí las paredes, que pierden su cal):

 

Cuando m’asiento en la cama

y en ti comienzo a pensá

las paeres se escalichan

de duquitas que me dan.

 

Como hemos comprobado, la riqueza de la copla flamenca en este aspecto de desencuentro amoroso y sus consecuencias es amplia y profunda.

 

 

→  Ver aquí las anteriores entregas de la serie Con una copla de más de José Cenizo.

 

 

 


Paradas (Sevilla), 1961. Licenciado y doctor en Filología Hispánica. Aficionado gracias a ver de joven en directo a Miguel Vargas. Autor de varios libros de investigación de flamenco y de coplas flamencas. Colaborador de varias revistas de flamenco. Da gracias a la vida por conocer, un poco, y amar, mucho, el flamenco.

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