Cantes que fueron canciones (1)
La flamencología ha discutido y sigue discutiendo acerca de qué estilos son los más profundos y cuáles menos. Solo las seguiriyas y las soleares son puramente jondos, es decir, se hacen el tempo lento, sobre un compás de doce tiempos y se acompañan en el modo flamenco.
El flamenco, además de ser el género musical español más reconocido en el mundo, también es el que más pasiones despierta entre los aficionados patrios. Siempre hay un motivo entre los flamencos para discutir sobre este o aquel extremo.
Vengo defendiendo en los últimos años que los estilos del flamenco, llamados popularmente palos, son casi todos música aflamencada. ¿Flamenco aflamencado? Valga la redundancia. Me explico: estilos genuinamente flamencos hay muy pocos, la gran mayoría son canciones del folclore hispano (andaluz, español o hispanoamericano) que fueron adaptados a la estética musical del flamenco.
Y el flamenco es música aflamencada porque los estilos flamencos se caracterizan por estructurar su música a partir de diversos elementos que podríamos reducir a tres parámetros principales: el compás, el modo armónico con el que se acompañan a la guitarra y el tempo, la velocidad de ejecución de cada uno de ellos.
«Es en las soleares y las seguiriyas donde se miraron todos los estilos del folclore musical andaluz que quisieron dar el salto para convertirse en flamencos. El flamenco se comió gran parte de la música tradicional andaluza con papas»
Los estilos del flamenco que son considerados más jondos son aquellos cuya música tiene un contenido, estéticamente hablando, de elementos genuinamente flamencos. Esto es, un estilo lento, en modo flamenco y sobre un compás de doce tiempos se percibe al oído como más auténtico (las soleares, por ejemplo), que otro que se ejecuta en modo mayor, en compás binario y rápido (algunas rumbas, por ejemplo).
Dependiendo entonces del mayor o menor contenido en esencias jondas, llamémoslas así, un estilo se considera más flamenco que otro. En este sentido hay que decir que jondos son los intérpretes, no los estilos en sí. Se puede cantar una rumba imprimiendo a su versión un grado alto de jondura, y cantar por seguiriyas sin carácter flamenco alguno.
En el flamenco existen pues estilos genuinos, es decir, que no tienen su correspondiente en la música tradicional, solo existen en el flamenco, mientras otros, la mayoría, son estilos aflamencados.
Fue en los llamados cafés cantante donde se reunían los cantaores, tocaores y bailaores para ejecutar sus cantes, toques y bailes confeccionados bajo una estética musical característica basada en los elementos antes comentados, ejecutados de una forma genuina, única, una suerte de grito de indigenismo andaluz proclamado a los cuatro vientos, fruto de la singularidad de una cultura mestiza y con vocación universal.
«Casi todos los palos flamencos son música aflamencada. Estilos genuinamente flamencos hay muy pocos. La gran mayoría son canciones del folclore hispano (andaluz, español o hispanoamericano) que fueron adaptados a la estética musical del flamenco»
El flamenco es más una música artística que popular. Muchos creen, erróneamente, que es el folclore de Andalucía. No. El flamenco es la reinterpretación artística de la música tradicional andaluza, que no es lo mismo que su folclore musical. Andalucía tiene su folclore, los verdiales de Málaga, los tangos del carnaval de Cádiz, los fandangos locales en general, las sevillanas, todos ellos son preciosas expresiones de su folclore, pero el flamenco es cosa de artistas, profesionales o no, pero artistas; gente con unas especiales condiciones para cantar, tocar y bailar, hasta el punto de que hay personas dispuestas a pagar por escucharlos y verlos.
Si ponemos en balanza los diferentes palos del flamenco en relación a su contenido jondo llegamos a la conclusión de que, excepto unos pocos estilos, el resto, la gran mayoría, vivieron un proceso de aflamencamiento que los transformó, pasando de ser canciones populares a ser cantes flamencos, un proceso que duró menos de lo que en principio podamos creer, y por mor de un puñado de inteligentes artistas. Decía Antonio Machado Demófilo en referencia a la copla: «Llámanse así también por los cantadores de coplas de cuatro versos octosílabos asonantados el segundo y el cuarto, cuando se acompañan con la música conocida por los inteligentes con el nombre de soleares». ¿Y cuáles son esos estilos puramente jondos?
En verdad, la flamencología ha discutido y sigue discutiendo acerca de qué estilos son los más profundos y cuáles menos. En relación a lo apuntado arriba acerca de la estética musical diremos que solo las seguiriyas y las soleares reúnen las premisas musicales para que los consideremos puramente jondos, es decir, se hacen el tempo lento, sobre un compás de doce tiempos y se acompañan en el modo flamenco.
«Muchos creen que el flamenco es el folclore de Andalucía. No. El flamenco es la reinterpretación artística de la música tradicional andaluza, que no es lo mismo que su folclore musical»
Además, aunque no hemos querido entrar en ese aspecto, diremos que los estilos flamencos tienen un elemento común a todo el género que es la especial forma de emitir la voz y las escalas sobre las que se ejecutan los cantes. Usan lo que Manuel de Falla llamó el enharmonismo como medio modulante, en referencia a la especial forma de cantar que tienen los flamencos, cuyas melodías, para entendernos, no caben en un pentagrama ya que no usan escalas temperadas. Una forma de cantar de aroma orienta que logró fundirse, a través de una alquimia sorprendente, con la guitarra perfectamente temperada por los trastes que dividen la escala en semitonos exactos. Ese es el gran milagro del flamenco, una suerte de perfecta fusión entre oriente (la melodía cantada) y occidente (la guitarra).
Por su parte, las tonás y romances, aunque se interpretan a palo seco y muchas de sus variantes están en modo mayor, contienen esencias melódicas que podemos considerar básicas en el cante, hasta el punto de que muchos los consideran la fuente de la melodía jonda. Pero es en las soleares y las seguiriyas donde se miraron todos los estilos del folclore musical andaluz que quisieron dar el salto para convertirse en flamencos, muchos de ellos sin camino de retorno ya que nunca más se volvieron a hacer en su versión folclórica. Que es lo mismo que decir que el flamenco se comió gran parte de la música tradicional andaluza con papas.
(Continuará)