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Canalejas de Puerto Real en Navidad

No son pocos los que buscan en Navidad el brillo de luz de los villancicos de Canalejas, cantes que muchos desconocen su origen, pero que buscamos en la vieja alacena porque nos recuerdan la paz y la alegría que experimentamos en esta fecha tan especial.


No llegué a alcanzar a Canalejas de Puerto Real porque se despidió de este mundo en diciembre de 1966, pero sí fueron sus hijos, Fernando y Manolo, a los que me unió una estrecha amistad, los que me acercaron al padre, a su obra y, lo más importante, el papel que simbolizó en la cultura musical de Jaén, territorio que amó de manera incondicional como se constata en esta letra: Allá voy que tiro humo / apártate y no te dé / y ve preparando el pie / que te tiene que probar uno / de la provincia de Jaén.

 

Pero atendiendo a la singularidad de su producción discográfica, no encuentro explicación para que cayera en silencio tras su muerte, probablemente como me señalaba su hijo, Manolo Canalejas, “por la ignorancia de los eruditos”, ya que hablamos de un cantaor que abordaba todos los cantes pero que, al haber estado de moda, fue juzgado más por la envidia de su popularidad que por su obra.

 

Juan Pérez Sánchez, que así fue su nombre de pila, nació el 3 de mayo de 1905 en el domicilio paterno del Callejón del Obispo, en Puerto Real (Cádiz). Con ascendencia en Medina Sidonia y Puerto Real, fue descendiente en su tercera generación de la familia gitana de Jerez Los Paquiqui, y recibió el remoquete de Canalejas por el padre, que moteó a nuestro protagonista como el político liberal, y a su hermano le puso Moret, como el descendiente del presidente del Consejo de Ministros asesinado.

 

Es en 1932 cuando graba en Odeón sus célebres campanilleros Pobres pastores, justo el año en que ganó cierta popularidad en Barcelona, de donde pasó a Valencia y después a Madrid, debutando en el Salón Olimpia. Pero sería en 1934 cuando, tras presentarse en el Circo Price madrileño, hace su primera gira por toda la geografía española en unión de Pepe Marchena y La Niña de los Peines, anunciado como “la novedad del año con su creación Rocío”. Era la novedad de aquel año. Y fue tal la fama que alcanzó que tuvo seguidores como Canalejas de Jerez o El Chumi, tantos que en agosto tuvo sus diferencias con Marchena en Badajoz porque el lleno de público se debió a él, y hasta el diario El Liberal publicó: “Se admite criada. Condición indispensable: que no sepa cantar La Rocío”.

 

Mas cuando estaba en ascensión artística, una gira programada por Carlos Vedrines se vio interrumpida en Martos por el Alzamiento Nacional del 17 de julio de 1936. De ahí a Jaén, donde conoció el amor de su vida, Concepción Mesa, con quien contrajo matrimonio y con la que tuvo tres hijos, Manuel, delineante de profesión, Pepita y Fernando, familia que heredó del padre el apego a la ciudad, cantarle al Abuelo cada Viernes Santo y la transferencia de cantes con atributo personal como los campanilleros y villancicos.

 

Recordemos, en tal sentido, los campanilleros de Canalejas, el ya citado Pobres pastores (1932) y En el monte las noches oscuras (1933). Pero en estos cantes de temporada, no podemos olvidar que fue uno de los mayores antólogos de villancicos y que asoma por los surcos del disco con Anoche cuando dormía (1936), La Huida de Egipto (1942), al que seguirían Madre en la puerta hay un niño (1945) por bulerías y orquesta, la Navidad flamenca (El Niño, Jesús y María), Una estrella muy hermosa y su EP Villancicos Flamencos (1961), que contiene la bulería Orillo, orillo pero que todos identifican como el Compadre mío, Juan Antonio.

 

A estos siguen otros EP en los sellos Vergara y Belter, con cantes que fueron popularizados por su hijo, mi buen amigo en el recuerdo Manolo Canalejas, y hoy día por sus nietas, así como por la siempre en mi memoria Rosario López. Entre ellos citamos los extraídos de los dos singles que el sello Vergara editó en 1963 con letras de su autoría y en los que uno de ellos lo rotula como Los Paquiquis, sus antecesores jerezanos.

 

 

«Canalejas de Puerto Real se despidió de este mundo habiendo sido primera figura, de una dulzura melódica irresistible y con una popularidad sorprendente, además de una legión de seguidores»

 

 

Se asoció tanto Canalejas al carácter identitario que le confería a los villancicos, que el destino quiso que falleciera –a causa de un trombosis cerebral– en la ciudad del Santo Rostro el 12 de diciembre de 1966 mientras presenciaba en televisión un recital de villancicos, cante en el que sentó cátedra durante su vida artística.

 

Aquel día el mundo del flamenco dijo adiós a un artista con unas dotes extraordinarias, una voz que realizó una construcción compositiva y ejecutora enmarcada por un contexto escenográfico colorista y espectacular, con un registro agudo refinado, nada arisco, y sabiendo cómo cantar con notable gusto.

 

Canalejas de Puerto Real se despidió de este mundo habiendo sido primera figura, de una dulzura melódica irresistible y con una popularidad sorprendente, además de una legión de seguidores que encontraron en Jaén al cantaor que le puso ritmo propio a la realidad estremecida, y que vieron en su voz la precisión de una flecha en los tonos altos, cargada de campanas en los medios y de tintineos y gemidos en los bajos. Pero una voz que, pese a su claridad expresiva, se quedó en la noche del olvido donde guardan los cipreses el sepulcro del dolor.

 

No obstante, la reediciones de sus discos se sucedieron en 1967 y 1968, y aunque ya funcionaba con anterioridad, es en 1977 cuando se legaliza en Puerto Real la Peña Flamenca Canalejas de Puerto Real. Tuvimos que esperar a 1991 cuando la Peña Flamenca de Jaén le dedicó las VI Jornadas de Estudios Flamencos. Al año siguiente, EMI-Odeón le hace compartir el volumen 27 de su Antología de cantaores flamencos con Manolo de la Ribera. Y si en 1994 Pegalajar le dedicó su XXVI Festival de Arte Flamenco y Linares le rindió homenaje en el XXX Concurso Nacional de Taranta de Linares, en 1995 Villacarrillo (Jaén) le brindó un acto de reconocimiento durante el IV Pregón Flamenco.

 

En 2001 El Correo de Andalucía lo incluyó en el volumen 21 de la antología Grandes clásicos del Cante Flamenco, y ese año salió a la luz el CD Canalejas de Puerto Real. Y aunque siempre fue recordado en los Pregones de Navidad de la Peña Flamenca de Jaén, no saldría a la luz su nombre hasta 2014 en que Jeromo Segura incluyó en su antología la minera de Canalejas. Se le recordó a través del XIX Circuito El Flamenco por las Peñas de la Federación de Jaén (2018). La almonteña Sandra Carrasco presentó su espectáculo Belingonero flamenco (2021), donde rindió honores a nuestro cantaor. La Peña Flamenca de Jaén le dedicó sus XXXVI Jornadas de Estudio (2021), y la Peña La Arroyá, de Mengíbar, le dedicó su XI Ciclo El cante es mi buen amigo (2023).

 

Pero es llegada la Navidad cuando mis oídos más disfrutan de la paz de sus cantes sin entender del todo que un cantaor de su talla desapareciera de los espacios flamencos de radio y prensa escrita tras su muerte. Él, y los de su generación. Silencio que sólo puede obedecer a que perteneció a la época del fandango, a un tiempo, en definitiva, donde son muchos los que desestiman que había que ser un creador para subsistir.

 

Obviamente la esencialidad de sus cantes de temporada quedaron en sus hijos, Fernando y Manolo, y ahora en sus nietas, y hasta en su sobrina puertorrealeña Constanza, hija de su hermana Ana y de su marido El Peluca, gran aficionado, y ganadora de varios concursos de saetas y fiel intérprete de los cantes de su tío Juan, además de su otra sobrina en el recuerdo, la sin par Mariana Cornejo.

 

Pero también fuera de la esfera familiar. No son pocos los que buscan en Navidad el brillo de luz de los villancicos de Canalejas, cantes que muchos desconocen su origen, pero que buscamos en la vieja alacena porque nos recuerdan la paz y la alegría que experimentamos en esta fecha tan especial.

 

 

→  Ver aquí todos los artículos de opinión de Manuel Martín Martín en Expoflamenco

 

 


De Écija, Sevilla. Escritor para el que la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio. Entre otros, primer Premio Nacional de Periodismo a la Crítica Flamenca, por lo que me da igual que me linchen si a cambio garantizo mi libertad.

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