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Al maestro don Alberto Vélez: semblanza a su memoria

Alberto Vélez (El Cerro de Andévalo, Huelva, 1921 - Madrid, 2005) fue un destacado guitarrista que en la época que le tocó vivir acompañó a los artistas más importantes del baile y del cante.


Continúo con las semblanzas sobre grandes guitarristas de nuestra historia flamenca, pero no tengo más remedio que empezar agradeciendo las conversaciones, indicaciones, consejos y sobre todo la amistad forjada con el periodista Antonio Nieto Viso, por la cesión de un documento sonoro de diciembre de 2003 de incalculable valor y fundamental. Una verdadera joya flamenca de la que he extraído comentarios del propio Alberto Vélez para enriquecer la lectura.

 

Alberto Vélez García nace el 2 de febrero de 1921 en El Cerro de Andévalo, Huelva, pueblo y cuna de uno de los estilos de fandangos de la geografía onubense. A su padre, Alberto Vélez Sánchez, apodado Alberto el Huelvano, carpintero de profesión, se le consideraba un magnífico afinador de pianos, dedicado a la construcción de guitarras, laudes y bandurrias. Su madre, Carmen García Ventura, era cantante y solía trabajar cantando por casinos de distintas localidades. Con estos datos de sus progenitores ya se atisba la influencia artística en el seno familiar. De hecho, el mismo Alberto Vélez, a los siete años de edad, cuenta que “mi padre era carpintero y hacía guitarras, bandurrias y yo lo tocaba todo. Aparte, mi padre iba con mi madre trabajando por los casinos y un día me dijo que me iba a llevar a aprender solfeo con el maestro Bautista, director de la banda de música del pueblo. De ahí aprendí a leer música”.

 

Tiempo más tarde, viviendo en Huelva, sus padres prosiguen su trabajo artístico. Con quince años, Alberto participa tocando unos temas en solitario en una actuación, y en 1934 forma el trío Los Huelvanos, junto a un niño y una niña de una escuela de arte dramático que existía en Huelva. Pero tras el estallido de la Guerra Civil Española, se mudan a Sevilla. Allí su padre había tocado con Manuel Vallejo, El Sevillano, Niño la Huerta o Canalejas de Puerto Real. Asentado en la capital hispalense, llega a sus manos el Método de Guitarra de Dionisio Aguado. El propio Alberto cuenta en la entrevista: “Ese libro me sirvió para conocer las técnicas de la guitarra clásica que los flamencos ignoraban”. El estudio y conocimiento de la guitarra clásica lo aprovechó para dar un concierto en el conservatorio de Ceuta, tocando obras de Bach, Albéniz y Tárrega, que le ayudaron para quedarse en el Estado Mayor y no unirse a las filas para ir al frente, gracias a la intervención del general Alcubillas, un apasionado de la música.

 

Desde finales de los treinta y durante los años cuarenta del pasado siglo XX, licenciado y de nuevo en Sevilla, los flamencos le proponen al padre que Alberto deje el clásico, que de eso no se come, y entre el Sevillano y Manuel Vallejo le enseñaron a acompañar al cante, sobre todo escuchando los disco de pizarra que poseía Vallejo. De ahí empezó a trabajar con él.

 

Una anécdota curiosa sucedió en el Festival de Cazalla de la Sierra mientras acompañaba a Canalejas de Puerto Real. Tras realizar varios cantes, le proponen que cante por seguiriyas. Canalejas contesta: “No puedo, porque el niño no sabe tocar por seguiriyas”. Alberto, sin responder tras tocarle a Canalejas, se subió con Vallejo y le acompañó por seguiriyas, granaínas y bulerías. Alberto destaca a Vallejo como conocedor de todos los cantes y de los estilos rítmicos. Es en esos años, primero Juanito Valderrama y más tarde Antonio Ruiz Soler lo reclutan para sendas compañías, para lo que se conocía como “hacer las Américas”. En esas giras conoce entre otros a Esteban de Sanlúcar, Juan Serrano, Angelillo y Mario Maya.

 

 

«En 1969 empieza a trabajar en el Tablao Las Brujas de Madrid, donde fragua una bonita amistad con Manolo Sanlúcar. De él afirma que es un genio de la guitarra y de la música. De hecho, el propio Sanlúcar, en su Mundo y Formas de la Guitarra Flamenca, le dedica el tema Brindis por Alberto Vélez»

 

 

Nuestro protagonista nos habla que le ha tocado a todos los cantaores y a su vez ha pasado por numerosos festivales con Manuel Vallejo, Niño Gloria, el Sevillano, Canalejas, Niño la Huerta, José Cepero, Juanito Valderrama, Pepe Marchena, Fosforito, el Cojo de Huelva, Niña de la Puebla, Manuel Centeno, Pepe Azuaga, Niño de Barbate, Jacinto Almadén, Niña de Castro, etc. Resalta que un productor de espectáculos catalán, Alberto Monserrat, solía viajar en verano a Sevilla y a todo cantaor que tenía grabado un disco lo contrataba. Creó la Trupe Flamenca, para realizar giras por las plazas de toros de diferentes ciudades. Estando en Sevilla, Alberto describe que con 17 años le llamaron para una fiesta, para sustituir a Niño Ricardo por problemas de salud. Acompañó a la Niña de los Peines y a su hermano Tomás Pavón. Le sorprendió que cuando todos los asistentes tomaban vino, Tomás Pavón se bebió un vaso de leche y cantó de manera magistral por seguiriyas.

 

También cuenta cómo en 1945 pasó una noche en el Tablao Villa Rosa con Antonio Mairena, a quien cataloga como una enciclopedia y gran conocedor del arte flamenco. Cantó horas por seguiriyas sin repetir ni una letra. En Villa Rosa coincidió entre otros con Bernardo el de los Lobitos, Niño de Toledo y Pepe el de la Matrona. De este último dice que la gente estaba equivocada con él, ya que conocía muchos cantes pero siempre solía hacer los mismos porque de ritmo estaba corto y era delicado para acompañarle con la guitarra. Allí también conoció Juanito Mojama. Entre sus opiniones más notables comenta: “A mí el que me hacía llorar era el Sevillano, con un simple fandango, pero también era un cantaor muy rítmico y creador”.

 

 

Alberto Vélez y Manolo Sanlúcar. Tablao Las Brujas, Madrid.

 

 

Tras esos años se traslada a Madrid, donde tuvo unos inicios difíciles como guitarrista. Hasta que Ramón Montoya, del que opinaba que era un creador y de donde han bebido todos, le inculcó los secretos de la guitarra flamenca. Cariñosamente le decía Macaco, aunque Alberto Vélez se inclinó más por la escuela del Niño Ricardo. En la entrevista de referencia dice: “Todo el mundo cree que la rondeña es de Montoya, pero no. El toque por rondeña lo creó Tárrega. Este se la enseñó a Borrull, y de este pasó a Montoya. Lo que pasa es que Ramón era un fenómeno y fue él quien la dio a conocer”. También tuvo contactos con Manolo de Huelva. Le sorprendió que Manolo conociera más el cante que el toque, pero se llevó a la tumba todos sus secretos. Trató con otros artistas del Tablao Zambra, como Perico el del Lunar, Juan Varea, Pericón de Cádiz y un Enrique Morente que empezaba a destacar.

 

Su trabajo resalta en diferentes compañías, sobre todo en la de Rosario y Antonio Ruiz Soler, donde conoce y forja una gran amistad con el maestro y guitarrista alicantino Mario Escudero. Recuerda con cariño las actuaciones en 1952 en Holanda y en Cambridge (Londres), y en 1953 junto a Mario Escudero en los Campos Elíseos de París. Sobre Antonio Ruiz Soler, destaca que le dedica una foto con mucho cariño. Cuando trabajaba decía: “Levantaba un brazo, ya está aquí el miura, salía con mucha fuerza, y teníamos que estar preparados los guitarristas para seguirle con el toque”. Entre otras compañías trabajó también con las de Concha Piquer, Estrellita Castro y Antoñita Moreno, puesto que conocía muy bien la musicalidad de la copla. Como anécdota, debemos mencionar que en esta época conoce a Raquel Lucas, bailaora de las compañías antes mencionadas, que se convertiría en su esposa, de cuya unión nacerían Carmen y Raquel. También tuvo presencia en el cine, apareciendo en varias películas con Marisol, como en Cabriola, Rumbo a Río y La nueva Cenicienta, y junto a Antoñita Moreno y Pepe Marchena en La reina mora.

 

La relación con Mario Escudero no terminaría ahí, ya que tras actuaciones de dúos guitarrísticos años antes –Miguel Borrull y Amalio Cuenca, Sabicas y Escudero– surgía una nueva colaboración, Mario Escudero y Alberto Vélez, que le llevarían a grabar juntos con la colaboración en el cante de El Pili. No obstante, tendría actuaciones a dúo también con Niño Ricardo. No solo destaca su aportación a la guitarra de acompañamiento tanto al baile como al cante. Su aportación a la guitarra solista es igual de importante, creando temas como la rondeña Capricho, la granaína Genil, las alegrías Raquel, la danza mora Recuerdo de Ceuta o las sevillanas Cerro de Andévalo, así como un concierto para guitarra flamenca en tres movimientos –tientos, guajira y zapateado– respetando la estructura del concierto clásico introduciendo pasajes orquestales. Y logró un rotundo éxito en un concierto en solitario en el Albert Hall de Londres.

 

 

«Alberto Vélez cuenta cómo en 1945 pasó una noche en el Tablao Villa Rosa con Antonio Mairena, a quien cataloga como una enciclopedia y gran conocedor del arte flamenco. Cantó horas por seguiriyas sin repetir ni una letra»

 

 

Llegado el año 1969, empieza a trabajar en el Tablao Las Brujas de Madrid, donde fragua una bonita amistad de admiración y respeto con Manolo Sanlúcar. De él afirma que es un genio de la guitarra y de la música. De hecho, el propio Sanlúcar, en su Mundo y Formas de la Guitarra Flamenca, le dedica el tema Brindis por Alberto Vélez. Sin dejar atrás la admiración por otras figuras como Paco de Lucía, del que decía que era el mejor de todos, y Andrés Segovia, como una institución en la guitarra clásica.

 

Su guitarra también quedó grabada en diferentes obras, como en varios discos grabados con Fosforito en 1957. También en la Magna Antología del Cante Flamenco, en concreto el volumen V, y en la serie Figuras del Flamenco acompañando a Manolo el Malagueño. Aparte de estos discos, también graba con Rafael Farina. El propio Alberto Vélez, en la citada entrevista, apunta que dio nociones básicas de guitarra a Fosforito y a Naranjito de Triana, ya que pensaba que era importante que el cantaor conociera el acompañamiento básico de diferentes estilos. Es más, en conversaciones con Alejandro Hurtado, guitarrista alicantino y escudero en el acompañamiento de Mayte Martín, me cuenta que Fosforito le había tocado falsetas del propio Alberto Vélez.

 

Tras unos años en la cumbre de su carrera artística, una enfermedad en un dedo de la mano derecha le impidió continuar tocando, por lo que decidió dedicarse a la enseñanza como profesor en el Real Conservatorio de la Escuela de Arte Dramático y Danza de Madrid, hasta su jubilación. Alberto Vélez murió en Madrid el 7 de abril de 2005 a los 84 años de edad. Un destacado guitarrista que en la época que le tocó vivir fue requerido por los artistas más importantes del baile y del cante.

 

La guitarra y la memoria del maestro Alberto Vélez se recuerdan cada año en su pueblo natal, El Cerro de Andévalo, Huelva, con un festival que nace en 2013 y que lleva nueve ediciones realizadas y por el que han pasado artistas como Álvaro Mora, Manuel de la Luz, Paco Cruzado, Jeromo Segura, Miguel Ángel Cortés, Antonio Molina El Choro, Pedro Sierra, Joaquín Brito o David Caro. Hay que agradecer a José María González Parrilla, técnico de cultura del Ayuntamiento de El Cerro de Andévalo, el trabajo por mantener la memoria del maestro de la guitarra don Alberto Vélez.

 

Imagen superior: Alberto Vélez con Mario Escudero

 

→  Ver aquí los artículos de Juan Israel Torres Toscano en Expoflamenco

 

 

La guitarra y la memoria del maestro Alberto Vélez se recuerdan cada año en su pueblo natal, El Cerro de Andévalo, Huelva, con un festival que lleva su nombre.

 

 


Huelva, 1977. Maestro y guitarrista apasionado del flamenco. Investigador y divulgador de nuestra cultura. El camino del compás le lleva a ser un docente con duende.

2 COMMENTS
  • Marta Carrera Jiménez 29 noviembre, 2021

    Kiko, hijo mío, con el discurso y la pedantería eres el número 1.
    Me gustaría escucharte a tí por soleá….
    No hay nada más cutre y ridículo que leer a un señor cómo sentencia la verdad sobre el arte. Qué sabrás tú, si el problema es del artista o del corazón que recibe.el arte… Mira a ver, antes de deconstruir, si te sigue pellizcando algo en la vida… Salú y alegría!

  • Kiko Valle 29 noviembre, 2021

    Buenas. No sentencio, opino. Y afortunadamente hay muchos que me pellizcan. No dudo que Israel lo haga en otras ocasiones. Tiene muchas virtudes y facultades. En el texto lo señalo, pero parece que solo queda una parte. Gracias por leer (por cierto, has dejado el comentario tras otro artículo)

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