La Peña Flamenca El Puchero de Bailén (Jaén) acogió el Circuito Andaluz de Peñas Flamencas que organiza la Federación de Peñas Flamencas de Jaén, siendo requeridos para tal evento el cantaor Gregorio Valderrama, natural de Jaén pero criado y afincado en Málaga, y el guitarrista Juan José Gutiérrez El Calao, de Linares.

Como es típico de esta peña flamenca y sus socios, los aficionados respondieron con soltura a la llamada de tal degustación flamenca. Degustación porque Gregorio Valderrama, a pesar que lleva un apellido que puede pesarle –sobrino de Juanito Valderrama–, es un cantaor con unas cualidades de voz muy solventes. Tiene unos muy buenos recursos vocales, a pesar de contar con la edad de 67 años. Tiene un muy buen vibrato, como es habitual en la familia del ilustre cantaor y tío de éste, el maestro de Torredelcampo, cosa que Gregorio aprovecha para darle a los cantes un peculiar sabor flamenco. Posee además unos buenos bajos que hacen que lo difícil a veces parezca fácil. Así lo reflejó en todos los cantes que realizó.

«Si hablamos del Género Andaluz, Gregorio Valderrama es un experto. Si como cantaor es muy bueno, como investigador es aún mejor»

Comenzó la noche acordándose de la tierra de Jaén, que siempre por cercanía y casi patriotismo ha sido muy del maestro Juan Valderrama, haciendo cantes por tarantas, al estilo de su tío Juanito y de Luquitas de Linares, con unos bajos preciosos, maestría y conocimientos de sobra como para meterse muy rápidamente al público en el bolsillo. Continuó con cantes de ida y vuelta, por guajiras, y siguió con farrucas, que a pesar de parecer que son cantes fáciles no lo son. No lo son porque requieren de voces melódicas, cosa que a Gregorio no le supuso ningún problema, porque tiene una voz con muchos matices y muy musical. Cerró la primera parte cantando la soleá apolá, acordándose de los viejos estilos atribuidos a Silverio, en boca del Tenazas de Morón, yendo a compás, perfectamente medido y llevando el cante a donde había que llevarlo, es decir, a su sitio, como se dice en el argot flamenco.

La segunda parte comenzó con la cantiña de Torrijos, una cantiña musicalmente hablando un tanto extraña, y es posible que proveniente del Género Andaluz. Y si hablamos del Género Andaluz, Gregorio es un experto, ya que si como cantaor es muy bueno, como investigador es aún mejor. Siguió con una canción dedicada a los mayores, con los que todos quedaron prendados y respondieron con aplausos y cercanía.

Posteriormente hizo una bulerías de Cádiz, acordándose mucho del rey del compás, el maestro Chano Lobato, aunque eso sí, con un estilo muy personal adecuando su voz a esos cantes tan endiablados como son las bulerías gaditanas, con unos cortes que hay que conocerlos y a compás, tema que ya es más delicado, porque pues perderte. Terminó con una ronda de fandangos, acordándose de El sevillano, el Peluso, Marchena, Valderrama y Cayetano Muriel. De este último hizo una adaptación de su malagueña Que a mi corazón hirieron, por fandangos del maestro de Cabra.

Así se despidió del recital, dándolo todo acompañado por El Calao. Este guitarrista linarense, profesor de conservatorio, conoce el acompañamiento a la perfección, toca para que el cantaor cante, que de eso se trata. Conoce el toque, sus armonías, tonos y compases como si los hubiese creado él mismo, con lo que su afición a la música en general y al flamenco en particular está debidamente acreditada. Resumiendo, la noche fue para haberse deleitado en todos los sentidos, siendo dos trabajadores del flamenco que dejan todo en lo alto del escenario y donde la gente lo supo ver y recompensar.

Texto y foto: José Ramón Checa Medina