Festival Flamenco de Mengíbar: una velada jonda y calurosa
El XXVI Festival Flamenco de Mengíbar (Jaén) llenó el recinto de buenos aficionados de las distintas peñas flamencas de la provincia. Actuaron Jesús Méndez, Guillermo Cano, la Yiya y Carmen Álvarez, entre otros.
El XXVI Festival Flamenco de Mengíbar, organizado por la Peña Flamenca La Arroyá y la Concejalía de Fiestas del Ayuntamiento de Mengíbar (Jaén), fue un cúmulo de circunstancias que no evitó que la taquilla se quedase sin entradas. El evento reunió el viernes 15 de julio en el recinto de la Caseta Municipal de Mengíbar a buenos aficionados de las distintas peñas flamencas de la provincia, así como a diferentes personajes de la cultura. En este caso flamenca, flamenca por los cuatro costados, ya que el cartel así lo demandaba.
Este cartel estaba compuesto al cante por Jesús Méndez, Guillermo Cano y la Yiya. A la guitarra, Antonio Higuero, Antonio Carrión y Rubén Levaniegos. Al baile, Carmen Álvarez, acompañada por Jesús León, Mónica Mata, Antonio Mena y Chano Gutierrez. Al compás, Diego Montoya y Carlos Grilo. También actuaron Laura Román, Raquel Salas y Sara Cortés. Pero empezaremos por los distintos recitales que se contemplaron.
En primer lugar, el baile de Carmen Álvarez, bailaora de Arjona, que destacó por su limpieza en el baile y su técnica. No anda nada mal de recursos estilísticos, con fuerza, y mantiene muy bien el equilibrio, recogiéndose bien y mostrando la expresividad justo en los momentos donde así lo marcaba el cante. Pero el cuadro que le acompañaba no estuvo a la medida. No sé el porqué de esta situación, pero llevar a alguien que nada más abrir la boca ya está rozada creo que no es una buena opción. Opción que Carmen puede suplir con otro tipo de acompañantes, ya que tiene cualidades suficientes para realizar buenas actuaciones, como así se vio en los tientos y en los tarantas, que remató por tangos con solvencia y entendimiento.
La segunda cantaora de la noche fue Ana Ramírez La Yiya, cantaora de la Puebla, acompañada a la guitarra por Antonio Carrión. La Yiya se desplegó bien en las matrices del cante antiguo, por malagueñas, en las que recordó a la Peñaranda, rematada en el fandango de Granada de Frasquito Yerbabuena. Por soleares hizo un repertorio desde Morón a Triana y Alcalá. En los tientos–tangos estuvo bien, a compás y poderosa en los altos. Terminó por seguiriyas, donde se acordó de estilos portuenses y jerezanos, del Nitri a Joaquín Lacherna, rematando en la cabal que se conoce como el Planeta. Los bajos padecieron y los graves no se notaron mucho, tal vez fuese el sonido, el calor o cualquier otra circunstancia que no dejaron muchos ecos de los graves, que son los difíciles. Antonio Carrión estuvo bien, en su sitio, acompañando al cante como se le exige a un guitarrista de acompañamiento. No molestó a la cantaora en nada, lo que demostró su oficio. Fue acompañada por Laura Román, Raquel Salas y Sara Cortés a las palmas.
«Por bulerías se notó de dónde viene, la Plazuela y la casa de los Méndez. Perfecto de compás y medida, cortitas, como se hacen allí, y poderío, como manda su tierra. Jesús Méndez terminó por fandangos caracoleros, sin micro, lo que demostró sus facultades y potencial»
Guillermo Cano, aunque es cantaor, también intenta crear su propio estilo sin salirse de la musicalidad tradicional. Hizo un cuplé por tangos, mezclando otros cantes a compás de tangos, como soleares y fandangos. Hecho que resulta bonito al escuchar la mezcla de distintos estilos en el mismo compás. Por peteneras salió nunca mejor dicho por el palo al que hacemos referencia. Un cante de creación personal, llamado peteneras del futuro, donde intenta encontrarse y crear algo nuevo. Realizó guajiras, muy al gusto marchenero, acompañado a los coros y compás por las tres féminas anteriormente citadas y rematando, cómo no, por Huelva, su tierra. Tierra a la que le dio un pequeño recorrido en voz de Paco Toronjo, Alosno, etc. Buen cantaor, con voz melismática y veloz. Rubén Levaniegos fue al milímetro con lo que el cantaor requería, limpio en los toques y con recursos en el tema de falsetas suficientes.
Para terminar llegó el culmen de Jesús Méndez, jerezanía y maestría en la voz de la Plazuela, que vio nacer grandes maestros del cante. Comenzó en la bulería por soleá, acordándose de los grandes de ese cante como Sordera, en estilos de Cádiz, Jerez y Alcalá, con poderío y soltura. A este artista no le asusta el cante y sabe pelearse bien con él. Por tientos-tangos, acudió a Jerez y Pastora, ligado perfectamente de compás, con graves, agudos y tonos medios. Difícil, sí, pero salió vencedor. La malagueña-granaína de Chacón la hizo más jerezana y me atrevo hasta a decir que más de la plazuela, rematando en la malagueña del Mellizo. Estos cantes y estilos son habituales en los cantaores de Jerez. Por bulerías se notó de dónde viene, la Plazuela y la casa de los Méndez. Perfecto de compás y medida, cortitas, como se hacen allí, y poderío, como manda su tierra. Terminó por fandangos caracoleros, sin micro, lo que demostró sus facultades y potencial. Antonio Higuero lo acompañó esta vez. En esta nueva ocasión ha demostrado ser un maestro de la guitarra, con limpieza y flamencura, falsetas que deja caer casi sin querer y que marcan el comienzo o final de los tonos. Maestría en sólo mirar al cantaor y saber qué necesita. Antonio estuvo de caramelo. A las palmas estuvo acompañado por Carlos Grilo y Diego Montoya, palmeros que llevan una dilata trayectoria y que necesitan muy poco para demostrar quiénes son. Más aún si los cantes que se hacen suenan a Jerez.
A pesar del calor, el festival estuvo bien, comedido y con buenos artistas. La gente, a pesar del calor, respondió perfectamente, porque tuvimos cerca de 45 grados a las 6 de la tarde. Hay que merecer ver un espectáculo flamenco lleno.
Texto y fotos:
José Ramón Checa Medina