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Fosforito: nueve décadas de una leyenda viviente

En vísperas de celebrar su nonagésimo cumpleaños, el recuerdo de su eco lastimoso sigue sonando dentro de mi cabeza, y siento la más sincera admiración y gratitud hacia Fosforito, decano del cante.


Ya son treinta años desde que hemos tenido que asumir la pérdida del cantaor más carismático de nuestra era, Camarón de la Isla. También este año se cumplen cien años desde el histórico concurso flamenco de Granada que ha inspirado libros, espectáculos, conferencias y todas las cosas que a nosotros los humanos nos encantan inventar cuando vemos números redondos asociados con eventos llenos de significado que dan forma a nuestras vidas.

 

Para mí, la efeméride que más me emociona este año es el cumpleaños el 3 de agosto de nuestro muy admirado tesoro nacional, Antonio Fernández “Fosforito”. Hace nueve décadas, sólo diez años después del concurso en Granada, y menos de veinte antes del nacimiento de Camarón, este ahora legendario cantaor llegó al mundo en Puente Genil (Córdoba). Fosforito recuerda un ambiente intensamente flamenco en su ciudad, incluyendo familiares suyos, cantaores, guitarristas y al menos una bailaora. Con muy corta edad descubrió el flamenco –o el flamenco le encontró a él– y desde entonces el género ha sido profundamente enriquecido.

 

Hace unos años realicé una larga entrevista biográfica con el maestro. El siguiente párrafo, breve pero entrañable, da una idea de la rústica niñez que alimentó el primer aprendizaje de Fosforito en el flamenco:

 

En mi pueblo, recién terminada la guerra, hay un puñao de chiquillos, un grupo de golfillos. En mi casa teníamos dos habitaciones con ocho hermanos, y el pueblo en aquel tiempo era más chico, todo era más chico. Yo dormía algunas veces en el fondo de un carro que llevaba el hortelano, y descargaba en el mercado de mayoristas. Yo dormía, y por la madrugada, a eso de las seis de la mañana, empezaba el movimiento. Después de la venta, tomaban la copa de aguardiente y allí estaba yo, y la gente cantando. A la par de eso, los chiquillos nos bajamos debajo del puente hasta la orilla del río, y a nuestra manera organizábamos nuestros torneos de fandangos, de verdial, o lo que fuera. Después empecé a cantar por las tabernas, tendría entonces unos ocho años, la edad de mi nieto, y a partir de allí, pues yo me fui por los pueblos cercanos. (Fosforito)

 

Alrededor de 1960, cuando empecé a inhalar cante, que rápidamente hizo sombra a mis intereses adolescentes, Fosforito era “el” cantaor. Antonio Mairena luchaba por construir una carrera, Chocolate era figura emergente, circulaban las grabaciones de Pastora y Tomás, además de las de Paquera y Terremoto, mientras que la joven Mariquilla Vargas sorprendía a la afición con su dominio, y por supuesto yo sentía debilidad por cantaores como el Gallina, Antonio el Chaqueta o Pericón entre otros que habían participado en la antología pionera de Hispavox Ducretet Thomson de 1954, la biblia para nosotros que estábamos empezando en aquella “edad de oro”.

 

 

«La efeméride que más me emociona este año es el cumpleaños el 3 de agosto de nuestro muy admirado tesoro nacional, Antonio Fernández “Fosforito”. Hace nueve décadas, sólo diez años después del concurso en Granada, este ahora legendario cantaor llegó al mundo en Puente Genil, Córdoba»

 

 

Pero Fosforito estaba por encima de los demás. Si Antonio Mairena llegaría a poner orden en las complejidades de la soleá y la siguiriya, Fosforito cortaba transversalmente por esa sabiduría, y exponía la diversidad del cante minero y otras ramas de los fandangos, las cantiñas, las llamadas formas “de ida y vuelta”, o cantes menos conocidos como la soleá apolá, que no sólo enseñó a Camarón, sino que ayudó a los demás a comprenderla gracias a sus conocimientos e interpretación. Entre los dos Antonios, el repertorio completo del flamenco quedaba expuesto y disponible para los aficionados mediante grabaciones y festivales que rápidamente proliferaban. Ignoro si existe cualquier estudio al respecto, pero es posible que Fosforito haya cantado en más festivales de cante que cualquier otro cantaor de la historia.

 

Cuando fue galardonado en el 2005 con la Llave de Oro del Cante, recogí las reacciones de varios artistas. Las palabras del cantaor El Pele (Córdoba 1954) parecen especialmente aptas:

 

La Llave de Fosforito está muy merecida porque cuando el flamenco estaba muy en baja forma, pues, gracias a Fosforito le pegó un levantón a esto, y la prueba la tenemos en su discografía… Su obra ha influido en la carrera de cualquier cantaor actual. (El Pele)

 

En vísperas de celebrar su nonagésimo cumpleaños, el recuerdo de su eco lastimoso sigue sonando dentro de mi cabeza, y siento la más sincera admiración y gratitud hacia Fosforito, decano del cante, siempre dispuesto a dar explicaciones y consejos, digno, elegante y bondadoso. Felicidades, maestro.

 

Imagen superior: Antonio Fernández ‘Fosforito’. Conferencia ilustrada en La Unión, 2002. Foto: Estela Zatania

 

 

Fosforito, con La Paquera. La Unión, 2002. Foto: Estela Zatania

 

Estela Zatania, con Fosforito en La Unión, 2002. Foto: Archivo Estela Zatania

 

 


Jerezana de adopción. Cantaora, guitarrista, bailaora y escritora. Flamenca por los cuatro costados. Sus artículos han sido publicados en numerosas revistas especializadas y es conferenciante bilingüe en Europa, Estados Unidos y Canadá.

1 COMMENT
  • Ramón Soler 10 mayo, 2022

    Larga vida al mayor maestro del cante con que contamos. Es un lujo estar con él, conversar del cante y disfrutar de su prodigiosa memoria.

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