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Flamenco… ¿apto para menores?

Me consta que las personas de otros países y culturas se merecen una representación fidedigna del flamenco, aquel peculiar sentir denso que anhelamos, y cuyo aroma es tan irresistible como el de una bodega jerezana.


Hace unos años, cuando seguía un foro digital de viajes, un señor colgó un mensaje diciendo que estaba a punto de visitar España con su familia, y pedía que alguien le recomendara un espectáculo flamenco “apto para menores”. Si no detectas la ironía a la primera, espera unos segundos a que se cuaje.

O quizás, pensándolo bien, el hombre no iba tan desnortado. El periodista de turismo, Rick Stevens, incluye la siguiente observación en una reseña en la revista norteamericana Newsday acerca de una actuación de flamenco que había presenciado: “Para los niños presentes, las caras desencajadas de los bailaores, las expresiones demoníacas y brazos extendidos en cruz resultaron terroríficos”. ¡Caramba! ¿Qué tendrá el flamenco que lo hace tan susceptible a la hipérbole?

Pide al ciudadano medio a pie de calle que asuma una postura flamenca. Adoptará mueca de disgusto extremo, y golpeará el suelo fuerte y repetidamente. Si es una mujer, entrará en modo seductora, subirá la falda y lanzará besos al aire. ¿Se corresponde esa estampa absurda de modo alguno con la personalidad del flamenco como lo entendemos los aficionados al género?

Si dices que no, o piensas que es meramente cómico, sigue leyendo…

Para tomar lectura de las reacciones al flamenco de asiduos al teatro, a lo largo de los años he estado coleccionando comentarios de periodistas especializados acerca de actuaciones de artistas flamencos en el extranjero. No es sólo un hobby. La perspectiva fuera del país es importante porque al final, los teatros y festivales de otros lugares son los mayores consumidores de los espectáculos de gran formato, y el gusto de aquellos públicos acaba indicando la dirección del flamenco en general.

 

«Todavía sigue vigente el mito, por increíble que parezca, de la flamenca como mujer “a la venta”. También sigue circulando el cuento de que un tablao es un prostíbulo con música»

 

Hace unos años, Jeffrey Taylor, del periódico británico The Guardian, escribió acerca del London Flamenco Festival: “La percepción popular del flamenco es un juego de seducción alrededor de una hoguera, con rebelión y sexo insinuado”. Todavía sigue vigente el mito, por increíble que parezca, de la flamenca como mujer “a la venta”. También sigue circulando el cuento de que un tablao es un prostíbulo con música. 

Christine Lahoud, de la revista Daily Star, hablando del mismo festival, nos informa amablemente que “el poder del flamenco reside en los zapatazos.  Estos golpes característicos son el elemento más importante del flamenco”. (¡No tenía idea!)

Cómico, de manera medio ofensiva, es el escritor Manny González, que destacó en el periódico filipino Sun Star: “El flamenco lo hacen gitanos que golpean el suelo como si quisieran romper su contrato de alquiler”.

Ni siquiera el director de orquesta, el maestro Leopold Stokowski, pudo frenar su desbordante entusiasmo después de ver a Carmen Amaya en Nueva York. El Herald Tribune le atribuye haber exclamado “¡tiene el diablo en su cuerpo!”.

El cierre reciente de tablaos históricos en Madrid se atribuye en gran parte a las actuales restricciones de viaje, y lo reacia que es la gente a aventurarse lejos de casa con el panorama de incertidumbre. Sin los guiris, los negocios de tablaos pronto se desplomaron, seguidos de otros locales íntimos donde se presentaba flamenco. Por este motivo, nos incumbe definir y, ojalá, afinar el concepto público, a veces sesgado, del flamenco, tanto internacional como nacional.

 

«¿Quién iba a aguantar lo que el crítico británico Paul Taylor ridiculizó como “agudas lamentaciones melodramáticas fuera de tono”? Todavía muchos extranjeros ignoran que el flamenco, además de guitarra y baile, tiene cante asociado»

 

La bailaora veterana Luisa Triana, hija de Antonio Triana, pareja y coreógrafo de Carmen durante muchos años, bailó en varias películas de Hollywood. Me cuenta que los directores siempre exigían que golpeara el suelo con mayor velocidad y fuerza “porque es lo que le gusta a la gente”. Esos mismos directores no querían cante de ninguna de las maneras… ¿Quién iba a aguantar lo que el crítico británico Paul Taylor ridiculizó como “agudas lamentaciones melodramáticas fuera de tono”? Todavía, al día de hoy, muchos extranjeros ignoran que el flamenco, además de guitarra y baile, tiene cante asociado.

Hace cincuenta años, en una entrevista, nuestro genio flamenco favorito expresó su opinión acerca de las impresiones equivocadas, haciendo referencia a “aquellos flamencólogos que sólo ven la fantasía de la luna, los gitanos, el olivar… o sea, García Lorca. Eso no representa la realidad del flamenco”. Paco de Lucía, revista Triunfo, 10 de abril, 1971.

Me consta que las personas de otros países y culturas se merecen una representación fidedigna del flamenco, aquel peculiar sentir denso que anhelamos, y cuyo aroma es tan irresistible como el de una bodega jerezana.

* Citas textuales traducidas del inglés por la autora.
Imagen superior: Ramón de los Reyes y María Alba – Portada del catálogo 100 years of flamenco in New York

 


Jerezana de adopción. Cantaora, guitarrista, bailaora y escritora. Flamenca por los cuatro costados. Sus artículos han sido publicados en numerosas revistas especializadas y es conferenciante bilingüe en Europa, Estados Unidos y Canadá.

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