Sevillanas: ¿folclore o flamenco?
Con el buen tiempo, es plena temporada de ferias. Y con las ferias, llegan las sevillanas.
Con el buen tiempo, es plena temporada de ferias. Y con las ferias, llegan las sevillanas. Para la mayor parte del mundo, incluyendo a los aficionados extranjeros, las sevillanas se consideran flamenco.
Pero es más bien una forma folclórica, quizás camino de convertirse en flamenco algún día. La naturaleza coral de la parte vocal, la coreografía inalterable y de pareja, procedente de la seguidilla (no confundir con seguiriya), la musicalidad y otras características son rasgos que revelan que a pesar de la obvia compatibilidad con el flamenco, las sevillanas siguen siendo una forma folclórica. No obstante…
Excepto por los flamencos más rígidos, casi todo el mundo confiesa disfrutar de las sevillanas, especialmente durante feria. Después de todo, el flamenco abarca otros elementos del folclore como son los verdiales o estilos abandolaos y fandangos de Huelva. Mujeres guapas vestidas de faralaes y hombres apuestos que no se cortan para bailar sevillanas con sus chicas…es un rito de primavera difícil de resistir. En Jerez de la Frontera, acabamos de celebrar la Feria del Caballo como se llama, y cada año hay jerezanos que se quejan de que haya más sevillanas que bulerías.
Allá por el 1910 la Niña de los Peines había grabado sevillanas acompañada a la guitarra por don Ramón Montoya, y también en años posteriores, pero estas grabaciones no conducían a la popularización que vendría décadas después. En los años sesenta del siglo pasado, las sevillanas habían estado circulando durante largo tiempo, pero no habían logrado la extrema popularidad de la que hoy gozan. Hace unos 50 años, los Hermanos Toronjo grabaron un disco pionero de sevillanas, y poco después, los Hermanos Reyes, y nació el fenómeno social. En aquellos primeros años, durante la feria de abril de Sevilla, vendedores callejeros ofrecían los versos más novedosos en un boletín diario.
Las sevillanas antiguas solían estar en escala mayor o menor, pero con su popularización, ya no hay ningún tipo de límite en este sentido. La sofisticación musical, acompañamiento de orquesta y voces armonizadas han hecho que las sevillanas perdieran mucho de su inocente encanto, y un sonido pulido ha llegado a ser la norma. Los Amigos de Gines, un grupo formado en 1969, figuraban entre los primeros grupos de cuatro voces masculinas, y en 1975 grabaron una de las sevillanas más conocidas y queridas de todos los tiempos: Algo se muere en el alma cuando un amigo se va (El Adiós). Salían más grupos de 4 y 5 voces como Los Marismeños, Los Romeros de La Puebla, Ecos de las Marismas, Cantores de Híspalis, Sal Marina y muchos otros. Las sevillanas corraleras de Lebrija, cantadas en grupos numerosos, y el famoso coro Raya Real, han conservado el aire folclórico.
Las sevillanas llegaron a un nivel de popularidad que cantaores tradicionales ya no se cortaban para cantarlas o grabarlas, más notablemente, Camarón, Turronero o Chiquetete (del que Mis Dos Amores es una delicia). En general, las voces solistas de sevillanas ofrecen interpretaciones más sofisticadas que las de los grupos, ya que gozan de mayor libertad, lo cual podría marcar la diferencia más importante entre el cante flamenco y la canción folclórica. Dos intérpretes notables son Paco Palacios “El Pali”, con versos que retratan sus recuerdos e impresiones de la Sevilla de su juventud, y Romero San Juan cuya exquisita Pasa la Vida ha sido versionada por otros grupos, aunque ninguno ha alcanzado el nivel de la interpretación original. Otros solistas interesantes incluyen a Manuel Sánchez Pernía con su voz ricamente flamenca, y Rafael del Estad, con una música tan dulcemente bella que casi da pena bailarla.
Y no debemos obviar a las mujeres que llegarían a unirse a la movida: solistas como María de la Colina y María del Monte, el dúo Las Carlotas o el trío Vuelo Blanco.