¿Qué es realmente la “técnica”?
Cuando los no músicos emplean la palabra técnica, hacen que suene a insulto: “¡demasiada técnica!” En realidad, están pensando en el exhibicionismo y efectismo de intérpretes inferiores en busca del aplauso fácil con una técnica que ha sido dominada pero no bien administrada.
Para empezar, una definición. La técnica es cómo llevas a cabo cualquier actividad. Cualquier cosa. Todos hemos tenido que aprender a andar. Y costó mucha práctica… Te caías y chocabas contra los muebles mientras bienintencionados familiares te animaban. Luego, un día, después de muchos intentos, ¡el milagro! Cruzabas el cuarto a tus padres sonrientes. Y nunca más tuviste que recordar cómo lo hiciste. ESA es la técnica. Y no es diferente del concepto de técnica como se aplica al toque de guitarra, cante, baile o cualquier otra actividad.
Cuando los no músicos emplean la palabra técnica, hacen que suene a insulto: “¡demasiada técnica!” En realidad, están pensando en el exhibicionismo y efectismo de intérpretes inferiores en busca del aplauso fácil con una técnica que ha sido dominada pero no bien administrada. Paco nuestro que estás en los cielos dijo algo como que tienes que aprender toda la técnica posible… y luego olvidarte de ella. Es la clave. Aprender la técnica tan bien que no necesitas pensar en ella. Como andar.
«Manuel Agujetas sabía que era más potente decir pinitencia que el aburridamente correcto penitencia»
Es un error pensar que sólo la guitarra y el baile dependen de la técnica. Los aficionados excesivamente románticos creen que los cantaores instintivos ignoran la técnica, o no les importa. Nada más lejos de la verdad. Por ejemplo, un amigo guitarrista se juntaba mucho con aquel cantaor quintaesencial Manuel Agujetas, cuyos fans quieren creer que nació cantando por martinete en una cueva oscura. Pero según el guitarrista, este hombre anárquico tenía la costumbre de estudiar sus cantes hasta tres horas diarias. Aquel decir rústico tuvo que ser cultivado, como cualquier otra cosa, hay que aprender las melodías, decidir en qué momento respirar o traer la voz para dentro, los versos deben encajar bien igual que el efecto nasal o tonos distorsionados en el momento adecuado. Manuel sabía que era más potente decir pinitencia que el aburridamente correcto penitencia, y tantas otras deformaciones verbales o musicales aplicadas en el momento justo para comunicar su mensaje. Ojo, que no se trata de intelectualismos, sino de buscar determinados efectos o resultados.
Las técnicas evolucionan. En los últimos diez o quince años, hemos visto en cante el regreso de los gorjeos y trinos tan de moda en la época de los fandangos. Otra técnica cantaora, popularizada por Camarón, son las notas bemolizadas o dobladas del decir canastero que relacionamos con Extremadura, además de Andalucía oriental y el Levante (ver El elemento canastero en el cante).
A veces leemos que cierto intérprete ha creado una nueva técnica original. Para los profesionales, pocas veces esto es una explicación fiable. Sin duda, nuevas técnicas pueden ser, y son inventadas. Pero ocurre poco. Paco de Lucía amplió las posibilidades de la guitarra, e hizo que los demás nos diéramos cuenta de la amplitud del terreno, sin abandonar el cálido abrazo del flamenco.
¿Qué hay del baile? El baile flamenco es mucho más que sólo pies. Pero hace un par de años que noto un considerable aumento en el uso del taconeo entre las actuales figuras. Para mi gusto, ya había un exceso, pero fue aceptable cuando venía de grandes bailaores que entregaban actuaciones inspiradas. Sin embargo, espectáculos recientes lucen incluso más zapateo, y menos baile de cuerpo. Me inclino a echar la culpa de la sobredosis de pies a los suelos amplificados, y doy por sentado que esto es lo que el gran público extranjero espera del baile flamenco. Hace décadas, Carmen Amaya agregó su poderoso taconeo de metralleta a la imagen del flamenco. Artistas inferiores llegaban más tarde logrando vender algo similar, pero ahora, faltando los buenos instintos de Carmen, parece excesivo.