Honores a Cañeta de Málaga
El flamenco es un pulso de vida, es energía, es bello y no tan bello, chispas inesperadas de emoción, espontaneidad, momentos cómicos o conmovedores. Cañeta es todo eso.
El mes de marzo está a la vuelta de la esquina. «El mes de la mujer», me dicen. La semana pasada hablé de la gran cantaora veterana María Vargas, y he aquí otra dama formidable: María Teresa Sánchez Campos, La Cañeta de Málaga. Pero a estas alturas, si me habéis estado siguiendo, sabéis que no me convence mucho el llamado feminismo. Por lo tanto, os quiero hablar de Cañeta, no por tratarse de una mujer, sino porque es una gran artista a la que he admirado desde los años sesenta, porque hace unos días, el 8 de febrero, una calle en Marbella fue rotulada con su nombre y porque en su octava década sigue en activo, dinámica y flamenca como ella solita.
¿Cómo se define el flamenco? El flamenco es un pulso de vida, es energía, es bello y no tan bello, chispas inesperadas de emoción, espontaneidad, momentos cómicos o conmovedores, y no siempre está claro qué emoción predomina en un momento determinado. Cañeta es todo eso. Posee el don de teñir de flamenco todo lo que toca. Temperamento empapado de autenticidad casera e inocencia artística que surge de un buen gusto instintivo, cultivado a lo largo de toda una vida.
A pesar de la naturaleza festera de la mayor parte del repertorio de Cañeta, aquí no hay nada superficial, no se trata de una abuelita simpática vestida de lunares. Sus bulerías o tangos, que tienen momentos de un humor fino, ocultan comentarios mordaces y lastimeros si rascas la superficie sólo un poco. ¿No es así como funciona el flamenco?
Una calle con su nombre en la vecindad marbellí Divina Pastora, a pesar de haberse formado en el histórico barrio flamenco malagueño de El Perchel, parece escaso reconocimiento cuando consideramos algunos de los artistas flamencos en otras localidades que han sido merecedores de grandiosos monumentos. Pero seremos bien educados y celebraremos el feliz acontecimiento. Todo lo que es bueno para el flamenco y sus intérpretes realza el género en sí, y es motivo de júbilo para la afición.
Es tarea imposible nombrar a todas las figuras del flamenco con las que Cañeta ha compartido escenario. Un resumen escueto de su biografía empieza con su madre, La Pirula, cuya casa fue un punto de encuentro para la comunidad flamenca de la época, según me habían contado personas mayores en Málaga. La Pirula falleció cuando Cañeta era muy joven, y luego ella siguió formándose en El Perchel, actuando con La Repompa y otros jóvenes del barrio. Después de aquellos comienzos humildes durante la posguerra española, la Cañeta fue a Madrid, siendo una de las primeras artistas en actuar en el legendario Corral de la Morería en la década de los años cincuenta. Se casó con el cantaor José Salazar (Premio de Córdoba en 1956), el hombre que sigue siendo su punto de apoyo después de todos estos años, y que animó a Cañeta a cantar cuando había sido principalmente bailaora.
Cañeta y José grabaron juntos, viajaron por todo el mundo, incluyendo un largo contrato en Japón antes de que fuera habitual que los flamencos fueran a aquel país, han actuado en casi todos los festivales principales, fueron de turné con la compañía de Antonio Gades, abrieron dos tablaos de su propiedad en Puerto Banús de Marbella y llevan la vida entera aportando sus conocimientos y vivencias para expresar una dimensión del flamenco que, a veces, parece que se nos escapa de las manos.
Después del descubrimiento del letrero en la que ahora es la Calle Cañeta de Málaga, y después del típico protocolo y fotos con la alcaldesa de Marbella, nos dirigimos a la peña flamenca Sierra Blanca, donde los guitarristas Antonio Soto y Chaparro de Málaga acompañaron una sabrosa fiesta por bulerías, incluyendo la participación de la Cañeta.
A pesar de haber anunciado su retiro en varias ocasiones, tendremos el placer de disfrutar una vez más de La Cañeta de Málaga el próximo agosto, en la 52ª edición de la Fiesta de la Bulería de Jerez.
Juan Carlos García 24 febrero, 2019
Se van diluyendo en el tiempo y dejan una herencia muy grande. Esos viejos creadores que han puesto su nombre y estilo a muchos cantes, que son un espejo en que mirarnos y vlvleron sus tiempos sencillos y geniales, que nos arrancaron oles de pura cepa y caminaron por derecho tanto arte, con pocos recursos pueden sentirse satisfechos y saber, que dieron su vida por una causa noble y necesaria. El flamenco tiene en ellos los puntales que sostienen ese delicado y profundo arte, que Andalucía supo acuñar en sus rincones más intimos El Flamenco