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Juan Garrido: «El flamenco es un arte para minorías universales» - Archivo Expoflamenco
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Juan Garrido: «El flamenco es un arte para minorías universales»

Una charla pasional con uno de los más firmes valores de la prensa flamenca. El joven periodista jerezano protagoniza en Expoflamenco las mejores entrevistas audiovisuales de la Red, entre otros contenidos cuerdos y fogosos. ¿Y dentro de cien años? «Supongo que quedarán niños cantando por bulerías», dice.


El joven periodista Juan Garrido es ya todo un referente de la comunicación flamenca. Pregunten, pregunten por él en Jerez, una de las cunas de lo jondo, a ver si dan con alguien que no le conozca. Escribe en periódicos y portales, presenta festivales y recitales acá y allá. Charlotea en las ondas al compás de cuatro por tres. Se come la cámara de televisión a bocaos. Alterna con cantaores, bailaores y tocaores como si fuera uno de ellos. A ver si va a resultar que lo es. Y si se tercia, se pega una pataíta por bulerías que te deja afónico de tanto olé. Garrido vive el flamenco porque está impregnado en su ADN. Lo respira en las aceras de su barrio de San Miguel. Como él dice, su familia es flamenca enterita y todos los días del año. Sus colaboraciones en el presente portal ExpoFlamenco rezuman conocimiento y flamenquería, en especial esas entrevistas audiovisuales que dan la vuelta al mundo. No se pierdan sus paliques sentíos con Enrique El Zambo o Chicharito, por citar dos acreditados ejemplos. Con ustedes, Juan Alvarado Garrido (Jerez, 1991). No se puede ser más periodista, más artista y estar más hechizado por el poderoso embrujo del flamenco. Es lo que tienen esa ciudad andaluza y sus buenas gentes. «Indudablemente, Jerez ocupa un puesto de peso en el flamenco de ahora y de siempre, eso hay que aceptarlo». 

 

– Sr. Garrido, disculpe. Le hemos llamado porque nos ha llegado el cartel de un festival flamenco en un pueblo de Murcia que no presenta usted. Y claro, nos hemos llevado las manos a la cabeza.
– Coge lejos de casa (risas). La presentación de espectáculos siempre me ha causado interés. Desde pequeño, cuando veía y escuchaba la voz de Pepe Marín. Tampoco pensaba que algún día sería yo quien daría la bienvenida al público de festivales como el de Vejer, Arcos de la Frontera, Algeciras, Estepona, Conil o Fiesta de la Bulería de Jerez. Entiendo que la figura del presentador es más que necesaria en determinados formatos, pues hay un público que puede conocer datos sobre el artista que desconoce. Así como la cuestión de ritmo, nivel, entretenimiento…

– Guasa aparte, es usted uno de los periodistas flamencos de la nueva generación con mayor proyección. Este portal da fe de ello. Chanela. Escribe de categoría. Tiene un piquito de oro ante el micrófono. Usted y el flamenco se guiñan el ojo mutuamente. ¿Orgulloso del camino recorrido?
– Demasiados halagos, admirado Quico. Pero sí, siendo sincero, sí estoy orgulloso, porque este camino es muy duro y, personalmente, reconozco no haberlo tenido fácil. Estudiar en Sevilla periodismo durante cuatro años supuso un gran esfuerzo para la familia, que desde Jerez mandaba los tupper de berza, albóndigas o puchero. Ya desde allí comencé a colaborar con algunos medios como jerezjondo.com, luego Diario de Jerez y, seguidamente, Onda Jerez RTV.

– ¿Cómo valora el ejercicio profesional de la prensa flamenca en la actualidad?
– Puede llamarme nostálgico. Me cuesta en ocasiones aceptar la época que me toca vivir, y ahora todo debe pasar por redes sociales, la imagen y los likes. Disfruto sobremanera leyendo en papel una crítica de Bohórquez, Martín Martín o Fermín Lobatón, entre otros. El concepto ha cambiado muchísimo, entiendo, porque ni los medios son lo que eran, ni el lector reclama lo que antes, ni la afición es la misma… De todas formas, intento no perder el norte fijándome en los que tanto han hecho por esto de la comunicación y la crítica en el flamenco.

 

«He bailado en reuniones con Paco Cepero, Rocío Jurado, Fernando Terremoto, Capullo de Jerez, El Torta o Moneo, mi familia Mijita, Fernando de la Morena, Moraíto… Me ganaba mis pesetillas. Pero no me decidí nunca a entrar en una academia y me propuse estudiar una carrera universitaria»

 

– Díganos sus referentes en el análisis de la jondura.
– Pues los ya mencionados, por supuesto. Entiendo que, como ellos, hay que cuidar el rigor, el conocimiento y la profesionalidad. En Jerez me crié escuchando el programa radiofónico de José María Castaño, el de Tere Peña, el de Manuel Curao… Leyendo los artículos de Juan de la Plata, el propio Pepe Marín o Fran Pereira, que fue quien confió en mí por primera vez. Luego el Festival de Jerez me ha dado la oportunidad de conocer a otros compañeros como Paco Vargas, Silvia Calado, la compañera Estela… que me parecen muy interesantes.

– La difícil relación entre el periodista y el artista. Qué buen crítico flamenco eres, pero si dices algo malo de mi última actuación –porque una mala noche la tiene cualquiera, que decía aquel– entonces no distingues una guitarra de palo de un botijo.
– Quizá sea lo más complicado. No es fácil compartir con ellos noches de festivales siendo el presentador, o ratos distendidos en una peña flamenca o reunión familiar, y luego tener que enfrentarse al papel en blanco para realizar una crítica sobre su recital o espectáculo. En el tiempo que llevo he apostado siempre por la honestidad, aunque en determinados momentos se cuestione. Como todos, he tenido que aguantar el tirón en algunas ocasiones, porque en Jerez los artistas están en cualquier esquina y eso hay que saberlo llevar. Tengo que reconocer que hasta ahora puedo mantener el equilibrio.

– Le hemos visto bailar por bulerías y parecería que podría ganarse la vida con ello. ¿En algún momento se lo planteó? Lo de ser profesional del baile, queremos decir.
– De pequeño tuve noches muy buenas que guardo con cariño. He bailado en reuniones con Paco Cepero, Rocío Jurado, Fernando Terremoto, Capullo de Jerez, El Torta o Moneo, mi familia Mijita, Fernando de la Morena, Moraíto… Me ganaba mis pesetillas. Pero no me decidí nunca a entrar en una academia a desarrollar la técnica y me propuse estudiar una carrera universitaria. Lo de bailar me viene de familia, es algo muy natural en mi casa.

– Cuéntenos eso de que su madre rompió aguas durante un recital. Ahí le habrá echao un pelín de literatura, ¿no?
– Todo muy cierto. No fue en un recital, sino en el bautizo Barullito (q.e.p.d.), nieto de Manuel Moneo. Carmen, su madre, siempre me lo recuerda y me lo cuenta con mucha gracia. Me dice: “Tu mare rompió aguas en la fiesta de mi hijo, mientras cantaba Manuel Moneo y Alfonso ‘El Berenjeno’, y bailaba Antonio ‘El Pipa’ y su tía Juanilla. La llevaron para el hospital corriendo”. Mi madre también lo recuerda, por lo tanto fue así.

 

«Veo a muchos aficionados de la nueva generación siguiendo a Jesús Méndez, Rancapino Chico, José Mijita, Israel Fernández, Felipa del Moreno, Lela Soto, María Terremoto, Samuel Serrano, Ezequiel Benítez… Puede ser el camino»

 

– Usted lleva el arte flamenco en la sangre. Recuérdenos los nombres más destacados de su árbol genealógico hasta llegar a usted, para que nos llevemos otra vez las manos a la cabeza.
– El flamenco me viene por parte de mi madre, aunque mi padre es un buen aficionado. Mi abuela fue Luisa ‘La Torrán’, una de las bailaoras más admiradas por bulerías de Jerez. Ella estuvo girando con Doña Concha Piquer, trabajó con Caracol y Mairena, Lebrijano y Lola Flores… De apellido era Valencia, el mismo que Paco ‘La Luz’. Mi abuelo, por su parte, conocido como Diego de Margara, tío de La Paquera, muy respetado tanto aquí como fuera. De ahí nacieron diez hijos, entre ellos Dieguito de la Margara, por todos conocidos. En fin, mi familia es entera flamenca, todos los días del año.

– Cuéntenos algo grande que haya visto hacer a alguien de su familia. En términos artísticos, obviamente.
– Los momentos más emotivos suelen aparecer en la intimidad. Recuerdo especialmente ver a mi abuela bailando a las 6 de la mañana, tras llevar años sin bailar por guardar luto… Manuel Moneo llegó a la boda y se encontró a gusto. Se entonó y salió ella bailando, incitada en parte por Manuela Méndez ‘La Chati’. “Dale vueltecita al bombo, tú no me eche la bola negra…”, ese cante de La Plazuela que destempla al que coja. Eso fue para reventar.

 

Juan Garrido. Homenaje a El Gómez de Jerez. Peña Los Cernícalos, Jerez. 22 febrero 2020. Foto: Guido Bartolotta

Juan Garrido. Homenaje a El Gómez de Jerez. Peña Los Cernícalos, Jerez. 22 febrero 2020. Foto: Guido Bartolotta

 

– Nos consta que en su libro de estilo flamenco figura saludar a sus vecinos por la calle diciéndoles ‘te quiero’. A ver si le van a malinterpretar, señor.
– Me sale solo. En Jerez me muevo mucho, conozco a mucha gente y suelo dar el sitio a todo el que veo. Me pongo pesado en realidad, vamos a reconocerlo.

– ¿Cómo describiría su relación con los artistas flamencos de Jerez?
– Prácticamente familiar. Aunque no es fácil, ellos saben qué papel juego yo y yo sé qué papel juegan ellos. Quiero decir que nos respetamos aun teniendo esa complicidad que nos da compartir los códigos de esta cultura, esta forma de vida. He tenido la suerte de conocer a todos los que me ha tocado vivir por época. El respeto ha de ganarse por ambas partes, porque somos personas ante todo. Con el tiempo, sabemos mantener la cercanía, cuando es, y la distancia, cuando toca. A veces han dicho que “soy el sobrino que ha estudiado”.

– ¿Qué tiene Jerez?
– Jerez tiene cantidad, también calidad. El movimiento es vertiginoso, porque hay oferta todos los días del año. Y ya no me refiero a tablaos o tabancos, que juegan un importante papel en la agenda, sino en peñas que se superan por temporadas. En lo que organiza el Ayuntamiento de Jerez, la programación del Villamarta, Festival de Jerez, saetas, en la feria todo suena a bulería, en las zambombas se viven momentos impresionantes… Jerez tiene mucho arte y una historia que la avala.

 

«Recuerdo ver a mi abuela bailando a las 6 de la mañana, tras llevar años sin bailar por guardar luto. Manuel Moneo se entonó y salió ella bailando, incitada por Manuela Méndez ‘La Chati’. “Dale vueltecita al bombo, tú no me eche la bola negra…”, ese cante de La Plazuela que destempla al que coja. Eso fue para reventar»

 

– Hay quien dice que Jerez se mira demasiado el ombligo. A lo mejor es que su ombligo es una monería, ¿no?
– No es fácil que el jerezano hable generosamente bien de su tierra entre amigos, pero que nadie de fuera le hable mal de ella. Como en cualquier familia, a mi hermano le riño yo, pero que nadie venga a decirme lo travieso que es. Indudablemente, Jerez ocupa un puesto de indudable peso en el flamenco de ahora y de siempre, eso hay que aceptarlo.

– ¿Cuida Jerez como debe a sus artistas flamencos? A los que están y a los que se fueron.
– Yo considero que en la mayoría de los casos sí. A lo largo del año, un amplio número de artistas tienen su sitio en todo el programa de actividades y es algo más que valorable, teniendo en cuenta la nómina que hay de artistas nativos. Luego hay casos que son más descarados y que ya deberían haberse solucionado, sobre todo con los que se fueron. Manuel Fernández Molina ‘Parrilla de Jerez’ o José Vargas ‘El Mono’ ya deberían tener una calle rotulada con su nombre en su tierra. Así lo piden sus familias y la afición. Por tanto, no hay más que hablar. Quizás los menos valorados, injustamente, son los peñistas, que son fundamentales para que el flamenco de Jerez siga siendo lo que es.

– ¿Y a los periodistas flamencos?
– Aquí las personas que han dedicado su vida a la comunicación o el periodismo especializado en el flamenco han contado con el cariño del pueblo, así que puede decirse que son valorados. Luego en el día a día no todo el mundo está contento.

– ¿Es el flamenco –en Jerez y en todas partes– un arte de minorías? Hablamos de cante jondo, no de flamenquito con ka.
– Es relativo, porque si en Japón se llenan los teatros cuando hay un buen concierto de guitarra o de cante, como pasó en su día con Agujetas o La Paquera, ¿puede ser un arte de minorías aunque universal? Vamos a dejarlo así.

– ¿Qué podríamos hacer para que la nueva generación no le pierda el pulso a la tradición?
– Entiendo que es una tarea que ha de llevarse a cabo. Creo que la mejor manera de atraer al público joven es a través de artistas jóvenes. Veo a muchos aficionados de la nueva generación siguiendo a Jesús Méndez, Rancapino Chico, José Mijita, Israel Fernández, Felipa del Moreno, Lela Soto, María Terremoto, Samuel Serrano, Ezequiel Benítez… Puede ser el camino. Hay que apostar por ellos, por los artistas jóvenes en general.

 

«Ahora todo debe pasar por redes sociales, la imagen y los likes. Disfruto sobremanera leyendo en papel una crítica de Bohórquez, Martín Martín o Fermín Lobatón»

 

– ¿Y para que no se peleen tanto los aficionados en las redes sociales? Parece mentira, gustándoles lo mismo.
– Yo soy anticonflicto. Espero que nadie se ofenda con esta entrevista, porque las suspicacias están a la orden del día. El debate sano siempre viene bien, pero se entran en unas porfías que dan miedo. Manuel Morao llegó a decir que “del flamenco no sabe ni quien lo inventó”. Esto es expresión cultural amplia, indefinida, creativa, cargada de matices y emociones…, por lo que la subjetividad está muy presente. Los datos son los datos y ahí es más difícil discrepar, pero los gustos… todos los del mundo.

– Un consejo para la parroquia del cante, que lo está pasando regulero.
– No suelo dar consejos. Prefiero mandarles un mensaje de ánimo, de cariño, de fuerza. La confianza de que esto acabará pasando.

– ¿Cómo imagina el flamenco dentro de cien años?
– Supongo que quedarán niños cantando por bulerías. Le auguro un gran futuro a la guitarra flamenca.

 

 


Sevilla, 1969. Periodista andaluz de intereses etéreos y estrofas cabales. Tres décadas de oficio en prensa musical y cultural. Con arrimo y sin arrimo, para seres de cualesquier afecto.

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