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Sergio de Lope: «Morente sigue siendo a día de hoy el futuro del cante»

El flautista y saxofonista cordobés presenta 'Ser de luz', su segundo trabajo discográfico. «La guitarra evoluciona, pero el cante está parado. Los cantaores interpretan los cantes a su manera, pero no crean», dice.


Sergio de Lope (Priego de Córdoba, 1985). Quédense con este nombre, pues es uno de los que más resuenan y resonarán en el panorama actual del flamenco. Es compositor, flautista, saxofonista y músico flamenco. Y a través de su disco quiere mostrar los extensos e interesantes diálogos que son capaces de mantener el fandango, el tango, la seguiriya o la soleá con otros géneros musicales. El jazz y el rock, entre otros. Para ello, Sergio se deja envolver por el espíritu morentiano. Enrique Morente. Cantaor que siempre tuvo claro que aunque él se dedicara al cante, jamás dejaría de ser un buen rockero.

La colaboración de este disco viene de la mano de artistas de la talla de Matías López Mati, ganador de la Lámpara Minera en el año 2019, David Caro a la guitarra flamenca, Dani Arjona a la guitarra eléctrica, Javier Rabadán como percusionista y Juanfe Pérez, que además de ser el bajista y guitarrista eléctrico es también el productor artístico del single Ser de luz.

¿Qué podemos decir de Ser de luz? A mí, de forma particular, cada melodía me recuerda que una vez fui una niña. Advierto añoranza. La del escondite entre las plantas que bordean playas con un bálsamo de paz y descanso. Me transporta al borde de un acantilado en medio del paraíso libertario de los Caños de Meca. Donde navegar hasta una de esas playas borrachas de sol implica la mágica experiencia de avistar otro continente. Y en un chasquido, uno puede viajar sin moverse de casa hasta el sitio que vio nacer a nuestro protagonista. Visitar desde la Calleja de las Flores hasta la Cuesta del Bailío. Así, poquito a poco y como por arte de magia, los instrumentos vierten unas cuantas notas sobre una lejana voz flamenca construyendo así un paisaje protector que de otra manera sería impensable por el momento que atravesamos.

No me gustaría destriparos cada una de las sensaciones que me provoca este disco. Además, cierto es que estas no tienen por qué ser universales. Quizá sean otras. Pero os aseguro que serán especiales. Por eso os invito a escuchar el disco y a poner cada uno de vuestros sentidos a disposición de cada acorde. Y antes de que abráis vuestra alma a esta nueva experiencia, sabed que él está dispuesto a hablar desde el corazón y destapar los entresijos y las entrañas que han sostenido la creación de esta obra. Su gran dedicación lleva al espectador a poder escuchar los latidos del hijo de nuestro protagonista antes de nacer. Y esto es solo nada más darle al play.

 

− ¿Por qué el disco se titula Ser de Luz?
− El título se me ocurrió porque soy una persona bastante espiritual. Un ser de luz es un ángel. Una persona buena. Y considero que tengo la misión de hacer música para elevar la autoestima de las personas y que así haya más luz en el mundo. Nosotros tenemos el poder de emocionar y sanar el espíritu de las personas. Mi planteamiento musical consistía en buscar los momentos de trance para que el espectador los recibiera. Averiguar los instantes que consiguen pellizcar el estómago. Esos que logran que a la gente se le mueva algo por dentro y conecte con todo lo que le rodea.

− Sabemos que el disco lleva un gran trabajo detrás porque se ha gestado de una manera especial.
− El proceso creativo habitual es grabar el disco y luego girar. Nosotros hemos girado, hemos parado ahora a grabar el disco y vamos a seguir girando ya con el resultado dentro del proceso. Lo hemos hecho así para que los temas llegaran muy maduros al estudio. Nosotros hemos hecho una gira de un año y medio. Cerca de cuarenta conciertos en festivales de Nueva York, Londres, Querétaro o Albuquerque. En todos ellos se graba el directo que se hace para ver la evolución de los temas y la reacción de la gente. Tenemos muy en cuenta las sensaciones del público para ir perfilando los temas en función de esto. Me acuerdo que una mujer mayor me dijo que nosotros no éramos flamenco fusión, sino flamenco evolucionado.

− ¿Cómo se inspira para componer?
− Me recarga mucho las pilas mi tierra, Priego de Córdoba. Tengo una conexión especial con ella. Cada vez que voy, siento que conecto con todo de una manera muy fácil. También busco en el cante tradicional y veo cómo le puedo dar la vuelta para que suene natural. Yo he estudiado Flamencología con Faustino Núñez en el Conservatorio Superior de Córdoba. Conozco muy bien los cantes. Me encanta el flamenco tradicional. Pero me encanta poder jugar e innovar.

− ¿Qué expectativas tiene con respecto a la presentación de su disco en el Teatro Real de Madrid?
− Con mis mejores deseos y mi mejor proyección. Por el tema pandémico tuve que parar. Pero llevo un año que me quema ya el disco en las manos. Tengo muchas ganas de que la gente lo pueda escuchar y disfrutar. De aportar mi granito de arena. De seguir caminando en el aspecto escénico y vivir mi sino.

 

«Considero que tengo la misión de hacer música para elevar la autoestima de las personas y que así haya más luz en el mundo. Nosotros tenemos el poder de emocionar y sanar el espíritu de las personas»

 

− La tradición y cambio en el flamenco, ¿son conceptos excluyentes o se implican el uno al otro?
− El uno no puede existir sin el otro. Si no existe la tradición no puede existir la evolución y si no existiera la evolución, a lo primero no se le podría llamar tradición.

− Defínase a usted y a su grupo como artistas.
− Decidí coger el concepto de Paco de Lucía. Él se tiró veinte años girando con los mismos músicos y creó el concepto de banda. Yo llevo siete años con los mismos músicos y hemos creado una banda. El camino lo he hecho junto a ellos siempre. Y eso se nota a la hora de subir al escenario. La gente siempre nos dice que tenemos una energía muy bonita entre nosotros. Cuando hay una conexión sincera entre los artistas se nota. El escenario es muy chivato.

 

 

− ¿Considera que existe algún vacío por llenar en el flamenco?
− El vacío que hay que llenar es que tenemos que creérnoslo un poco más, pero no desde el punto de vista del ego. La industria musical le tiene que dar el sitio que merece. Porque sigue siendo una música de minorías.

− ¿Cree que los flamencos tenemos algún tipo de responsabilidad a la hora de llenar ese vacío?
− Tenemos que aprender a gestionarnos mejor. Nos vendría bien que el artista, aparte de aprender a ser artista, fuera empresario. Que quisiera formarse desde el punto de vista empresarial para ser más competitivo en el mercado. No dejarlo todo en manos de un manager. Cada vez hay más artistas que se representan a ellos mismos porque el mercado está cambiando. Así que creo que falta formación empresarial y también fiscal para saber cómo hacer facturas y desenvolverse en el aspecto autónomo.

 

«Hoy más que nunca estamos echando de menos la libertad, porque nos la están quitando. Hay que luchar por la libertad de dar y recibir cultura. Porque por el simple hecho de nacer tenemos derecho a tenerla»

 

− ¿Ha habido algún cambio en usted respecto a la forma de ver el arte después de la pandemia?
− Me cuesta mucho aceptar la situación que me está tocando vivir. No me siento libre profesionalmente. No puedo comunicarme y llevar a cabo mi misión. La que consiste en crear, subirme a un escenario y compartirlo. Los artistas transformamos la humanidad y a las personas. Los ayudamos en este proceso. Tenemos un papel muy importante aunque la sociedad todavía no sea consciente de lo que hacemos.

− Qué implica que lo primero que escuchemos en el sencillo Ser de Luz sea la voz de Enrique Morente.
− Para mí es el faro que me guía a la hora de enfrentarme a la composición. Aparte de todo lo que enseña. La frase la he sacado de la última entrevista que hizo antes de fallecer. En la televisión local de Granada. Y la entrevista empieza así. Sale y dice: «Soy yo». Esa frase me mata. Parece una tontería, pero es una frase cargada de fuerza. Porque se reconoce a él mismo. Y muchas veces no nos reconocemos y no nos damos el amor que necesitamos. Enrique era libre. Y hoy más que nunca estamos echando de menos la libertad porque nos la están quitando. Hay que luchar por la libertad de dar y recibir cultura. Porque por el simple hecho de nacer tenemos derecho a tenerla.

− Decía Morente: «Compaginar primitivismo con las nuevas armonías se consigue agarrando la tradición con una mano y con la otra rascando, buscando. Pero sin perderse de la tradición. Porque ahí es donde está el mensaje, la base».
− Eso es lo que hago yo. Y lo hago gracias a maestros como Enrique, que nos han dejado un legado con infinitas posibilidades. Dieron con la tecla de hallar la tradición y transformarla. Faustino Núñez dice que la pureza no existe. La música ni se crea ni se destruye. Se transforma. El flamenco tampoco nace de la nada. El nacimiento del propio flamenco es impuro. Y yo doy mi propio punto de vista de cómo lo siento y cómo lo veo. Mañana no sé cómo lo voy a ver. Como decía Mercedes Sosa: «Todo cambia».

− Siendo entonces un referente tan importante para usted en el panorama musical, ¿qué enseñanza suya transmitiría a los artistas?
− Por ejemplo, Paco revolucionó la guitarra y esta, a día de hoy, sigue evolucionando. Pero el punto de vista creativo con respecto al cante está parado. No hay tantos cantaores creadores. Interpretan los cantes a su manera, pero no crean. Enrique creaba. Tanto desde el punto de vista melódico como armónico. Morente sigue siendo a día de hoy el futuro del cante.

Fotos: web de Sergio de Lope

 


Bailaora madrileña. Graduada en Comunicación Audiovisual por la Univ. Rey Juan Carlos. En Amor de Dios, Casa Patas y Cristina Heeren desarrolló su gusto por la danza y el flamenco. «No somos atletas. Estamos empezando a cometer el triste error de ofrecer al público una confección enlazada de complejos zapateados a una velocidad desorbitada sin la modulación propia de la música que estamos adornando y que nos adorna».

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