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La Truco: «La docencia flamenca merece un mayor reconocimiento»

No solo el escenario. El flamenco también ilumina las aulas. Eliezer Truco Pinillos 'La Truco' es una de las docentes más reconocidas a nivel mundial. Desde su escuela en Parla (Madrid) enseña a tres centenares de bailaoras e imparte cursos en los cinco continentes. «Es una pena que haya tantos maestros sin cualificación en España y en el extranjero», dice.


Enséñame a bailar, que cantaba aquel. María Eliezer Truco Pinillos (Madrid, 1968), conocida artísticamente como La Truco, es una de las profesionales de la formación flamenca más reconocidas a nivel mundial. Dicen que tiene un don para la pedagogía del baile, además de una avanzada técnica corporal. Fue profesora durante 16 años en la escuela Amor de Dios, la de mayor prestigio en la capital madrileña. Anteriormente, gestionó centros de baile en los municipios gaditanos Zahara de los Atunes, Conil y Barbate; en este último residió desde los 19 a los 30 años. Desde 2014 dirige su propia escuela en Parla (Madrid), el Instituto Flamenco La Truco, que ha amamantado a las ya afamadas Turroneras, finalistas de Got Talent España. Rostro habitual del célebre tablao Casa Patas, en su trayectoria como bailaora cuenta con el Premio Nacional de Baile por Alegrías (2009), Premio Signo por su trayectoria artística (2005) y el Premio coreográfico por su espectáculo Remembranzas (2004). Además, coordina el programa de baile de la Escuela de Flamenco de Andalucía: sesenta escuelas de formación en España y el mundo. Venga, volvamos la mirada a la docencia del flamenco.

 

– Describa la experiencia de dirigir una academia de baile con trescientos alumnos aprendiendo la grandeza del baile flamenco.
– La verdad es que es una responsabilidad muy grande. Tienes en tus manos que el alumnado aprenda flamenco. Que estén contentos, felices. Estoy acostumbrada a trabajar con muchas alumnas y a llevar a muchos maestros conmigo. Si estuviera sola no podría. Es una experiencia maravillosa.

– ¿Es muy diferente una academia de baile flamenco respecto a escuelas de otras enseñanzas?
– Aquí prevalece la parte artística. Todo el que tenga una vena artística es una persona muy sensible, ya sea un niño o un adulto, y hay que saber llevarlo.

– ¿En una academia se puede aprender a bailar como Farruquito?
– No, como Farruquito no. Yo puedo enseñar la técnica, puedo sacar muy buenos bailaores. Pero no como Farruquito, sino como ellos mismos, con su propio sello y su propio nombre. Es una equivocación muy grande querer enseñar a una persona a bailar como otra persona. Artistas sí pueden salir de una escuela. Pero de una buena escuela, no de una escuela cualquiera.

– Su instituto está en Parla, localidad del sur de Madrid. ¿Cómo inculcar a los jóvenes el amor al flamenco si ellos no se crían en ese ambiente?
– Yo intento por todos los medios que asistan a clases donde prevalezca el estilo de Andalucía. Les hablo mucho de cante, de guitarra, de historia. Les empapo de todo ello, porque a un alumno no te lo ganas solo enseñándole a bailar. Si le hablas de la historia del flamenco, así conquistas su corazón. Eso les llama la atención, les interesa mucho. Si les das eso que ellos necesitan, el flamenco se les mete más en el cuerpo, les atrapa.

– ¿Es más fácil aprender baile flamenco si vives en Utrera o en Jerez?
– Mucho más fácil. En aquella tierra el cante, la guitarra, el baile se viven en primera persona. Aquí es más difícil. Y en el extranjero ni te cuento. Lo que pasa es que hoy día gracias a las redes sociales se ven muchos vídeos y mucha información de la que puedes aprender si eres listo. Pero claro, gente de Utrera, de Jerez, de Sevilla… lo están mamando, lo escuchan diariamente. Tienen más facilidad. Y deberían aprovechar mucho más tenerlo tan a mano.

«Quiero que los alumnos no solo aprendan a bailar, sino que sepan de dónde viene lo que están aprendiendo, cada estilo, cada palo»

– ¿Cuál es el mayor obstáculo de las academias de baile flamenco en España y el mundo? ¿La escasa formación de los profesores?
– Sí. Creo que hay mucho intrusismo por parte de gente que quiere enseñar y no sabe. Personas que no conocen bien su oficio. Que se creen que por saber cuatro bailes ya saben enseñar. Una cosa es ser buen bailaor y otra ser buen maestro. Y a nivel internacional, a esos profesores sí les obligaría yo a tener una certificación, ya sea privada, homologada por el Ministerio de Educación… Cada uno en su país puede hacer lo que le dé la gana, porque nadie le va a pedir un título. Es una pena que haya tantos maestros sin cualificación en España y en el extranjero.

– Usted ha impartido clases de baile flamenco en los cinco continentes. De hecho, hace pocos días ha estado en Australia y Filipinas. ¿Por qué es de las maestras más reconocidas a nivel internacional? ¿Qué tiene que no tengan los demás?
– Cada maestrillo tiene su librillo. Yo tengo mucha paciencia. Me gusta enseñar muy lento, muy despacio. Me interesa que los alumnos no solo sepan bailar, sino que sepan de dónde viene lo que están aprendiendo. Cada estilo, cada palo. La pedagogía es muy importante a la hora de enseñar. Tienes que saber cuál es el alumno que quiere bailar profesionalmente y darle lo que necesita. Y cuál es el alumno que lo hace como hobby, y darle lo que necesita, ni más ni menos. Hay que ser muy psicóloga, muy pedagoga. Y hay que entender a cada alumno que está en la clase. Ese puede ser mi éxito.

– ¿Cuál es la mayor satisfacción de ser profesora de baile? ¿Qué le salgan unas Turroneras?
– Yo estoy muy orgullosa de ellas. Ojalá me salieran muchas Turroneras. Creo que en mi escuela las hay. Veo muchas niñas con mucho talento y sé que en el futuro van a bailar muy bien. Eso puede ser un buen sello de que he sacado buenos artistas. Pero el mayor reconocimiento está en que los alumnos de todo el mundo hablen bien de ti, que te quieran, que deseen formarse conmigo. Que sepan la maestra que soy. Que reconozcan mi trabajo.

 

 

Entrevistando a La Truco en Parla, Madrid. De izqda a dcha: Eliezer Truco, Quico Pérez-Ventana y Manuel Bohórquez.

Entrevistando a La Truco en Parla, Madrid. De izqda a dcha: Eliezer Truco, Quico Pérez-Ventana y Manuel Bohórquez.

 

– ¿Habría cambiado esa carrera de profesora por haber tenido más presencia en los escenarios?
– Yo soy muy feliz con mi labor como maestra. No lo cambiaría por nada del mundo. A veces echo de menos los escenarios. Pero dar clases, conocer mundo, personas, gastronomías, culturas… te da muchas satisfacciones. Eso es por ser maestra. Lo valoro mucho.

– Semanas atrás asistimos a un congreso de formadores de baile flamenco en Alcalá de Henares y le escuchamos hablar de expresión facial. ¿Hasta qué punto es importante el gesto de la cara en el baile?
– Yo siempre he dicho que la expresión gestual forma parte de la enseñanza del baile. El flamenco es muy racial. Expresamos mucho con la cara, con nuestros gestos, a la hora de interpretar un baile. A mis alumnos, cuando son chiquititos, les hago trabajar mucho la expresión gestual. Así tendrán una forma más fácil y natural de expresarlo cuando sean mayores. Es cierto que el flamenco se expresa al natural, no puede ser forzado. No puede haber caras forzadas a la hora de bailar. Pero a los niños se les enseña como si fuera un juego y eso les ayuda el día de mañana. Igual que la expresión corporal. Eso dice mucho de un artista.

«Me considero una bailaora muy completa. Viajo por el mundo, me conocen todas las escuelas. Estoy haciendo una labor muy grande por el flamenco»

– ¿Cree que los maestros de flamenco deberían recibir mayor reconocimiento?
– Absolutamente. Igual que se dan premios a la danza, a la trayectoria, a llevar el flamenco por el mundo, también deberían dárselos a los maestros. Mira, por ejemplo, el premio que acaba de recibir Irene Rodríguez en Cuba: la medalla de las artes. Y en Washington, a Edwing Aparicio le han dado un gran reconocimiento como gran maestro de flamenco. Y nosotros que estamos aquí no recibimos ningún reconocimiento.

– ¿Y a qué maestros premiaría?
– Yo empezaría por dármelo a mí misma, jajaja. Me considero una bailaora muy completa, muy dedicada a la enseñanza. Estoy viajando por el mundo. En España me conocen todas las escuelas. Estoy haciendo una labor muy grande por el flamenco. Y pienso en Pepa Molina, en Sídney, que ha enseñado muy bien. Merche Esmeralda, Milagros Mengíbar y Carmen Ledesma son grandes maestras. La Tati, una maestra internacional que nos ha dado muchas enseñanzas. En Andalucía he oído siempre hablar muy bien de Manuel Betanzos. Creo que hay grandes maestros en Andalucía, Cataluña, Madrid. Maestros de muchas partes que estamos bailando internacionalmente, proyectando la formación del flamenco a nivel mundial, y que necesitamos un reconocimiento por parte de una gran institución. Los Premios Max de las Artes Escénicas, por ejemplo, ¿por qué no incluyen a los maestros?

– ¿Qué ha pasado con Las Turroneras? Hemos visto a sus alumnas protagonizando un vídeo viral en Casa Patas, llegando a la final de Got Talent España, incluso ya hacen giras por teatros.
– Pues mira, las Turroneras se están preparando muy a fondo. Tienen su propio espectáculo ya montado, dirigido por mi hijo Cristian y por mí. Un espectáculo muy tradicional, muy flamenco. Lo están moviendo con su representante, Miguelo, de Suspiria Producciones. Acaban de actuar en el Teatro Talía, de Valencia, y en la Cubierta de Leganés. Todo ello con una promoción muy buena en prensa y televisión. Y siguen trabajando muchísimo para llegar a ser de las mejores. Luchando por su sueño: ser artistas, ser bailaoras de flamenco.

– Dicen que bailan como viejas.
– Eso me dice la gente, que son viejitas bailando. Dos de ellas son muy camastronas, muy viejonas. La Pulga, por ejemplo.

– La última. ¿Toda bailaora dedicada a la docencia piensa que aún puede protagonizar un último gran espectáculo sobre los mejores escenarios?
– [Segundos de silencio] Sí.

 

 


Sevilla, 1969. Periodista andaluz de intereses etéreos y estrofas cabales. Tres décadas de oficio en prensa musical y cultural. Con arrimo y sin arrimo, para seres de cualesquier afecto.

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